ROMINA ANDRIOLI (RA): El Banco Central publicó recientemente nuevas cifras referentes a la Balanza de Pagos de Uruguay.
Los nuevos datos confirman que 2023 fue un año de caída de las exportaciones, pero también muestran un panorama positivo en materia de exportación de servicios y de recepción de inversión extranjera directa. ¿Cuáles son nuestros principales servicios de exportación? ¿En qué sectores y desde qué países recibimos inversión extranjera? ¿Cómo es el saldo neto de financiamiento externo de Uruguay? Para conversar sobre esos temas tenemos en línea a la economista Tamara Schandy, socia en Exante.
Tamara, los datos que se publicaron el viernes mostraron marcaron una caída fuerte de las exportaciones de bienes. Supongo que era esperable en función del impacto de la sequía sobre los rubros agropecuarios. ¿Cómo analizan ustedes estas cifras?
TAMARA SCHANDY (TS): Sí, las cifras muestran que en el año móvil a setiembre hubo una caída de unos US$ 2.000 millones respecto al cierre de 2022. Eso era completamente esperable dado el impacto de la sequía, pero recordemos además que el balance comercial de bienes es la parte menos “novedosa” de la Balanza de Pagos. Al fin y al cabo, todos los meses vamos conociendo información sobre el desempeño de las exportaciones e importaciones de bienes. Acá comenté los datos del año móvil a setiembre, que son los últimos que aparecen en esta edición de la Balanza de Pagos, pero en realidad con datos mensuales ya podemos ver la película hasta noviembre… y la conclusión es la misma: 2023 fue un año de caída fuerte de las exportaciones de bienes, fruto de menores volúmenes colocados y también de menores precios de exportación en algunos rubros.
Lo más interesante de los datos de la Balanza de Pagos es que nos permiten también ver otras transacciones que se dan entre Uruguay y el resto del mundo: exportaciones e importaciones de servicios, pago y cobro de rentas, flujos de inversión extranjera directa, otros flujos de capitales… Esa sí es información que se publica solo trimestralmente y en esta fuente.
RA: Vayamos a esos datos entonces. Al inicio adelantaba que fue un año de firmeza en las exportaciones de servicios, pero si te parece repasemos los montos involucrados y cómo fue el comportamiento por rubros.
TS: Perfecto. En el año móvil a setiembre las exportaciones de servicios fueron de unos US$ 6.000 millones de dólares. Para ubicar a los oyentes, las exportaciones de bienes sin operaciones de trading en ese mismo período fueron de US$ 12.000 millones… Y si agregamos el trading (esto es, la compraventa de productos que no pasan ni tienen una transformación significativa en Uruguay), las exportaciones de bienes sumaron US$ 15.000 millones. Eso quiere decir que las exportaciones de servicios, que reitero fueron de unos US$ 6.000 millones, representaron alrededor de un 30% de las exportaciones totales de bienes y servicios. Son un rubro bien relevante de nuestra Balanza de Pagos. Si las miramos en su conjunto, además tuvieron un aumento de US$ 600 millones en relación a 2022.
Cuando lo miramos por rubros, tenemos ítems muy diversos. Acá está el ingreso de divisas por turismo, hay exportaciones de servicios de software y telecomunicaciones, hay exportaciones de servicios financieros, hay servicios de transporte y logística y varios otros rubros de servicios empresariales.
RA: ¿De dónde provino el crecimiento?
TS: Las exportaciones de servicios turísticos fueron las que más crecieron en el período, lo cual tiene sentido porque 2022 había sido un año con un arranque más bien pobre.
Cuando miramos al resto, el panorama es de firmeza, pero la verdad es que el año pasado no se destaca por crecimiento, al menos no con datos hasta setiembre.
Las exportaciones de la industria TIC sumaron US$ 1.200 millones, que es prácticamente idéntico número con el que cerraron 2022. Igual es una cifra sumamente alta en perspectiva histórica, pero veníamos de un crecimiento muy fuerte en los cinco años previos a la pandemia (las exportaciones del sector pasaron de US$ 300 millones en 2014 a US$ 1.000 millones en 2019) y de un salto de 25% más en 2022 (a US$ 1.200 millones). Por eso digo que el 2023 no fue un año de mucho dinamismo, pero no son para nada malos niveles.
En otros servicios empresariales pasó lo mismo. Sumaron algo menos de US$ 1.400 millones. Es tremendo número, pero no supone un aumento en relación a 2022. De hecho, con datos a setiembre se ve una pequeña caída.
RA: Decías antes que los datos de la Balanza de Pagos también permiten ver el comportamiento de la Inversión Extranjera Directa. ¿Repasamos esas cifras?
TS: Sí, son cifras realmente muy buenas. En el año móvil a setiembre se computó un total de US$ 5.200 millones de Inversión Extranjera Directa o IED, como solemos llamarla. Ese nivel implica un aumento de unos US$ 2.200 millones en relación a los US$ 3.000 millones que tuvimos en 2022. Marca, además, un nuevo récord histórico en términos absolutos.
Cuando lo miramos en relación al tamaño de la economía, los US$ 5.200 millones del último dato equivalen a aproximadamente 6,7% del PIB. Ese también es un número muy alto, pero no estrictamente récord. En 2006-2008, por ejemplo, los flujos eran menores (US$ 1.500 – 1.600 millones por año), pero en términos relativos significaba un shock similar al actual… Incluso llegamos a ver un pico de 7,3% del PIB en 2006.
Obviamente los oyentes estarán pensando que estos picos coinciden con los megaproyectos de las plantas de celulosa y es correcto que este año tuvimos ese impulso extraordinario por ese motivo, pero el volumen total excede largamente lo que se puede estimar que corresponde a ese proyecto. Otra cosa que destaco respecto a estas cifras es que parte corresponde a reinversión de utilidades de empresas extranjeras que ya estaban en Uruguay, pero las estadísticas del Banco Central también dan cuenta de nuevos aportes.
RA: Más allá del complejo forestal-celulósico, ¿hay cifras de cuáles son los sectores que más inversión reciben? ¿O de qué países proviene esa inversión?
TS: Esa información se publica solo con el año completo, así que todavía tenemos que esperar para tener la de 2023. En los tres años previos, la industria manufacturera representó más o menos la mitad del total. El sector financiero y las actividades de comercio mayorista nuclean otra porción significativa, aunque en esos casos más por reinversión de utilidades que por fondos frescos.
En cuanto a países, año a año hay oscilaciones, pero si tomamos períodos largos (ej. última década) Brasil y España suelen estar consistentemente entre los orígenes más relevantes. China, por el contrario, no aparece como sí lo hace en otros países de nuestra región.
RA: Para terminar, Tamara, ¿qué lectura hacen de la Balanza de Pagos en su conjunto? ¿Se podría decir que esta mayor inversión extranjera y la firmeza de los servicios sirvió de contrapeso para el evento de la sequía?
TS: Sí. Hay una cuenta a la que le prestamos mucha atención que es la relación entre el saldo en cuenta corriente y la inversión extranjera directa. Uruguay es un país que tradicionalmente tiene cuenta corriente negativa. Y ese cálculo lo que nos indica es si el déficit de cuenta corriente se financia con flujos de inversión “estables” como lo es la IED o si se financia con otro tipo de capitales potencialmente más volátiles, o que nos dejan más expuestos a vaivenes del contexto externo.
Con los últimos datos disponibles, el saldo en cuenta corriente fue negativo en 4,7% del PIB, pero los flujos de inversión extranjera directa fueron de 6,7% del PIB. Eso nos deja un saldo de financiamiento externo de hecho positivo, positivo en 2% del PIB. Naturalmente, uno podría decir que tanto el dato de cuenta corriente como el dato de IED son excepcionales por efectos de única vez (la sequía y la inversión de UPM2), pero no deja de ser una buena noticia que ese balance se mantenga positivo.