A. Económico

Sigue escalando el conflicto comercial entre China y EEUU

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“China hizo efectiva este lunes su promesa de responder a los ataques de Trump a parte de su sector exportador con la misma moneda.” Así describía ayer El País de Madrid la imposición por parte de China de nuevos aranceles a una lista de 128 productos que importa desde EEUU. La cobertura señalaba, además, que se trata de “un intento de advertir al presidente estadounidense de lo que está por venir si su administración sigue decidida a comenzar una temida guerra comercial entre las dos mayores economías del planeta”.

Emiliano Cotelo (EC): ¿Puede seguir escalando este conflicto? ¿Cuáles son los riesgos? En seguida les proponemos conversarlo con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.

Tamara, empecemos por ubicar a los oyentes en este conflicto que se viene gestando a nivel internacional en torno a los aranceles sobre el comercio exterior. Todo empezó con la iniciativa de Trump de introducir aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio, pero a esta altura va bastante más allá de eso, ¿verdad?

Tamara Schandy (TS): Sí. A principios de marzo se anunció por parte de EEUU un arancel de 25 % para las importaciones de acero y uno de 10 % para el aluminio. Son restricciones que afectan directamente al 2 % de las importaciones norteamericanas, lo que equivale a solo 0,2 % de su PBI.

Sin embargo, desde el comienzo este anuncio despertó fuertes críticas en los ámbitos académicos y puso “en guardia” a otros países, que en los días y semanas siguientes fueron emitiendo declaraciones sobre su posible respuesta si había un avance de las iniciativas proteccionistas de EEUU. En el medio EEUU indicó que habrá excepciones importantes a su medida original, pero también anunció planes para imponer aranceles adicionales a productos chinos por unos US$ 60.000 millones, que fue lo que motivó esta respuesta que mencionaba Emiliano recién. También insinuó que podría ir por el lado de los autos si Europa no se “alinea” con la idea de Trump de buscar caminos para buscar reducir el déficit comercial de EEUU.

RA: – ¿Podemos repasar algunas cifras respecto a la situación de partida en este conflicto? ¿Cuán grande es el déficit comercial de EEUU? ¿Cuánto importa China en ese desbalance?

TS: – Las últimas cifras muestran que EEUU tiene un déficit entre exportaciones e importaciones de bienes de casi US$ 800.000 millones al año, lo que equivale a 4 % de su PIB. Sin embargo, es superavitario a nivel de servicios (telecomunicaciones, transporte, turismo, seguros y otros). Según los últimos datos tuvo un superávit de servicios de unos US$ 240.000 millones, que ayuda a mitigar un poco el déficit en bienes. En total, entonces, el déficit comercial (sumando bienes y servicios) está en el orden de los US$ 550.000 millones anuales, equivalente a 2,8 % de su PBI. En esa cifra hay unos US$ 340.000 millones que son déficit con China.

Es una cifra grande. Sin embargo, no perdamos de vista que es poco informativo mirar los déficits bilaterales. De hecho, una de las mayores críticas que emergió desde la comunidad académica a estas iniciativas de Trump se relaciona justamente con esta visión de que los déficits sean un indicador de que China va ganando y EEUU perdiendo en una especie de carrera comercial, como lo ha expresado Trump en más de una oportunidad… Y más aún, que es una “carrera” o “guerra” que se puede dar vuelta imponiendo aranceles sobre las importaciones de China.

RA: – Detengámonos en esas críticas, Tamara. ¿Por qué decís que es poco informativo el déficit bilateral de EEUU con China?

TS: – Con China o con cualquier otro país. La ciencia económica nos enseña que el comercio no es un juego de “suma cero”, en el que uno gana y el otro pierde y en el que el indicador de ello es el saldo de la balanza comercial. De hecho, la teoría económica indica que los superávits bilaterales no tienen ningún mérito per sé y que la posibilidad de importar es algo positivo, que beneficia a los consumidores y hace que las empresas de un país puedan especializarse en lo que son relativamente más competitivas.

En todo caso lo que sí podríamos mirar es el saldo global de la balanza comercial o de la cuenta corriente de un país contra todos sus socios comerciales… pero de nuevo, eso no para ver si va “ganando” o “perdiendo” una guerra comercial. Los economistas en general solemos mirar el saldo de la cuenta corriente como indicador de si un país está gastando mucho o poco en relación a lo que produce.

Respecto a este último punto, muchos economistas han hecho énfasis en estas semanas sobre la inconsistencia que hay entre el Trump preocupado por la balanza comercial de EEUU y el Trump que anuncia una reforma que aumenta el déficit fiscal de manera estructural. Eso seguramente pondrá presión para un mayor déficit comercial, especialmente si –como se espera- ese desahorro público no es compensado por una caída de la inversión, sino que el gasto privado también tiende a subir. Como decía recién, un país que “gasta mucho” o “desahorra” (sea a nivel público y/o privado), tiende a mostrar desequilibrios de cuenta corriente con el resto del mundo. Eso no es malo, simplemente es indicativo de que el resto del mundo lo está financiando.

RA: – Tamara, volvamos al tema de los riesgos. Los economistas en general también subrayan que la propia economía de EEUU seguramente saldrá perdiendo de estas iniciativas proteccionistas. ¿Por qué?

TS: – Por lo que decía recién. Las importaciones no son malas; juegan un rol para el bienestar. Un artículo de la revista The Economist hace un par de semanas citaba un estudio que decía que el incremento del precio del acero y del aluminio que cabía esperar con la introducción de aranceles del orden que los que se anunciaron podía dar lugar a la creación de unos 30.000 puestos de trabajo en esos sectores, pero destruiría casi 180.000 en sectores que usan aluminio o acero en su proceso de producción, que verían impactado el precio de sus insumos. El artículo igual aclaraba que esos números son en cualquier caso muy chicos para el tamaño de la economía de EEUU, y pasaba a explicar que los mayores riesgos vienen en realidad de posibles efectos de segunda ronda… o sea, de posibles respuestas del resto del mundo a estas iniciativas proteccionistas de Trump.

O sea, no es la magnitud del impacto directo de estas tarifas al acero y al aluminio lo que más preocupa, sino más bien la lógica que EEUU esgrime detrás de ellas y la forma en la que se hizo, que también fue muy polémica.

RA: – ¿A qué te referís con eso de “la forma”, Tamara?

TS: – A que el respaldo legal para introducir los aranceles no fue el habitual, sino que EEUU esgrimió razones de “seguridad nacional”. Eso hace que sea más difícil para otros países pelearlas en el ámbito de la Organización Mundial del Comercio (porque las reglas de la OMC sacan esos casos del procedimiento estándar) y porque abre la puerta a que otros países también empiecen a apoyarse en ese tipo de justificaciones (aunque sea en forma espuria) para salirse de las reglas que actualmente rigen el comercio internacional.

RA: – ¿La respuesta de China de ayer es indicativa de que vamos a una escalada del conflicto?

TS: – Es al menos indicativa de que el resto del mundo no va a mirar con brazos cruzados. Hace algunos días hubo también una respuesta de Europa, amenazando con afectar “recíprocamente” exportaciones de EEUU por unos US$ 3.500 millones.

Esto inquieta a los mercados. De hecho, la posibilidad de una “guerra comercial” a gran escala viene motivando caídas importantes de las bolsas. Hubo una primera reacción grande a principios de marzo cuando renunció el principal asesor económico de Trump, “derrotado” por el camino que se tomó. Hubo más volatilidad después y ayer el Standard & Poor´s bajó alrededor de 3 % adicional. Las bolsas europeas y asiáticas también vienen muy golpeadas.

En definitiva, parece haber una preocupación creciente porque esta situación derive en un contexto de menor crecimiento, cuando hasta hace algunos meses la economía mundial parecía bien encaminada para reacelerarse en 2018 y 2019 y crecer en torno a 4 % anual.

RA: – ¿Y desde Uruguay? ¿Cuáles son las claves que tenemos que mirar?

TS: – Hay algún ruido en relación al precio de la soja. Hay quienes dicen que China podría reciprocar con trabas al ingreso de soja de EEUU, lo que seguramente tendría impactos en la cotización internacional… Pero también se hace notar que China consume más soja de EEUU de lo que podría comprar desde el resto del mundo, con lo cual en los hechos parecería poco conveniente ir por ese lado…

Dejando de lado temas puntuales como ése, el panorama de crecimiento mundial es algo clave para nosotros. Hasta ahora veníamos manejándonos con una perspectiva bastante benévola en materia de crecimiento mundial, pero esas expectativas pueden ir deteriorándose si avanzan las medidas proteccionistas y/o si continúan acentuándose las repercusiones en los mercados financieros.

Y luego está el tema de las reglas. Algunos especialistas advierten que, si los demás países no buscan una estrategia de respuesta multilateral y en el marco de la OMC, su continuidad está en riesgo. Para países chicos y dependientes del comercio mundial como Uruguay las reglas multilaterales deberían ser muy valiosas. Muchos critican que la OMC se ha ido “quedando atrás”, que después del naufragio de la ronda de Doha muchas reformas necesarias siguen pendientes, que lo que avanza son más bien acuerdos regionales, como el TPP… pero al menos son reglas de mínima que deberían preservar a los países del riesgo de discriminación y otras prácticas no sanas en materia de comercio exterior.

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