La semana pasada se confirmó que la economía de nuestro país tuvo un crecimiento de solo 1 % en el promedio del año pasado y que de hecho el PBI estuvo prácticamente estancado en los últimos trimestres. Ese enfriamiento de la actividad económica impacta en varios frentes. Hoy les proponemos dedicar el espacio de análisis económico a uno de ellos: el fiscal. Análisis de la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.
Análisis económico
Martes 05.04.2016
La semana pasada se confirmó que la economía de nuestro país tuvo un crecimiento de solo 1 % en el promedio del año pasado y que de hecho el PBI estuvo prácticamente estancado en los últimos trimestres.
EMILIANO COTELO (EC) —Ese enfriamiento de la actividad económica impacta en varios frentes. Hoy les proponemos dedicar el espacio de análisis económico a uno de ellos: el fiscal. ¿Cómo está influyendo el menor crecimiento sobre la recaudación del Estado? ¿Está habiendo una contención del gasto para compensar ingresos menores a los que se habían presupuestado? ¿Cómo se espera que evolucione el déficit en lo que queda del año? En los próximos minutos conversaremos sobre este tema con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.
Tamara, te propongo que comencemos situando a los oyentes con algunas cifras básicas de la situación fiscal actual. ¿Cuál es el balance de las cuentas públicas? ¿Cómo estamos respecto a lo que preveía el presupuesto que se aprobó el año pasado?
TAMARA SCHANDY (TS) —Los últimos datos llegan hasta febrero y marcan un déficit global de 3,7 % del PBI.
Eso supone un desequilibrio bastante más grande que el que preveía el presupuesto para el año pasado y para éste (3,3 % del PBI para diciembre 2015 y 3,1 % del PBI para fin de 2016).
Hay que decir que Uruguay está pagando un poco más de intereses de deuda de lo que estaba previsto, pero el resultado primario (o sea, el balance de ingresos y egresos antes del pago de intereses) también tiene un desvío respecto al presupuesto. De hecho, los últimos datos lo colocan en terreno ligeramente negativo, cosa que no estaba prevista en la proyección oficial.
Hay varios elementos que están jugando en diferentes direcciones a nivel del resultado primario, pero una de las claves de este desvío es justamente –como tú adelantabas- que los ingresos están teniendo una performance bastante pobre. Los datos mensuales tienen cierta volatilidad, pero por ejemplo el año pasado tanto los ingresos agregados del Gobierno central como los del BPS terminaron cayendo en términos reales (o sea, subieron en pesos corrientes pero lo hicieron menos de lo que subió el IPC).
EC —¿Cómo compara eso con los supuestos de ingresos que se tomaron al momento de hacer el presupuesto?
TS —Al consolidar Gobierno central y BPS el presupuesto preveía ingresos por el equivalente a 27,3 % del PBI para 2015. Los datos reales estuvieron en 27,1 % del PBI. En los doce meses a febrero 2016 hay una pequeña mejora, pero hay un rezago evidente.
Esto a su vez se vincula con que el presupuesto preveía un crecimiento de la economía de 2,5 % tanto para 2015 como para 2016. El primero de esos números fue 1 % y el crecimiento de este año probablemente va a ser todavía más pequeño que eso… A propósito de este tema el subsecretario [de Economía Pablo] Ferreri dijo el viernes que seguramente se va a rever la proyección oficial. Todavía no se sabe a qué nivel, pero es claro que (salvo que medie un cambio en la carga impositiva), el Gobierno estará trabajando con un escenario de ingresos por debajo de los que se habían previsto originalmente.
EC —¿Qué está pasando del lado de los gastos?
TS —El año pasado hubo un ajuste fuerte a nivel de la inversión. En el Gobierno central la baja fue de 10 % y en las empresas públicas de 35 % en términos reales. El presupuesto ya había previsto que 2015 iba a ser un año de menores inversiones, pero la baja fue mayor que la que se había contemplado inicialmente en el plan.
A nivel del resto de los gastos del Gobierno hubo también una moderación, aunque hay comportamientos bastante heterogéneos a nivel de rubros. Por ejemplo, la masa de remuneraciones en el consolidado Gobierno central–BPS quedó estable en términos reales el año pasado, y los datos de enero-febrero de 2016 también muestran estabilidad en la comparación interanual. Sin embargo, en otros renglones aún se ven incrementos significativos. Ese es el caso de las transferencias, por ejemplo, que en los dos primeros meses de 2016 están 5 % arriba en términos reales de los niveles de enero-febrero de 2015. En ese grupo hay partidas muy diversas, incluyendo el sistema de salud, las asignaciones familiares, el seguro de desempleo (que está subiendo casi 25 % en términos reales producto de la caída del empleo). También se incluyen los aportes que el BPS recauda y luego vuelca a las cuentas de ahorro previsional de los trabajadores en las AFAPs.
EC —¿Qué muestran las cifras del Ministerio respecto a los balances de las empresas públicas? Recién adelantabas que había habido un ajuste fuerte en las inversiones, ¿pero cómo evolucionaron los demás rubros?
TS —El resultado de las empresas públicas fue de los que evolucionó mejor a lo largo de 2015, en parte por el fuerte ajuste de las inversiones que recién comentaba, pero también debido a otros factores.
Por un lado, se dio un escenario de costos más bajos en UTE y ANCAP. Eso se debe, por un lado, a la notoria caída del precio internacional del petróleo que dio desde fines de 2014. Para hacernos una idea, el barril de Brent se ubicó en promedio en US$ 100 en 2014, mientras que en 2015 el promedio fue de algo más de US$ 50 y actualmente estamos con un barril cerca de US$ 40. A eso se sumó un cambio estructural a nivel de generación energética, con un avance de fuentes renovables como la eólica, lo que tendió a reducir los costos de generación.
EC —Y también estuvo la decisión de no bajar las tarifas a pesar de ese abaratamiento de costos…
TS —Sí. Con restricciones para mejorar otros componentes de las cuentas públicas, el Gobierno se había planteado ya el año pasado en ocasión de la Ley de Presupuesto ir mejorando progresivamente las cuentas de las empresas públicas, hasta aumentar su contribución en un punto del PBI en toda la administración.
En lo que va de 2016 se mantiene un escenario bastante favorable en este frente, con cifras similares a las de cierre de 2015.
EC —Para terminar, Tamara, ¿qué cabría esperar de la próxima instancia de rendición de cuentas?
TS —Las autoridades se han referido en varias ocasiones a la necesidad de ser cuidadosos con las cuentas públicas y con la evolución del gasto. En la rendición de cuentas estará la oportunidad de ver concretamente qué supone eso. También será interesante ver cómo se ajusta el escenario macroeconómico que subyace a la programación fiscal, porque eso también irá dando pistas de qué se imagina el Gobierno en adelante.
EC —Ferreri adelantó en estos días que no se tocará gasto social. ¿Hay margen de maniobra para operar sólo en las demás áreas?
TS —Depende a qué resultado fiscal se aspire a llegar… y recordemos que el ajuste en las inversiones en buena medida ya se procesó… estamos con el nivel más bajo en relación al PBI desde 2008, con un ratio no tan distinto al que teníamos a la salida de la crisis de 2002. Ese “tiro” ya se usó.
Por lo tanto, habrá que ver si el Gobierno logra articular una reasignación que permita mantener una perspectiva de mejora del resultado fiscal (que de por sí era modesta en la proyección original), o si la revisión de pronósticos termina implicando aceptar además un resultado fiscal peor al que se había proyectado inicialmente.
Otra alternativa sería topear la ejecución del gasto este año, posponer las subas de gastos aprobadas en la Ley de Presupuesto del año pasado para 2017 y, eventualmente, ajustar también algunos impuestos, aunque por el momento eso no ha estado explicitado en la agenda. A nuestro juicio, son temas que pueden venir en los próximos meses.
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Foto en Home: Billetes de dólares americanos, foto ilustración. Crédito: Javier Calvelo/adhoc Fotos.