Análisis Económico

Las últimas cifras de la inflación y perspectivas en un marco de mayor suba del dólar

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La inflación anual subió de 7,54% y en julio a 7,88%

EMILIANO COTELO (EC): De acuerdo a las cifras que divulgó ayer el Instituto Nacional de Estadística, el IPC subió 0,9 % en agosto y la inflación en términos de doce meses subió nuevamente y se ubicó en 7,8 %.  

Con estas cifras a la vista y ante la suba del dólar de las últimas semanas, parece un buen momento para poner el foco en la evolución reciente de los precios al consumo y sobre todo en las perspectivas para adelante ¿Seguirá subiendo la inflación en los próximos meses? ¿Qué podemos esperar en términos del poder adquisitivo de los ingresos en el próximo año?  Lo conversamos con la economista Florencia Carriquiry, de la consultora Deloitte.  

ROMINA ANDRIOLI (RA): Florencia, antes que nada y para entrar en tema, ¿cómo vieron este último dato de inflación de agosto? ¿Estaba dentro de lo esperado que la inflación anual volviera a subir?  

FLORENCIA CARRIQUIRY (FC): La verdad es que la inflación de agosto fue levemente mayor a la que estimábamos. Nuestros pronósticos de hecho apuntaban a una suba del IPC de 0,7 %, o sea un par de décimas menos. Y en ese marco aguardábamos que la inflación doce meses subiera frente a julio, pero muy ligeramente, porque la inflación de agosto de 2018 había sido apenas menor a 0,7 %. Finalmente, el aumento de la inflación en términos anuales fue bastante más importante, con la inflación ubicándose en 7,8 % el mes pasado. 

RA: ¿Y qué factores impulsaron una mayor inflación en agosto? ¿Qué impacto tuvo el aumento del tipo de cambio de estas semanas?  

FC: Hubo más de un elemento por detrás. En la inflación de agosto en particular tuvimos un nuevo impulso del lado de las frutas y verduras, que al igual que en julio tuvieron un encarecimiento importante.  En concreto, los precios de las frutas y verduras subieron 6,6 % en el mes y sumaron unas 3 décimas a la inflación de agosto. Todavía estamos con valores 3 % más bajos que los de un año atrás, pero ya no tenemos precios tan extraordinariamente bajos como los que tuvimos hasta hace algunos meses atrás en este componente.   

Y por otro lado, después de la pausa que había mostrado el dólar en julio, el tipo de cambio volvió a tener una suba importante en agosto (subió más de 3 % en el promedio del mes) y acumuló un incremento de casi 15 % en los últimos doce meses cerrados. En ese marco, los precios transables (es decir, los precios de los bienes que se comercian con el exterior y están impactados más directamente por el tipo de cambio), han tenido una suba importante. En agosto en particular la inflación transable fue de 0,6 % y de esa manera, subió a 8,9 % en el último año. Pensemos que en el inicio de 2018 teníamos a la inflación transable por debajo del 5 %, es evidente que la suba del dólar de este último año y pico ha tenido una incidencia importante en este componente de la canasta, aunque también ha jugado un rol relevante el aumento de algunos alimentos en el mundo, en especial de la carne en este último tiempo. 

RA: ¿Y cómo evolucionó la inflación no transable, que está menos impactada por el dólar? 

FC: La inflación no transable ha permanecido muy firme y en los doce meses a agosto se situó en 8,5 %.

Como comentamos otras veces, estos niveles de inflación no transable son reflejo de que las presiones inflacionarias domésticas son muy persistentes. Los salarios se han moderado, pero mantienen aumentos superiores al 8 % en los últimos doce meses y eso juega un rol clave en la formación de varios precios de bienes y sobre todo de servicios en la economía.

De esta manera, con la inflación transable en 8,9 % y la inflación no transable en 8,5 %, nuestra estimación de inflación subyacente (que no considera frutas y verduras ni precios administrados) se ubicó en 8,7 % en los doce meses a agosto, subió dos décimas respecto a julio y se ubicó en el mayor nivel desde mediados de 2016 (cuando de hecho teníamos a la inflación total en más de 10 %. La diferencia es que en aquel momento también teníamos a la inflación de frutas y verduras en dos dígitos (estaba incluso arriba del 20 % anual) y ahora, como decía antes, los precios de las frutas y verduras vienen subiendo, pero aún están 3 % abajo en la comparación interanual. 

RA: Entonces, a la luz de estas cifras, ¿qué proyecciones manejan en Deloitte para los próximos meses? 

FC: Como decía el mes pasado, cuando analizábamos las cifras de julio y conversábamos de las proyecciones, uno de los riesgos de mantener un marco de rigidez salarial como el que tenemos es que cualquier shock negativo que suponga mayores presiones devaluatorias rápidamente termina reflejándose en una inflación más alta. Y este riesgo se está materializando, después del resultado de las elecciones primarias en Argentina y del desorden creciente que estamos viendo en este vecino. Es claro que esto es un shock negativo para Uruguay, que se suma a un escenario global que de por sí ya estaba suponiendo presiones al alza del tipo de cambio. No hay que perder de vista que en el mundo en general estamos viendo un deterioro en las expectativas en varias de las principales economías, que se ha reflejado en una suba muy generalizada del dólar.

Y en medio de ese contexto es que se desencadenó esta nueva crisis en Argentina, lo que notoriamente supone más presiones para la suba del dólar en nuestro país. En las últimas semanas, venimos viendo una mayor depreciación del peso y, aunque el Banco Central se ha mostrado más activo en el mercado de cambios, a nuestro juicio en el contexto actual también debemos esperar un dólar más alto del que veníamos manejando para los próximos meses.De hecho, nosotros en Deloitte estamos trabajando ahora con un dólar yendo hacia niveles de $ 43 al cierre de 2020. 

RA: ¿Y qué están proyectando concretamente en materia de inflación en ese escenario? 

FC: Con esas proyecciones cambiarias por detrás, nuestros modelos apuntan a una inflación que se ubicaría en torno al 9 % al cierre de este año y que permanecería en esos niveles en 2020, subiendo incluso algo más sobre fin de año. Esto supone entrar en un terreno bastante incómoda para la gestión macroeconómica. 

RA: ¿Por qué decís eso? 

FC: Por varias cosas. Por ejemplo, esos niveles de inflación implican que los salarios reales van a estar probablemente cayendo en el promedio de 2020, incluso cuando en varios convenios están contemplados correctivos por inflación al cierre del primer año. De hecho, si analizamos lo negociado en la última ronda, en torno a la mitad de los convenios pusieron cláusulas de salvaguarda, que con niveles de inflación mayores al 8,5 % suponen que las partes podrían tener que volver a negociar.

Pero más allá de las implicancias a nivel de los salarios y la negociación colectiva, una inflación entre 9 % y 9,5 % es una inflación muy cercana a los dos dígitos y ese es un umbral muy temido por los agentes y por las propias autoridades. Por eso, ingresar al 2020 con una inflación de 9 % supone un margen de acción muy reducido para la política económica, en particular supone muy poco espacio para acomodar una mayor devaluación, si el escenario externo y regional se siguen deteriorando. 

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