Por Carol Milkewitz ///
Antes de que se termine el año me gusta hacer todos los trámites que me quedaron pendientes: ir al dentista para asegurarme de que no tengo nada, al oculista para asegurarme de que no tengo nada, al banco para asegurarme de que no tengo nada.
Lo peor de ir a hacer un trámite a esta altura del año es ir. Si vas en ómnibus, los efectos colaterales pueden ser terribles. Si vas en auto, la situación empeora. Apenas entrás te invade esa ola de calor aglomerado de todo el día. En la calle hay 30°, adentro del auto 80°. En una desesperación por respirar, prendés el aire acondicionado pero en vez de recibir frío, recibís más calor. Recién empieza a enfriar cuando llegaste a tu destino.
Salís del banco y vas al shopping a cambiar los regalos de Navidad. Entrás al local y te encontrás a todo el mundo, incluso a la persona que te regaló esa remera horrenda floreada con rayas que venís a cambiar. Entrás al probador, te ponés un vestidito que te queda como top. Le preguntás bajito a la vendedora si tiene un talle más y grita “Susanaaaa, bajame el 52”. Después de dejarte esperando media hora, en la que absolutamente toda la tienda te vio desnuda porque la cortinita no te cubre ni la uña del dedo gordo, te dice “Ay, sabés que justo ese no tengo”. Y de la resignación, le terminás diciendo: “Dejá, llevo la floreada con rayas”.
Llegás a tu casa con un cansancio tremendo, te vas a dormir una siesta y… zzzzzzzz: te zumba en el oído un mosquito. Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, pero ningún animal es tan fiel como el mosquito. Encima no sabés si abrir la ventana para que se vaya o cerrarla para que no entren más. Solo espero que el 2017 sea un año de paz, amor y luz (pero no mucha porque atrae a los mosquitos).
***
¿Por qué a mí? es el blog de humor de Carol Milkewitz. Actualiza los viernes.