Análisis Económico

¿Hay atraso cambiario en Uruguay?

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“El sector agrícola ha estado sufriendo en los últimos años una significativa pérdida de competitividad, provocando una importante disminución de ingresos para la economía de nuestro país”. Así arranca el comunicado que emitió este lunes la Asociación Rural del Uruguay (ARU), alertando sobre la falta de competitividad que está atravesando el sector agrícola.

Emiliano Cotelo (EC) —Dentro de los factores detrás de esa situación, la ARU pone especial énfasis en cómo el atraso cambiario y la evolución de costos energéticos frente a los de nuestros vecinos –y competidores en terceros mercados- afectaron la rentabilidad de varios cultivos.

Por otra parte, el ministro Astori fue muy asertivo la semana pasada al declarar en un desayuno de trabajo organizado por Somos Uruguay que “El país no tiene atraso cambiario. Tiene una política cambiaria que acompaña las tendencias internacionales y elimina volatilidades”.

A raíz de estas declaraciones, nos pareció oportuno dedicar nuestro espacio de análisis económico de hoy a analizar este tema… En seguida, el diálogo es con el economista Pablo Rosselli, de la consultora Deloitte.

Romina Andrioli (RA) —Pablo, para situar a los oyentes… ¿a qué nos estamos refiriendo exactamente cuando hablamos de atraso cambiario?

Pablo Rosselli (PR) —Tenemos que decir en primer lugar que el término “atraso cambiario” es relativamente impreciso en términos técnicos… y que se lo suele utilizar teniendo en cuenta a veces distintas consideraciones.

En términos generales, decimos que en un país hay atraso cambiario cuando ese país se está quedando caro en dólares o, mejor dicho, cuando está más caro en dólares que otros países. De algún modo, lo usamos cuando pensamos que el tipo de cambio se ha quedado rezagado respecto a un valor que consideramos de equilibrio o en algún modo deseable o conveniente.

El punto es que ese valor teórico o de equilibrio sobre el cual medir ese rezago cambiario es difícil de determinar. Cuando la ARU usa esta expresión seguramente se está refiriendo a que los costos en dólares de nuestro país han subido mucho. Y ciertamente, Romina, Uruguay se ha quedado caro en dólares, bastante más caro de que lo que ha sido la media histórica.

RA —Está claro, Pablo, pero si te parece repasemos cómo se ha comportado el tipo de cambio en estos últimos años…

PR —El tipo de cambio real frente a Estados Unidos (que mide el poder de compra del dólar en nuestro país contra el poder de compra del dólar en EEUU) está hoy un 30 % por debajo de su promedio histórico de largo plazo… El hecho de que este indicador esté por debajo de la media histórica es un criterio frecuente para determinar o argumentar que hay atraso cambiario… Y este desfase o desequilibrio respecto de la media histórica no es para nada distinto del que teníamos por ejemplo a fines de 2014, cuando la cotización del dólar en términos nominales estaba bastante más abajo, en el entorno de $ 24.

Lo que sucede, Romina, es que en forma simultánea con este aumento en la cotización del dólar de los últimos años también hemos ido acumulando inflación. De hecho, los precios al consumo subieron aproximadamente un 25 % desde aquel momento. En términos reales, entonces, un dólar cercano a $ 29 en 2017 no es tan distinto a uno de $ 24 hace tres años.

Esta noción de atraso cambiario, que surge de comparar el poder de compra del dólar en Uruguay con el poder de compra del dólar en EEUU, también la podemos aplicar frente a otros mercados… Podemos ver el poder de compra en otros países…

RA —¿Y a qué conclusión se llega si se toman otras comparaciones?

PR —La conclusión es que frente a varias referencias clave estamos hoy con un tipo de cambio real bajo respecto a la paridad histórica. Por poner algunos números, el tipo de cambio real frente a Brasil está 25 % por debajo de la media histórica… Y contra Australia y Nueva Zelanda la brecha está en torno a 20 % y 15 % respectivamente… Se trata de referencias importantes porque compiten contra la producción uruguaya en terceros mercados.

En comparación con Argentina no salimos mal parados… el rezago es de solo 8 %… pero eso sucede porque al mismo tiempo Argentina también se ha quedado muy cara en dólares… Argentina tiene un valor del dólar en términos reales casi tan bajo como el que había durante la “Convertibilidad”.

En definitiva, Romina, estos indicadores que estamos comentando apuntan a que Uruguay está relativamente caro en dólares… Estamos comentando indicadores de índole macroeconómica pero hay también una contrapartida de índole microeconómica para analizar la competitividad del país…

RA —¿A qué te estás refiriendo, Pablo?

PR —A lo siguiente… Hasta ahora veníamos hablando de indicadores macroeconómicos, que surgen de contemplar el valor de variables como el dólar y los precios del consumo… pero si lo bajamos a la realidad de las empresas lo que vemos es que los costos en dólares están subiendo, mientras que para muchos sectores los precios de exportación medidos en dólares están siendo más bajos que hace unos años… Y eso implica que los márgenes de las empresas han bajado… Para tener una referencia de lo que ha sucedido con los precios de exportación, en Deloitte computamos un índice que sintetiza los precios de los principales rubros exportables de Uruguay y este indicador está actualmente más de un 15 % por debajo de los niveles que teníamos en 2010-2011.

Entonces, desde la perspectiva de las empresas, la falta de competitividad es falta de rentabilidad… Los costos en dólares son altos y los precios de exportación bajaron en los últimos años… En modo análogo, los salarios medidos en dólares están en niveles récord… los costos de los combustibles y de las tarifas de electricidad son muy altas en una comparación internacional.

RA —Pero entonces, Pablo, ¿cuáles son las razones para esgrimir que no hay atraso cambiario como sostuvo el ministro Astori?

PR —Como decía al inicio, no es fácil determinar cuál es el valor adecuado o de equilibrio contra el cuál medir el rezago cambiario. En las cifras que comentaba recién siempre estábamos usando un promedio histórico como medida para evaluar el nivel actual del tipo de cambio… La razón para tomar la media histórica es que la teoría y la evidencia empírica nos dicen que a muy largo plazo, si el tipo de cambio es muy bajo tiende a subir, y si es muy alto tiende a bajar… Los economistas decimos que a largo plazo el tipo de cambio tiende a volver al promedio histórico… esa es una teoría que cuenta con cierta evidencia a su favor…

Pero no es la única teoría posible… En realidad la evidencia empírica nos dice que ese ajuste hacia la media es sumamente lento… Y hay otras teorías que nos dicen que no siempre el tipo de cambio se ajusta hacia su promedio histórico porque hay otros elementos que juegan un rol clave…

RA —¿Cuáles son esos otros factores, Pablo?

PR —Por ejemplo, cuando la productividad en una economía sube fuertemente, el tipo de cambio tiende a bajar… Si el consumo interno o el gasto público son muy altos, el tipo de cambio tiende a ser más bajo… Si mejoran nuestros precios de exportación o se abaratan nuestras importaciones, también el dólar tiende a ser bajo… Si estamos, como ahora, en un mundo de tasas de interés muy bajas, también tendemos a ver una reducción del dólar…

En la jerga de los economistas, a esos factores que afectan el valor del dólar y que lo pueden afectar por mucho tiempo se les llama “fundamentos”.

En Deloitte tenemos modelos que procuran captar justamente eso… la incidencia de esos “fundamentos”…

RA —¿Y qué concluyen con esos modelos?

PR —Esos modelos nos muestran que para el estado actual de esos factores o fundamentos (crecimiento económico, consumo privado, gasto público…), el tipo de cambio no está necesariamente atrasado… Dicho de otro modo, esos fundamentos justifican los valores de tipo de cambio que estamos observando.

Seguramente el ministro Astori, al igual que el presidente del Banco Central cuando se han referido en otras oportunidades a este tema, estaba pensando en esta línea de análisis….

La pregunta que nadie puede responder con certeza, es si esos factores o fundamentos que le dan sustento al valor actual del dólar también están en equilibrio o, dicho de otro modo, están en valores sostenibles a largo plazo… porque si esos fundamentos cambian (cosa que en el pasado ha sucedido en forma bastante abrupta y sorpresiva), entonces el tipo de cambio también tendría que ajustarse rápidamente.

RA —Pablo, volviendo a la perspectiva de las empresas… ¿No es posible argumentar que al fin y al cabo Uruguay está volviendo a crecer y que eso en cierta medida pauta que el problema de competitividad no es tan grave?

PR —Es un argumento posible pero nos parece difícil ser asertivos en este punto. Es cierto que Uruguay retomó un mayor dinamismo ya en la segunda mitad de 2016… y en particular la industria (uno de los sectores más expuestos a la competencia internacional) se está recuperando. De hecho, el lunes conocimos los datos de producción manufacturera de julio, que mostraron un nuevo aumento del “núcleo” industrial.

Pero dicho esto, es importante aclarar que esta mejora en la industria se ha concentrado en relativamente pocas ramas. Además, el sector agropecuario tampoco muestra indicios muy claros de mejora… la rentabilidad en el agro es muy baja… Y por otro lado, analizando la evolución que ha tenido el empleo en lo que va de este año se observa que las empresas están bastante reticentes a contratar personal.

RA —En definitiva, Pablo, con todos estos elementos, ¿cuál es la visión de ustedes en relación al tipo de cambio?

PR —A nuestro juicio debería estar claro que Uruguay está demasiado caro en dólares y eso es algo inconveniente a mediano o largo plazo… aunque la actividad económica se esté recuperando.

Sin perjuicio de que lógicamente estos valores de dólar bajo se sostienen por alguna buena razón… por lo que mencionábamos recién en relación a los fundamentos económicos que afectan el valor del dólar, la política económica debe trabajar para promover una corrección paulatina, gradual, de nuestros precios relativos…

Es necesario que Uruguay se vaya abaratando en dólares… Para que eso sea posible sin comprometer la trayectoria de la inflación, será clave que las próximas pautas salariales (para las negociaciones del año próximo) continúen apelando a una moderación de los salarios nominales… Igualmente importante es la tónica de la política fiscal, que debería ser contractiva para ayudar a una mejora de la competitividad.

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