Por Ricardo Soca ///
En latín hasta (asta) era el sustantivo que servía para denominar toda arma que consistiera en un mástil terminado en una punta metálica, tal como una lanza o una pica.
En Roma, una lanza hincada sobre un inmueble lo identificaba como propiedad del Estado, por lo que, cuando se llevaba a subasta algún bien de un deudor del Fisco, se clavaba una lanza sobre esa propiedad con la orden: sub hasta vendere (vender lo que está marcado por la lanza). De esta expresión surgió en latín el verbo subhastare (vender la propiedad identificada por una lanza), que llegó al español por vía culta en el siglo XVIII como subastar, junto con el sustantivo subasta, que fue incluido por primera vez en el diccionario de la Academia en 1803 con el significado de «venta pública de bienes ó alhajas que se hace al mejor postor por mandado y con intervención de la Justicia».
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Lengua curiosa, el blog de Ricardo Soca en EnPerspectiva.net, actualiza los martes con los secretos que albergan las palabras en su significado. El primer martes de cada mes incluye también una de sus Grageas de lenguaje.