El Instituto Nacional de Estadística informó ayer que la actividad industrial volvió a caer en junio si se excluye a la refinería de Ancap y que en el primer semestre el empleo en el sector cayó 4,3 % en relación a igual período de 2017.
Emiliano Cotelo (EC): ¿Cómo es el desempeño por rama? Por ejemplo, ¿qué muestran los números de la industria láctea, que ha estado en el centro del debate público por el conflicto salarial y por el concurso de Pili? ¿Cómo son las perspectivas para los próximos meses? Les proponemos conversarlo con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.
RA: – Tamara, comencemos por los datos agregados. ¿Qué lectura hacen de las cifras que publicó ayer el INE?
TS: – Fue un dato bastante alineado con las tendencias que veníamos viendo en mediciones anteriores. La producción total subió 17 % respecto a junio de 2017, pero eso es esencialmente por el efecto de la reapertura de la refinería de ANCAP (que estaba cerrada por mantenimiento en junio de 2017). Si excluimos esa rama, la producción industrial cayó 3,7 % interanual en junio y acumuló una baja de casi 3 % en el promedio del primer semestre.
Como hemos comentado otras veces en el programa, nosotros en Deloitte también solemos mirar las señales excluyendo además las ramas de producción de pulpa y de fabricación de alimentos diversos, básicamente porque se mueven en función de lo que sucede con tres empresas grandes (UPM y Montes del Plata la primera, y la planta de producción de concentrados de PepsiCo en Colonia en el segundo) y a veces distorsionan la lectura de las cifras.
Excluyendo a esas ramas (y a la refinería, por supuesto), lo que nosotros llamamos “núcleo” de producción industrial básicamente había estado estancado desde inicios de 2017, pero recientemente volvió a aflojarse. A nivel agregado la tendencia bajista no es tan pronunciada como la que veíamos entre fines del 2015 y principios de 2016, por ejemplo, pero la evolución está siendo negativa. Nuestra medición en ciclo-tendencia (que busca quitar efectos estacionales y variaciones sin mucha significación económica) está aproximadamente 1 % abajo del cierre de 2017.
RA: – ¿Qué está por detrás de ese peor desempeño? ¿Qué muestran las cifras por rama?
TS: – Hay disparidad, pero son muchas las ramas que están cayendo en la comparación interanual. De hecho, en Deloitte nosotros también elaboramos un indicador de difusión de crecimiento industrial, que mide el porcentaje de ramas dentro de la industria que crecen al comparar con los niveles de un año atrás. Ese indicador viene bajando claramente desde inicios de año y se ubica por debajo del 50 %, reflejando que más de la mitad de las ramas está cayendo en este último año.
Mirando a las grandes ramas exportadoras, tanto los frigoríficos, como la industria láctea, los molinos arroceros y las curtiembres tuvieron menor actividad en enero-junio 2018 que en el primer semestre de 2017.
RA: – Emiliano mencionaba al comienzo que la industria láctea ha estado en el centro de la discusión pública a raíz del conflicto salarial y con la noticia, ahora, de que Pili finalmente se presentó a concurso. ¿Qué muestran las últimas cifras en ese sector? ¿Es fuerte la caída de la actividad?
TS: – No mucho. En enero-junio la baja fue de 0,6 %. A la remisión de leche a plantas no le fue mal a pesar de la sequía en el verano. El problema que estamos viendo allí sobre todo es de falta de rentabilidad en algunas empresas, que además arrastran problemas financieros desde hace tiempo (esencialmente luego de que se cayó el mercado venezolano para las queseras).
RA: – En la prensa de estos días también hubo noticias de otras empresas en dificultades, que cerraron o están evaluando hacerlo. Una nota de ayer en el diario El Observador hablaba de “900 empleos en riesgo por empresas cuya viabilidad está comprometida” y mencionaba, además de a Pili, los casos de la ex Metzen & Sena, de Orosur Mining y de Lifan. ¿Qué muestran los datos oficiales respecto de la evolución del empleo en la industria?
TS: – Como adelantaba Emiliano al inicio, el Indice de Personal Ocupado cayó 4,3 % en el promedio del primer semestre respecto al mismo lapso de 2017. Solo 3 de las 22 divisiones que publica el INE en su comunicado tienen más personal ocupado que un año atrás. A nivel agregado, la industria está bajando empleo en forma casi sistemática desde 2011 y opera actualmente con los niveles más bajos desde comienzos de 2004.
Si miramos el conjunto de la industria, es evidente que la caída acumulada en el empleo y en la cantidad de horas trabajadas está siendo mayor que la que vemos a nivel de la producción. Eso también es válido cuando uno mira muchas de las ramas una por una y quiere decir que las empresas están logrando incrementar la productividad, pero lo están haciendo de una forma “dolorosa”, con recortes de empleo en lugar de con incrementos en la producción.
Seguramente las tendencias estructurales y globales de incorporación de tecnología ahorradora de mano de obra están incidiendo en la evolución del empleo industrial, pero a eso se suma también la dificultad que hay en el sector para competir de forma rentable en terceros mercados o frente a importaciones.
RA: – Para terminar, Tamara, ¿cómo están viendo las perspectivas para los próximos meses?
TS: – Nosotros pensamos que este año va a cerrar con una caída de la actividad industrial, si excluimos por supuesto el efecto de la refinería que va a suponer un rebote fuerte para el PBI manufacturero a nivel agregado.
Como decía antes, a nivel del “núcleo” manufacturero se advierte una tendencia bajista y la verdad es que no vemos condiciones para un repunte muy rápido. De hecho, contemplando el deterioro que ha mostrado el panorama regional en los últimos meses y la pérdida de competitividad que estamos sufriendo con ambos vecinos es probable que incluso veamos un desempeño incluso peor para lo que resta del año.
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