Análisis Económico

La industria láctea en números: Situación y perspectivas en un período de incertidumbre

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El cierre –con pocos meses de diferencia– de las plantas lácteas de Ecolat y Schreiber Foods es una preocupación para el gobierno nacional, para los intendentes de San José y Colonia por el impacto que tenían esas empresas en esas localidades y sin duda para los productores.

Pero esa es solo una parte de la situación de incertidumbre que atraviesa hoy el sector lechero uruguayo, donde pega fuerte la caída de los precios internacionales. El martes la analizamos en La Mesa Agropecuaria de En Perspectiva, incluyendo la realidad que se vive a nivel de los productores, que además están viendo afectada la remisión como consecuencia de la sequía.

Hoy les proponemos retomar el tema desde los números. En seguida, conversaremos con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.

ROMINA ANDRIOLI (RA):
Tamara, empecemos por entender cuán fuerte es el shock desde el resto del mundo. ¿Cuánto han caído los precios de los lácteos a nivel internacional? ¿Cuánto han bajado, en particular, las exportaciones uruguayas de lácteos?

TAMARA SCHANDY (TS):
La caída de los precios internacionales de los lácteos fue realmente muy fuerte, incluso más pronunciada que la que tuvieron otros productos de base agropecuaria que son importantes para Uruguay, como los granos por ejemplo.

Si tomamos los precios de Nueva Zelanda, que son de referencia habitual en el mundo, y nos fijamos en los valores de junio, estamos hablando de precios en torno a 2.300 dólares por tonelada de leche en polvo entera, cuando sólo dos años atrás, en el 2013, vimos cifras arriba de 5.000 dólares por tonelada… más del doble. En el caso del queso, para tomar otro ejemplo, la caída en las referencias de Nueva Zelanda es del orden de 35 % desde los picos máximos de comienzos de 2014.

En este marco, no sorprende entonces que las exportaciones de lácteos estén cayendo fuertemente. Recordemos que las empresas de este sector generalmente cierran balance en julio. En lo que va de este ejercicio, que empezó en agosto, estamos con descensos de dos dígitos. Los lácteos son de los rubros de exportación de Uruguay que más están cayendo.

RA – ¿Podemos repasar más concretamente las cifras?

TS –  Claro. Desde que comenzó el ejercicio en agosto hasta mayo se observa una caída promedio de 33 % interanual. La leche en polvo cae 46 % en la comparación con los primeros 10 meses del ejercicio anterior. Los quesos algo menos, pero igual bajan 20 %.

Si miramos el número global una parte es efecto precio y otra parte es efecto volumen… Y allí cabe explicar otro gran tema, que es que esta industria no sólo está enfrentando una coyuntura de precios internacionales más bajos sino que se trata de una industria que venía mostrando una alta concentración de mercados, y en países que eran de riesgo.

RA –  En La Mesa Agropecuaria del martes se conversó justamente de la importancia de Venezuela como mercado de destino en los últimos años… y cómo el descalabro económico en ese país está determinando ahora una caída fuerte de las ventas. ¿Cuánto absorbía ese mercado? ¿Y a dónde va el resto de la producción?

TS – En el total de las exportaciones de la industria láctea, Venezuela concentró aproximadamente un tercio del monto el año pasado. Pero depende mucho del producto. En queso llegó a concentrar más del 60 % de las ventas en 2013, antes de que comenzara a caer más fuertemente.

Lo que sucedió es que Venezuela ofrecía precios muy superiores a las referencias internacionales, que naturalmente atraían negocios… En 2013, por ejemplo, la diferencia del precio de exportación del queso a Venezuela y la referencia de precio de queso en Nueva Zelanda fue del orden del 30 %… Eran precios más altos pero también a un riesgo importante… y ese riesgo se materializó. No sólo es un tema de que están cayendo los volúmenes de venta sino que además hay un problema de cobro de exportaciones ya hechas.

RA – ¿Y a dónde va el resto de la producción?

TS – Sacando Venezuela, la concentración igual es grande. El año pasado y volviendo al total de productos, Brasil y Rusia absorbieron un 15 % cada uno, y China un 8 % adicional. O sea que si sumamos Venezuela, Brasil, Rusia y China tenemos que cuatro mercados concentraban casi el 75 % de las ventas.

¿Qué pasó ahora? Las ventas a Venezuela siguen cayendo mucho y el flujo a China casi que desapareció. Habían sido compras agresivas pero puntuales en el ejercicio pasado. Rusia está haciendo de soporte (sobre todo para los quesos), pero recordemos que es un país que devaluó bastante en el último año – año y medio… Y las ventas a Brasil también caen… Uruguay también está complicado en materia de competitividad frente a Brasil. Ahora mejoró un poco, pero en marzo estábamos en niveles comparables a los que tuvo Uruguay cuando Brasil devaluó en 1999 y Uruguay se quedó en el régimen de tipo de cambio fijo, con un atraso muy importante.

RA –  Está claro que el panorama de ingresos está muy complicado. ¿Qué sucede a nivel de costos?

TS – Venimos de muchos años de suba fuerte de todos los costos en dólares en Uruguay, de la mano de obra pero en general de casi todos los costos. Eso le pega a todas las industrias, pero el problema es que a la láctea la encuentra ahora con ese panorama de ingresos que describía antes.

Y el otro punto es que en la última década, antes de que los commodities empezaran a aflojarse, tuvimos un período de aumento muy fuerte de los precios y de la producción, que permitió a Conaprole mejorar su eficiencia y subir también el precio pagado al productor. Eso naturalmente benefició a la parte primaria del complejo (los productores), pero también puso en dificultades a otras empresas, que posiblemente no tuvieran la misma eficiencia y que además debían pagar precios incluso más altos a los productores para asegurar volúmenes relevantes.

RA – ¿De qué magnitudes estamos hablando, Tamara?

TS – Fruto del aumento del precio en pesos y de la apreciación cambiaria, entre 2003 y 2013 el precio medio de la leche al productor pasó de poco más de 10 centavos por litro a unos 40-45 centavos por litro… Se multiplicó por más de tres veces; aumentó mucho más que lo que subió el precio medio de exportación en esos mismos 10 años.

Ahora naturalmente cayó (alrededor de un 30 % desde esos máximos), pero también viene bajando menos que el precio de venta.

Si miramos cuánto pesa el precio de la leche cruda en el precio medio de venta de la industria, INALE (que es el Instituto Nacional de la Leche en Uruguay) informa que la relación pasó de 50 % en 2003 a valores entre 70 % y 75 % de 2013 a esta parte… Esto significa que llevando todo a volúmenes comparables (porque no es lo mismo el requerimiento lácteo de una tonelada exportada de leche en polvo, que el de una de queso o de manteca), la principal materia prima pasó de representar 50 de cada 100 dólares vendidos a pesar entre 70 y 75 dólares de cada 100 vendidos. Es un cambio realmente fuerte.

RA – Para terminar, Tamara, ¿cuán importante es el mercado interno en todo este panorama? ¿Es un sostén relevante en este momento de caída de los precios de exportación?

TS – Si uno mira los diferentes precios de lácteos que están en el IPC y los divide por tipo de cambio, se están viendo caídas en dólares del orden del 5 % interanual… O sea, los precios internos están cayendo mucho menos que los valores de exportación. También habían subido bastante más en años previos. Visto así, naturalmente que las empresas que tienen una porción relevante de sus ventas en el mercado interno (como Conaprole) están en una mejor posición frente a esta coyuntura.

Pero igual hay que tener presente que los precios arbitran. Nuestros modelos de hecho proyectan que los precios en Uruguay deberían caer, máxime cuando estamos en una coyuntura de tipo de cambio subiendo.

Y en última instancia hay un tema de volumen… Según nuestras estimaciones, las exportaciones son el 60 % de la facturación agregada de la industria láctea… No hay cómo compensar todo en el mercado interno.

Por eso entendemos que este año el cambio en la coyuntura externa va a seguir teniendo un impacto fuerte en la rentabilidad del sector.

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