A. Económico

¿Qué metas fiscales se plantea el gobierno en el proyecto de Rendición de Cuentas que envió al Parlamento?

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El sábado ingresó al Parlamento el proyecto de ley de Rendición de Cuentas, que deberá ser aprobado antes del 31 de julio.

Emiliano Cotelo (EC): Como había adelantado hace algunas semanas el Ministro Astori, el proyecto contempla un incremento del gasto público respecto de la última rendición de cuentas de unos US$ 150 millones en 2019 y de otros US$ 160 millones en 2020. ¿Cómo se traduce eso en la trayectoria esperada para el déficit fiscal? ¿Es factible lograr una mejora de las cuentas públicas en lo que resta del período de gobierno? Para conversar sobre las claves del proyecto, estamos en diálogo con la economista Alicia Corcoll, de la consultora Deloitte.

Romina Andrioli (RA): Comencemos por ubicar a los oyentes en la situación fiscal en la que se enmarca esta rendición de cuentas, que según explicita la propia exposición de motivos del proyecto es causa de preocupación. El proyecto dice que es “reducir el déficit fiscal es fundamental” y que “no corregir el desequilibrio de las cuentas públicas implicaría arriesgar la continuidad de un conjunto de políticas públicas prioritarias”…

Alicia Corcoll (AC): Correcto. Desde el 2011 a esta parte se ha observado un deterioro muy significativo de las cuentas públicas. El resultado primario (esto es, antes del pago de intereses de deuda) pasó de ser superavitario a ser deficitario y el déficit fiscal global (incluyendo los intereses) viene oscilando en torno de 3,5% del PIB desde el 2015. Mes a mes hay volatilidad por elementos puntuales (el último dato conocido, de hecho, marca un déficit de 4% del PIB), pero en términos generales podríamos decir que nos hemos estabilizado en un nivel de déficit fiscal elevado y eso hace que la deuda pública venga creciendo año a año.

A la luz de eso y como tú decías, el gobierno explicita en la exposición de motivos que es preciso bajar ese déficit a niveles que permitan estabilizar la deuda pública.

RA: – Y de hecho presenta una serie de proyecciones que apuntan a eso, a lograr un déficit fiscal sensiblemente menor al actual en el horizonte de proyección, que llega hasta 2020…

AC: – Sí, podemos conversar luego de las hipótesis sobre las que construye la programación, pero esencialmente el proyecto contempla un resultado primario equilibrado ya en 2018 y volviéndose positivo en 2019 y 2020, cuando se prevé que alcance a 0,6% del PBI. En términos de resultado global, eso supondría llevar el déficit a 3,3% del PBI al cierre de este año y reducirlo a 2,8% del PBI en 2019 y a 2,5% del PBI en 2020.

Se trata de un cambio muy grande respecto a la situación actual… y de un objetivo que se viene persiguiendo sistemáticamente con los últimos proyectos de rendición de cuentas, pero hasta ahora, la trayectoria real de las cuentas públicas viene siendo sistemáticamente peor a la que se fue previendo en cada instancia presupuestal.

RA: – ¿Cómo ingresa en ese panorama el incremento del gasto público, al que refería Emiliano al principio y que ya había sido adelantado por Astori hace algunas semanas?

AC: – Esos US$ 150 millones en cada año, aproximadamente, es lo que se agrega respecto a las programaciones anteriores y corresponde esencialmente a partidas que hoy ya están jugadas (como el acuerdo salarial con los funcionarios del poder judicial o pagos por obras bajo la modalidad de participación público-privada, entre otros) y a gastos en áreas definidas como prioritarias por el gobierno (esencialmente educación, protección social y seguridad).

Al mismo tiempo, Astori en su momento y la exposición de motivos ahora, se encargan de explicitar que esos gastos incrementales serán cubiertos por distribución de utilidades del BROU y por una mayor recaudación producto del mayor crecimiento esperado de la economía, que también son adicionales a lo contemplado en programaciones previas… Por eso se subraya que esos gastos tienen “impacto fiscal cero”.

Y se apuesta, por la evolución del resto de las partidas de ingresos y gastos y la propia evolución de la economía, que el déficit fiscal vaya bajando paulatinamente como recién mencionaba.

RA – ¿Podemos repasar brevemente dónde están las claves de esa mejora que se proyecta en las cuentas públicas?

AC – Sí, claro. Hay varios elementos. Por un lado y como recién repasábamos, el proyecto descansa en que habrá mayores ingresos por un mayor crecimiento económico esperado (luego podemos detenernos en este punto)… Y que –a diferencia de lo que ocurrió en 2017 y de lo que se preveía para 2018 en la Rendición de Cuentas pasada- el BROU estará en condiciones de verter utilidades a Rentas Generales nuevamente este año.

El texto del proyecto también marca que se aguarda cierta mejora en los ingresos de la DGI y de Comercio Exterior (de unas tres décimas del PBI mirados en conjunto), debido a que este año terminará de reflejarse en las cifras el efecto positivo de algunas de los ajustes de impuestos que entraron en vigencia el año pasado: IRPF/IASS, IRAE y tasa consular. Y a su vez, dado que el gobierno maneja una perspectiva relativamente positiva en lo que refiere al mercado de trabajo (al proyectar subas en la cantidad de ocupados y subas de los salarios reales), también se proyecta cierta recuperación de los ingresos del BPS.

RA: – ¿Y qué sucede a nivel de los gastos?

AC: – Si se miran las cifras en porcentaje del PIB, no se prevén aumentos en la masa de remuneraciones, se aguarda una caída de una décima en los gastos de funcionamiento y se espera una estabilización de las pasividades… Este último es un supuesto bastante fuerte, porque las jubilaciones “arrastran” el crecimiento del salario real y porque a eso se suma que la cantidad de retiros también viene subiendo. Suponer que la partida de pasividades se estabiliza es bastante benévolo.

Finalmente, a nivel de las inversiones se asume cierto repunte. Puntualmente se proyectan niveles de 2,3%-2,4% del PIB para 2018, 2019 y 2020. Se trata igual de un aumento frente niveles muy pero muy bajos en una mirada histórica y de niveles que serían reducidos si los comparamos con otros períodos pre-electorales.

RA: – Alicia, ustedes han marcado varias veces en este espacio que ven difícil que se observe una caída significativa del déficit fiscal en lo que resta de esta administración. ¿Qué análisis hacen a partir de estas cifras que ahora explicita el gobierno?

AC: – Como decía recién, el objetivo de resultado fiscal para este año nos sigue pareciendo ambicioso. Es cierto que en las siete décimas de mejora respecto al último dato conocido hay tres que corresponden exclusivamente a variación de stocks de petróleo (que perfectamente pueden revertirse en el correr del año)… pero hay otras cuatro décimas repartidas a nivel de los ingresos del Gobierno Central y el BPS y en el resultado de las empresas públicas que están por verse…

Recién decía que algunos supuestos lucen algo benevolentes a la luz de la dinámica que están teniendo los gastos últimamente… Pero en términos generales, además, nos parece que el escenario macroeconómico sobre el que fue armada la programación resulta optimista en las condiciones actuales.

RA: – ¿Cómo compara con las proyecciones que manejan ustedes en términos de las principales variables macro?

AC: – En Deloitte esperamos un menor crecimiento del PBI que el que maneja el gobierno… A nuestro juicio, la economía uruguaya seguramente crezca a un ritmo moderado en 2018-2019, en el entorno del 2,5% promedio anual, mientras que el proyecto considera un crecimiento del PBI de más de 3% durante el año que viene. También aguardamos un enfriamiento del salario real bastante más marcado que el que está contemplado en el proyecto: nosotros en Deloitte manejamos una suba de 0,5% este año y prácticamente nulo en 2019, al tiempo que el gobierno aguarda subas en el eje del 2% para ambos años. Seguramente eso es porque nuestro escenario tiene más inflación que la que presentó el gobierno.

Estamos hablando de proyecciones y naturalmente hay una cuota de incertidumbre… el desempeño de la economía podría terminar siendo mejor… pero lo que nos parece importante marcar es que el proyecto no solo asume que la economía uruguaya logrará sortear este nuevo contexto sin grandes sobresaltos y que se acelerará en 2019 y 2020, sino que además dispone gastos a cuenta de una mayor recaudación… Allí hay un elemento de riesgo importante.

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