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Por Gabriel Díaz ///
Contacto jueves 24 de junio
Se alquilan jaulas para hombres solos. La vibrante y esplendorosa Hong Kong guarda secretos de esta naturaleza: apartamentos de 50 metros cuadrados divididos en jaulas ocupadas por varias personas. No están presos, están enjaulados. Se pueden ver hasta 15 por apartamento, cada uno en su jaula. Varias organizaciones locales sostienen que son alrededor de 100.000 los ciudadanos que “viven” en estas condiciones consentidas por el gobierno comunista y capitalista local. Alquilar una jaula puede costar unos 100 dólares estadounidenses, en caso de que esté colocada encima de otra. Si la jaula es la inferior, la que toca el suelo, el precio ronda los 150 dólares. Esta última ofrece evidentes ventajas de accesibilidad.
El bambú es una de las plantas más generosas de esta tierra. Cura, alimenta, perfuma. La nobleza del bambú ha inspirado a poetas y a pintores. Es flexible y resistente. En Hong Kong, los obreros trepan 30 pisos en sólidos andamios de bambú. Aguanta tempestades, naturales o humanas. Existen el bambú de la suerte, el bambú protector, el que espanta a los malos espíritus. El ancho de su caña puede llegar a los 25 centímetros. Crece rápidamente y puede vivir muchos años, más de cien. El museo de arte moderno de esta ciudad exhibe una colección de objetos de bambú tallados a mano, conservados como uno de esos grandes tesoros que no caducan sino que embellecen con el tiempo.
Para hacer dinero en Hong Kong no hace falta ser inteligente, con tener el pasaporte correcto y no ser estúpido es suficiente. Así de tajante fue la respuesta de un joven empresario nacido en Estados Unidos y radicado en este enclave chino, cuando lo consulté sobre el secreto de su éxito. Si tu documento es paquistaní y huyes de la intolerancia política y religiosa, por ejemplo, Hong Kong no te recibirá con los brazos abiertos. Te dará un permiso temporal, eso sí, pero no te permitirá trabajar. Si lo haces, estarás sujeto a una pena de 15 meses de prisión y correrás el riesgo de que te deporten. En esa situación se encuentran los 10.000 refugiados solicitantes de asilo que han escapado de países africanos o asiáticos, perseguidos por el fanatismo o los delirios de la guerra.
Una publicación, de las pocas que circulan en inglés, lamenta la ausencia de Luis Suárez en esta Copa América. Dice que lo justo habría sido darle la oportunidad de corregir su comportamiento dentro y no fuera del campo de juego, con la camiseta celeste puesta.
Allá con frío y acá con calor. Despedimos junio con una fuerte lluvia tropical y una brisa suave que relaja el ánimo cuando el mar se traga al sol. Los hongkonenses huyen del sol, como si lo detestaran, y se escudan del sofoco con minúsculos ventiladores Made in China. Con más o menos calor, los transeúntes son capaces de subirse al ómnibus, entrar a una tienda, sentarse en un banco, doblar la esquina, salir de un supermercado y cruzar la calle, sin quitar la vista de sus galácticos teléfonos inteligentes. Ya tiene nombre: síndrome del cuello roto.
El feng shui (viento y agua en mandarín) está presente en los pequeños detalles cotidianos y hasta en la construcción de los grandes rascacielos. Este conocimiento ancestral nos recuerda que el espacio es pura energía que fluye, viene y va, como el viento y el agua. Nos conviene, por tanto, no estorbarla y sí favorecer su corriente. Una de las imágenes muestra cómo las escaleras mecánicas de un gigante rascacielos fueron instaladas de una forma bastante peculiar. Nadie se equivocó. Fue un maestro del feng shui quien sugirió dónde y en qué dirección debían erigirse. Y así fue. Explican por acá que las agudas terminaciones del edificio del Banco de China, construido cuando Hong Kong era colonia británica, amenazaban la casa del gobernador. Hoy la ciudad es china y la residencia sigue allí, pero el jefe del ejecutivo decidió mudarse a instancias de los maestros del feng shui.