Por Gonzalo Baroni ///
Ah, el Uruguay. Un país pequeño en comparación con la región, con menos del 1 % de la población sudamericana y poco más del 1,1 % de su PBI. Al decir de Alberto Methol Ferré en El Uruguay como problema, libro que debería ser de cabecera para esta temática, "somos un país pequeño y la historia nos arroja al desmesurado papel de ser también actores reales".
Hemos tenido décadas a los tumbos. Dependencia de potencias, modelos de sustitución de importaciones groseros y fallidos. En los últimos años, gran parte de la renta generada por los commodities fue dilapidada. Nos ha faltado sustentabilidad. No ha habido visión de largo plazo ni de los gobernantes, ni del sistema político ni de la sociedad en conjunto. Ha faltado coherencia en cuanto a nuestra inserción internacional, algo bastante básico para un pequeño país.
Nuestro chauvinismo criollo nos hace enorgullecer de nuestro lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU y nos obliga sobriamente a discutir nuestro papel global. Nos hace reflexionar cómo desde la capital más austral de América lograremos llamar la atención en el concierto mundial.
Incidir en este juego puede realizarse de diversas formas, comercial o políticamente. Esas dos opciones, sin embargo, parecen bastante lejanas a nuestra realidad. Entonces, ¿qué camino debemos seguir?
No nos destaca nuestra abundancia en recursos naturales ni nuestra tecnología de punta. Tenemos estabilidad jurídica y buena reputación como nación –aunque solo estén enterados aquellos que investigan un poco–. Nuestra ubicación nos favorece porque estamos entre dos potenciales jugadores globales –o intento de ello–. Sin embargo, seguimos lejos del circuito. Hablar de hub o polo logístico puede interpretarse comercialmente, pero no podemos escapar a nuestra condición de “país de servicios”.
Teniendo presentes estas debilidades, continúo con un enfoque de inserción en el mundo, dejando de lado tantos temas políticos, como la ONU, el Estado Islámico y las grandes potencias, pero es a conciencia. Uruguay precisa definir qué debemos y queremos hacer en los próximos años y décadas. Solo con los consensos en el partido de Gobierno no será posible. Las discusiones intestinas del Frente Amplio no hacen más que alentar un debate serio que incluya a todos los actores.
Uruguay se merece una estabilidad en su foco internacional, de al menos 25 años para adelante. Algo que muy pocos visualizaron un cuarto de siglo atrás, con la fundación del Mercosur. Hoy tenemos asimetrías en el comercio, caprichos de nuestros vecinos y una mordaza a la hora de elegir. Todo lo contrario a lo que a uno le gustaría en este proceso.
En estas discusiones supimos tener vocación –quizás aún la tengamos– de incidir en el juego global pero ¿debemos hacerlo solos? ¿Con el Mercosur? ¿Con el resto del continente? Latinoamérica se ha encargado de venderse al mejor postor, y los últimos acuerdos han sido puramente ideológicos.
Uruguay debe participar en ámbitos de negociación comercial y política con la cabeza puesta en liderar o impulsar un proceso regional, que haga de esta zona del mundo un mejor lugar para vivir. Tenemos los recursos. Quizás el tan discutido TISA –un acuerdo internacional en negociación en Ginebra para liberalizar el comercio de servicios– es el camino, pero las guiñadas hechas en su momento por posibles apoyos en el Consejo de Seguridad de la ONU se asimilaron más a una subasta que a una política de Estado.
En 1967, Methol Ferré auguraba: “el viejo Uruguay agropecuario, extravertido y agotado ya no permite el cada uno en su casa, y tiene que abrirse a sus vecindades latinoamericanas. Para el Uruguay interiorizarse es latinoamericanizarse. Nuestra política nacional será ir más allá del Uruguay para salvar al Uruguay en el sentido de su propia historia. Si Ponsomby ha muerto, nos queda Artigas”.
Discutamos nuestro papel. Pensemos ahora que podemos. Nadie ni nada nos apura.
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Sobre este blog
Ruta 26 es el blog de Gonzalo Baroni en EnPerspectiva.net. Toma su nombre de una de las principales rutas que atraviesa transversalmente al Uruguay (y que llamativamente nunca ha estado en buenas condiciones). Actualiza los miércoles.
Sobre el autor
Gonzalo Baroni nació en Montevideo, en democracia. Economista por la Universidad de la República, militante universitario y sindical, integró el Consejo de Ciencias Económicas. Funcionario de Casinos del Estado, Ministerio de Economía y Finanzas, actual presidente de la Juventud del Partido Nacional y docente de Matemáticas en Secundaria. Lector compulsivo. Hincha de Nacional. Integrante de La Mesa de En Perspectiva.