La semana pasada explotó un escándalo de corrupción mayúsculo en Brasil, que involucra nada más ni nada menos que al propio presidente Michel Temer.
En una grabación de audio entregada a la Justicia por el empresario Joseley Batista (uno de los dueños y director del gigante de la alimentación JBS, entre otros negocios) Temer aparece convalidando coimas al expresidente de la Cámara Diputados Eduardo Cunha (hoy en prisión) para asegurar su silencio.
En dos comparecencias ante la prensa el mandatario negó que las cosas hubieran ocurrido como aparenta en la grabación y aseguró que no iba a renunciar… pero su continuidad en el poder está, de hecho, en la cuerda floja.
En los últimos días esta noticia ha ocupado varios espacios en nuestro programa. Ahora vamos a analizarla desde la perspectiva económica… ¿Qué impactos ha tenido este hecho en estas primeras jornadas a nivel de los mercados financieros? ¿Cómo cambian las perspectivas para la economía brasileña? ¿Qué implicancias puede tener esta crisis institucional en brasileña en el resto de la región y en nuestro país en particular? Lo conversamos con la economista Florencia Carriquiry, de la consultora Deloitte.
Emiliano Cotelo (EC) ¿Cuáles han sido los principales impactos, hasta el momento, en los mercados financieros de esta “bomba” que estalló la semana pasada?
FC – El jueves, al otro día de que estallara el escándalo, vimos una reacción muy brusca en los mercados, con una suba abrupta del dólar y una caída fuerte de la bolsa. Concretamente, el tipo de cambio pasó de R$ 3,11 al cierre del miércoles a R$ 3,38 al finalizar el jueves. Es decir que vimos un aumento del dólar de casi 9 % en un solo día y que además se dio pese a que el Banco Central realizó ventas muy intensas (por unos US$ 4.000 millones) a través de swaps. Y al mismo tiempo el Bovespa sufrió una baja de casi 9 % en la misma jornada… incluso en un momento del día la bolsa llegó a acumular una caída de más de 10 % y debió interrumpir transitoriamente la actividad.
De todas maneras, Romina, es importante advertir que entre el viernes y el día de ayer lunes esa reacción inicial el jueves se revirtió parcialmente… De hecho, ayer cerramos con un dólar en R$ 3,29, que supone una baja de casi 3 % frente al jueves. Igualmente, este valor del dólar sigue estando casi 6 % por encima del valor del miércoles previo al estallido del escándalo y con el Banco Central vendiendo unos US$ 2.000 millones diarios entre viernes y lunes.
Y a nivel de la bolsa también vimos cierta recuperación el viernes, aunque ayer lunes volvió a bajar y cerró 9 % abajo del cierre del miércoles pasado.
EC – Florencia, sé que pasaron unos pocos días y todavía hay mucha incertidumbre. Ahora, ¿cómo cambia tras este episodio el escenario positivo que se venía advirtiendo para Brasil hasta el momento?
FC – Como decís todavía hay mucha incertidumbre, pero este episodio puede cambiar bastante el clima de expectativas que veníamos viendo en relación a Brasil. Hasta la semana pasada, estaban muy asentadas las expectativas de que la economía brasileña estaba finalmente comenzando a reactivarse. De hecho, las cifras del primer trimestre del año a nivel del Indicador Mensual de Actividad Económica marcaron una expansión de algo más de 1 % frente al último trimestre de 2016 (en lo que es la medición desestacionalizada) y aunque los datos más recientes (de marzo) no estaban siendo buenos (ni en este indicador ni a nivel de otros indicadores parciales relacionados a la industria o a los servicios), se venía consolidando una perspectiva de crecimiento moderado para 2017 y 2018. Concretamente, las últimas estimaciones que venían manejándose tanto a nivel de analistas locales como de organismos internacionales apuntaban a un incremento del PBI de aproximadamente 0,5 % promedio anual este año (que en términos de punta a punta suponía una expansión cercana al 2 %) y un crecimiento aún más firme en 2018(en torno a 2,5 % promedio anual).
Hoy el escenario se torna mucho más incierto y probablemente esas proyecciones se van a estar corrigiendo al menos algo a la baja. Por ejemplo, la Fundación Getulio Vargas y otros analistas ya han comenzado a advertir del riesgo de que esta crisis política podría terminar derivando en que la recesión se extienda a 2017.
Hay que tener presente, Emiliano, que más allá de los impactos de la noticia a nivel del dólar y de la bolsa que comentábamos antes, toda esta situación abrió una crisis institucional muy grande y supone por la vía de los hechos un freno a algunas reformas que se esperaba avanzaran a partir de este año y que son muy importantes para pensar en una reactivación sostenible de la economía brasileña a futuro. Si bien aún no está claro cómo será la resolución de esta crisis, seguramente este año tendremos un gobierno virtualmente paralizado en Brasil.
EC – De hecho, una de las grandes incertidumbres hoy tiene que ver con la continuidad del propio Temer en el poder… ¿verdad?
FC – Exactamente. Hoy ni siquiera está claro hasta cuando Temer será Presidente… Los analistas políticos señalan que hoy están abiertos varios escenarios futuros en ese respecto. Si Temer finalmente abandonara la Presidencia, ya sea por su propia renuncia (aunque por el momento él ha dicho que no va renunciar), o por acciones legales del congreso o de la justicia, el Congreso debería elegir un nuevo presidente… así lo establece la normativa actualmente. Sin embargo, buena parte del mismo Congreso está también muy cuestionada por diversos escándalos de corrupción y por eso varios analistas señalan que otro camino posible es el de cambiar la constitución para adelantar las elecciones directas. Esa solución traería más legitimidad al nuevo presidente, pero tomaría todavía más tiempo. Y el otro elemento, es que al menos en base a las últimas encuestas, esa solución podría derivar en una nueva elección de Lula, que contaría con la legitimidad de haber sido electo popularmente pero que podría seguir envuelto en denuncias de corrupción y alargar esta situación de inestabilidad política.
Lo cierto es que el panorama aún no está nada claro y, en este contexto, las reformas seguramente seguirán pendientes por un tiempo largo y los riesgos para Brasil aumentan…
EC – ¿A qué te referís concretamente con eso de que los riesgos aumentan, Florencia?
FC – A ver… como hemos comentado otras veces, Brasil presenta una situación fiscal realmente muy mala. En los últimos doce meses a marzo el déficit primario (es decir, antes del pago de intereses) se ubicó apenas por debajo de 2,5 % del PBI y el déficit global está en más de 9 % del PBI. El gobierno de Temer anunció algunas medidas para intentar corregir estas cifras, pero la más importante tiene que ver con el congelamiento del gasto en términos reales…con lo cual, la perspectiva, en el mejor de los casos, apuntaba a una mejora lenta de ese desequilibrio fiscal y descansaba esencialmente en que el crecimiento económico esperado se fuera materializando. En ese marco, el gobierno estaba muy jugado a destrabar este año la reforma previsional que desde hace años tiene pendiente Brasil y los mercados estaban muy confiados en que finalmente se lograría avanzar en ese frente que es clave para pensar en la sostenibilidad futura de las finanzas públicas brasileñas y, en última instancia, en la continuidad de la recuperación económica. De hecho, en las últimas horas las agencias calificadoras han advertido que en este contexto la nota de deuda de Brasil enfrenta presiones bajistas.
EC – Entonces, Florencia y para ir terminando ¿qué impactos podemos imaginar para la región y para Uruguay en particular de esta crisis en Brasil? ¿Cambia en algo el escenario que veníamos comentando en los últimos meses para nuestro país?
FC – Como decía recién, es muy prematuro aventurar pronósticos, pero todo indica que la economía brasileña va a crecer menos de lo que imaginábamos hasta la semana pasada, en medio de un contexto de mucha inestabilidad y sin avances en las reformas pendientes y, como decía antes, eso exacerba la fragilidad fiscal en este vecino.
Además, con la incertidumbre que se abre, la posibilidad de que el dólar suba todavía más en los próximos meses aumenta (de hecho, los contratos a futuro en Brasil en estas horas están ubicando al tipo de cambio en más de R$ 3,45 al cierre de 2017) y eso supone riesgos mayores para nuestra competitividad bilateral con este vecino. Incluso más allá de cuánto más suba el dólar en los próximos meses, la volatilidad cambiaria puede dificultar de por sí nuestros negocios con Brasil.
En definitiva, Emiliano, de nuevo, es muy prematuro para pensar en cambiar pronósticos, pero sin dudas estamos ante una mala noticia para la región toda y por lo tanto para Uruguay también.
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Mesa relacionada
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