La suba fue de solo tres décimas, pero si se observa la inflación subyacente, el panorama es un poco más preocupante; la proyección alcista del dólar adelanta que las cifras no bajarán el resto del año
EMILIANO COTELO (EC) – El Instituto Nacional de Estadística informó ayer que el IPC subió 0,55 % en marzo. Con ese dato mensual, la inflación se ubicó en 7,8 % en los últimos doce meses cerrados, aumentando 3 décimas respecto al registro anual a febrero.
¿Qué lectura se puede hacer de este último dato de inflación? ¿Qué puede esperarse para los próximos meses? Les proponemos conversarlo con el economista Pablo Rosselli, de la consultora Deloitte.
ROMINA ANDRIOLI (RC) – Pablo, ¿cómo vieron el dato de inflación de marzo? ¿Hubo alguna sorpresa o estuvo en línea con lo esperado?
PABLO ROSSELLI (PR) – En lo que fue el dato puntual del mes estuvo bastante en línea con lo esperado. Nuestra estimación era de una inflación de 0,5 % en marzo y, como mencionaba Emiliano, fue de 0,55 %. Sin embargo, al interior del IPC hubo algunos comportamientos diferentes a lo que marcaban nuestras estimaciones…
RA – ¿Por ejemplo? ¿A qué te estás refiriendo?
PR – Me refiero a que la inflación total fue similar a la que estimábamos, pero porque los precios de frutas y verduras bajaron 1,5 % en el mes y compensaron el hecho de que la inflación subyacente, que es un mejor indicador de lo que está sucediendo con las presiones inflacionarias más persistentes, fue bastante más alta de la que estábamos estimando. De hecho, nuestra estimación de inflación subyacente (que, como hemos explicado varias veces, mide la suba del IPC sin considerar ni frutas y verduras ni precios administrados) fue de 0,8 % en marzo y, en la medición anual aumentó a 8 % (desde 7,7 % en febrero)…Nuestras estimaciones, como decía, no estaban contemplando esta suba de la inflación subyacente.
RA – ¿Y cómo se explicó esa mayor inflación subyacente?
PR – Cuando miramos al interior de lo que llamamos el núcleo del IPC, el principal impulso vino del lado de los precios no transables, es decir, de los precios de bienes y servicios que no se comercian con el exterior y que por tanto están menos directamente vinculados al dólar.
Concretamente, la inflación no transable fue de 0,9 % en marzo y explicó casi 4 décimas de la inflación del mes. Y con ese registro mensual la inflación no transable en términos anuales subió cuatro décimas, desde 7,8 % en febrero a 8,2 % en marzo.
RA – ¿Y qué pasó a nivel de los precios transables, en dónde hay una mayor incidencia del dólar? ¿La suba que mostró el tipo de cambio en marzo se hizo sentir en esta parte de la canasta?
PR – Sin dudas fue un mes de aumento del dólar bien significativo… en el promedio del mes el tipo de cambio subió más de 2 %, pero salvo en algunos rubros puntuales la verdad es que no vimos un impacto tan relevante de este incremento del dólar en los precios al consumo de marzo… Quizás se vaya capturando con algún rezago en próximas mediciones… Es claro que en algunos productos la incidencia del dólar en la formación del precio no es tan inmediata.
Concretamente, Romina, los precios transables tuvieron en promedio una suba de 0,6 % en el mes, que estuvo bien en línea con lo que esperábamos, aunque supuso igualmente un incremento de la inflación transable en términos anuales… Pasamos de una inflación transable de 7,6 % en los doce meses a febrero a una de 7,9 % en el año cerrado en marzo.
RA – Entonces, Pablo, a partir de estos datos, ¿qué esperan para 2019? ¿Seguirá subiendo la inflación en próximos meses?
PR – A ver… nosotros estamos asumiendo un dólar que va a mantener una lenta tendencia alcista este año, yendo hacia $ 35 en diciembre. Con esa proyección cambiaria, nuestros modelos están marcando una inflación que se mantendría en torno a 7,5 % en lo que resta del año.
Estrictamente los pronósticos pautan que sobre mediados de año la inflación podría ingresar (al menos transitoriamente) en el rango objetivo (cayendo levemente por debajo del 7 %) sobre todo en la medida en que no veamos una suba del dólar tan intensa como la que vimos entre mayo y junio del año pasado y si no volvemos a ver un shock de frutas y verduras como el registrado en el invierno de 2018… Esos dos elementos supusieron a mediados del año pasado registros altos de inflación, que estimamos no van a repetirse este año.. De allí que las proyecciones están marcando una baja de la inflación anual entre mayo y julio, que contribuiría a llevar a la inflación levemente por debajo del 7 % en esos meses.
Ahora, como señalaba recién, si en línea con lo que esperamos el dólar sube, aunque sea de forma gradual, el ingreso al rango objetivo sería sólo transitorio y la inflación cerraría el año algo de nuevo en torno al 7,5 %.
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