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Ruta 26
La política enredada

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Por Gonzalo Baroni ///

Son las 6.45 de la mañana y suena el despertador. Sin prender la luz, agarro el celular de la mesita al costado de la cama. Además de la hora, aparecen las últimas interacciones en las redes sociales. “A Javier les gusta una foto en la que fuiste etiquetado”. “Nando ha comenzado a seguirte”. “Sofia te ha enviado un mensaje de voz”. Entre otras posibles variaciones.

¿Para qué uso Facebook? ¿Twitter? ¿Snapchat? ¿Instagram? ¿Whatsapp? Todas estas herramientas mediante las cuales interactuamos, se ven potenciadas cuando tienen un propósito bien claro. Algunas tienen la posibilidad de intercambio en palabras, otras en fotos, algunas últimamente con énfasis en videos cortos. No todas sirven para lo mismo, ni apuntan al mismo público. Cada una tiene su perfil y enganche.

Sin embargo, muchos de nosotros las utilizamos principalmente para transmitir un mensaje político. El mismo va desde una columna de opinión, un video de diez segundos en un acto o una foto con vecinos. En todas estamos difundiendo nuestras actividades, a veces en vivo, a veces un poco después, reflexionando.

El celular “inteligente” –o cautivante– es indispensable para cualquier ciudadano que quiera representar determinadas visiones en la sociedad, para que su acción sea vista pero también para estar en contacto con muchas personas que no van a actos, ni actividades convocadas por los partidos políticos.

Mientras escribo esta columna estoy teniendo una reunión en un grupo de 92 personas. Son jóvenes que están intercambiando sobre lo que está sucediendo en un programa de debate en la televisión. Parece obvio aclarar que no todos escriben a la misma vez, pero a todos les están llegando las distintas posiciones, no solo a través de texto sino también con emoticones o audios que facilitan el entendimiento de la intención de lo expuesto.

También tengo algunas cuantas charlas uno a uno, en grupos de a tres o cuatro, comentarios sueltos en grupos de 30 o más, y otras tantas derivadas de la reunión “original” de los 92. “Te escribo por acá, porque hay cosas que no puedo poner en el grupo”, me dice uno de los que me habló aparte. Terminamos formando opinión grupal sobre la pertinencia de la imagen de la virgen en la rambla. ¿Profunda? Quizás no tanto, pero posible y participativa.

En el último tiempo, a pasos acelerados, se está haciendo habitual tener comisiones y plenarios políticos por esta vía. Los utilizamos para sacar una declaración, tomar una postura con respecto a un tema, o incluso definir la realización de un evento. Gran parte de la participación no es presencial, sino aportando desde el ómnibus, la casa o el trabajo.

Las herramientas de las redes sociales propician una integración que de otra forma no sería practicable: por ejemplo, tenemos comisiones que trabajan con integrantes desde distintos departamentos e incluso fuera del país. Día a día recibimos comentarios buenos, y de los otros. Es revolucionario ese contacto, pero también desafiante en lo personal, porque no todo es color de rosas. Muchos "me gusta", grupos o "seguidores" no significan más votos, ni aceptación de tus ideas.

La política antes tenía la necesidad de hacer actos masivos, movilizaciones cortando calles y veredas, plazas llenas. Ahora la participación se ha diversificado. Podemos estar teniendo varias reuniones en simultáneo sobre varios temas. Ayer estaba en una y mandé un video en Snapchat. Uno de los presentes la estaba transmitiendo en vivo por Periscope para varios que no habían podido ir. Algunas frases se pusieron en Twitter acompañadas de fotos. Acto seguido, camino a la parada, saqué una foto de un contenedor de basura lleno y en mal estado, y lo publiqué en Facebook con un comentario.

Antes solo te podías enterar lo que pensaba, hacía o decía un político o un partido por los diarios o la radio: hoy es posible transmitir directamente desde un pequeño teléfono y cualquiera puede hacerte llegar un comentario, una idea o su disconformidad de forma directa.

En este nuevo escenario perdimos un poco de profundidad y calidad en el debate. Sin embargo, la acción política está más accesible, visible y participativa gracias a las redes. ¿Cuál es el punto de equilibrio? Eso, por ahora, no está tan claro.

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Sobre este blog
Ruta 26 es el blog de Gonzalo Baroni en EnPerspectiva.net. Toma su nombre de una de las principales rutas que atraviesa transversalmente al Uruguay (y que llamativamente nunca ha estado en buenas condiciones). Actualiza los miércoles.

Sobre el autor
Gonzalo Baroni nació en Montevideo, en democracia. Economista por la Universidad de la República, militante universitario y sindical, integró el Consejo de Ciencias Económicas. Funcionario de Casinos del Estado, Ministerio de Economía y Finanzas, actual presidente de la Juventud del Partido Nacional y docente de Matemáticas en Secundaria. Lector compulsivo. Hincha de Nacional. Integrante de La Mesa de En Perspectiva.

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