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El legado de Angela Merkel y los desafíos que enfrentará el próximo gobierno alemán
EMILIANO COTELO (EC): Después de 16 años, Angela Merkel dejará el cargo de Canciller de la República Federal de Alemania. Como saben, el domingo pasado se llevaron a cabo las elecciones legislativas en Alemania para definir la composición de un nuevo parlamento, que a su vez deberá designar el canciller que reemplazará a Merkel.
Según los resultados oficiales, los socialdemócratas liderados por el actual ministro de finanzas, Olaf Scholz, fueron la fuerza más votada con casi el 26% de los votos. Le siguió la alianza de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel con la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), que juntos tuvieron la peor votación en su historia, alcanzando a sólo el 24% de los sufragios (9 puntos menos que en 2017). La llave para formar gobierno la tienen Los Verdes (que obtuvieron casi un 15%) y los liberales del FDP (con algo menos del 12%), ambos indispensables para formar una coalición con mayoría parlamentaria. Se aguarda un largo período de negociaciones en una Alemania que por primera vez desde la segunda guerra mundial se encamina a una coalición de gobierno de tres partidos.
Más allá del resultado electoral, Merkel ejerció un liderazgo excepcional en Alemania y Europa y nos pareció una buena oportunidad para repasar su legado y para indagar sobre los desafíos que enfrentará el próximo gobierno. Para eso, vamos a conversar en los próximos minutos con el economista Pablo Rosselli, socio de Exante.
¿Qué logros deja Angela Merkel después de 16 años al frente del gobierno?
PABLO ROSSELLI (PR): Empecemos diciendo que es un desafío hablar del legado de Merkel. Nosotros tenemos un seguimiento parcial y a distancia de la realidad política alemana y europea, sin perjuicio de que en estas últimas semanas mucho se ha escrito sobre esto.
Hecha esa aclaración, es imprescindible comenzar diciendo que Alemania termina una era bajo la conducción de Merkel que en su extensión es solo comparable con el período Bismarck al frente de la cancillería (de 19 años, entre 1871 y 1890) y el de su mentor Helmut Kohl que lideró la reunificación alemana.
En cualquier caso, me parece que uno de los principales aspectos a destacar es que tuvo una trayectoria política excepcional: fue la primera mujer al frente del gobierno de Alemania; gobernó en cuatro legislaturas; jamás perdió una elección y fue una líder que gozó de mucha popularidad. Su aprobación entre la población alemana nunca bajó del 50% y alcanzó máximos de 80% en estos años. Se va de la política en sus picos de aprobación, con 75% de la población alemana satisfecha con el manejo de la pandemia de COVID y con el 80% de los alemanes mirando con buenos ojos su legado según algunos sondeos. Es además la primera canciller en no terminar su mandato tras perder una reelección, sino que se va por voluntad propia, aunque había sido una promesa durante la campaña electoral anterior. Estas son algunas reflexiones a modo de introducción que parecen imprescindibles antes de detenernos en aciertos y críticas.
EC: Hechas esas aclaraciones, ¿cuáles fueron sus principales aciertos en estos años?
PR: En un mundo de liderazgos políticos débiles, Merkel sobresalió en Europa y fue clave en la forma en cómo se buscaron salidas a varios episodios de crisis. Lo hizo con pragmatismo, lo hizo ocupando una posición clara de liderazgo en Europa, y esos son logros que sus defensores destacan mucho por la magnitud que tuvieron estos acontecimientos.
Estamos hablando de la crisis financiera de 2008, que tuvo impactos recesivos muy importantes en toda Europa y un aumento extraordinario en los niveles de desempleo.
Años después de la crisis financiera tuvimos las crisis fiscales en Europa (en Grecia, principalmente, pero también en España, Italia y Portugal)) que amenazaron con el fin del euro y donde Merkel fue decisiva en que no se rompiera el bloque.
Más recientemente, surgió la ola migratoria de refugiados, cuando en 2015 Merkel abrió las puertas a decenas de miles de personas de Siria y el norte de África que buscaban refugio en Europa pero que quedaban detenidas en los pasos fronterizos en condiciones inhumanas (adoptando posturas impopulares dentro de su propio partido).
Y ahora la pandemia del COVID, transitándola con menores tasas de mortalidad que sus pares europeos y con una economía en franca recuperación. Y como decía antes, transitó las crisis con altos niveles de popularidad, con mucha capacidad para entender a la ciudadanía y con mucho pragmatismo.
Al mismo tiempo, esa orientación pragmática es señalada por sus críticos como la contracara de un liderazgo que puso poco foco en reformas profundas y necesarias.
EC: ¿A qué te referís con esto último? ¿No hubo reformas sustanciales en Alemania durante su período de gobierno?
PR: Sin duda hay logros que son relevantes, Merkel llega en 2005 con alrededor de 5 millones de desempleados y un crecimiento económico muy débil y se iría este año con el desempleo reducido a la mitad y la economía encaminada a tener una de las mayores recuperaciones post COVID en Europa. Alemania ha mostrado una gran estabilidad económica; bajo el liderazgo de Merkel la zona euro evitó un cisma que por momentos parecía inexorable y más recientemente, a instancias de la crisis económica que trajo la pandemia, la eurozona dio sus primeros pasos hacia una mayor cooperación fiscal, con la emisión de deuda pública comunitaria entre los países de la eurozona. Deja también un sector industrial robusto, fuertemente volcado al exterior.
Pero podríamos decir que estas transformaciones no fueron nada comparables con la reunificación alemana bajo el gobierno de Helmut Kohl ni la creación de una red de seguridad social inmensa como la que se llevó a cabo bajo el gobierno de Bismarck. Los bajos niveles de desocupación que se observaron en Alemania durante su largo mandato son más bien atribuibles a reformas laborales de su antecesor.
Sus críticos dicen que Merkel fue exitosa en lidiar con crisis, pero menos exitosa en fijar los objetivos de largo plazo de Alemania, “la canciller de la estabilidad, pero no de las reformas o del cambio”.
EC: ¿Cuáles son las áreas en las que se debería haber avanzado con mayores reformas?
PR: Un editorial de estos días en “The Economist” destacaba que Alemania quedó atrás en inversiones en infraestructura pública y en temas de digitalización que quedaron en evidencia el año pasado con las dificultades que enfrentó el sistema educativo durante la pandemia. Aunque el desempleo es muy bajo en Alemania, el mercado laboral muestra signos de precarización y persiste todavía una alta desigualdad del ingreso entre la zona este y la zona oeste de Alemania.
La lucha contra el cambio climático es otra área donde no se observaron demasiados avances. Alemania dice ser uno de los mayores defensores del cambio a energía limpias, pero al mismo tiempo sigue siendo uno de los países con mayores emisiones de gases de efecto invernadero. El problema de envejecimiento de la población en Alemania y su correlato sobre el sistema de seguridad social es muy importante, allí tampoco se avanzó con reformas importantes.
Otras críticas que formulan algunos analistas y ha sido un reclamo persistente de los Estados Unidos tienen que ver con la política exterior. Los Estados Unidos le han reclamado a Alemania una mayor inversión en defensa. Y muchos analistas señalan que Alemania pudo haber jugado un rol más protagónico en el mundo bipolar Estados Unidos – China que se fue configurando en los últimos 20 años.
EC: Otro punto de críticas frecuentes tiene que ver con el enfoque de austeridad fiscal que caracterizó todo el período de Merkel. ¿Cuál es tu visión al respecto?
PR: En mi opinión, es una crítica merecida. Desde un punto de vista técnico, parece bastante claro que Alemania llevó adelante una estrategia de austeridad fiscal innecesariamente restrictiva. En otras palabras, la política fiscal fue innecesariamente conservadora durante muchos años. En 2020 Alemania cerró con un déficit fiscal algo superior a 4% del PIB y este año el déficit terminará siendo algo más alto que esa cifra. Pero antes de la pandemia Alemania acumulaba seis años consecutivos de superávit fiscal. Alemania tenía superávit fiscal y superávit de cuenta corriente, lo cual mostraba una economía con insuficiencia de gasto y exceso de ahorro, con una política fiscal reticente a gastar incluso a pesar de que el gobierno pagaba tasas de interés negativas, un gobierno que ahorra mucho cuando paga tasas de interés negativas probablemente es un gobierno con pocas ideas, salvo que uno piense que no había proyectos de inversión pública que valieran la pena ser impulsados.
Ese mismo enfoque macroeconómico fue el que, dado su poder, pudo imponer en mayor o menor medida en la zona euro, con políticas fiscales excesivamente restringidas durante los años posteriores a la crisis de 2008. Y esa austeridad fiscal impulsada por Alemania fue acompañada por un Banco Central Europeo que en los años posteriores a la crisis financiera también retaceó sus herramientas de estímulo económico, temiendo por una inflación que nunca vino y probablemente muy orientado a que la inflación en Alemania no superara el objetivo de 2% (pese a que la inflación en el promedio de la zona euro se encontraba más abajo).
Desde esa perspectiva, podría decirse que la orientación de Alemania bajo el liderazgo de Merkel fue poco generosa con los países más afectados de la zona euro.
EC: Para terminar, ¿cuáles son los desafíos que enfrentará el próximo gobierno?
PR: Los desafíos son varios de los que comentábamos antes ¿Cómo apuntalar la economía postpandemia?; ¿De qué forma avanzar con la digitalización y cómo aumentar las inversiones en infraestructura? ¿Cómo lidiar con el fenómeno migratorio? ¿Qué liderazgo ejercerá Alemania en la Unión Europea y en la política internacional ante el vacío que deja Merkel?
Alemania tiene un enorme desafío en la reducción de gases de efecto invernadero, que van a requerir cambios importantes a nivel industrial. Tiene una industria robusta y competitiva pero también es cierto que Alemania ha perdido pie en la innovación.
En suma muchos desafíos para una potencia del tamaño de Alemania, que a su vez deberá formar un gobierno con tres partidos o bloques.