Foto: Sergio Lima / AFP
EMILIANO COTELO (EC): Como ustedes saben, el pasado 2 de octubre se disputaron las elecciones generales en Brasil. Como venían adelantando los sondeos de opinión pública, el expresidente Luiz Inácio “Lula” da Silva fue quien obtuvo la mayor adhesión de votos, pero el actual presidente Jair Bolsonaro sorprendió alcanzando un caudal notoriamente mayor al esperado.
Ambos candidatos se enfrentarán en una segunda ronda el próximo 30 de octubre y, aunque se sigue descontando que Lula será el vencedor, nos pareció oportuno hacer un balance de sobre lo que dejó la gestión de Jair Bolsonaro en materia económica, cuánto pudo haber incidido esto en los resultados electorales y cuáles son las perspectivas para Brasil. Lo conversamos con la economista Alicia Corcoll, de Exante.
ROMINA ANDRIOLI (RA): El resultado de la primera vuelta en Brasil llamó la atención, porque Bolsonaro quedó a una distancia de Lula más acotada de lo que indicaban las encuestas. ¿Cómo reaccionaron los mercados financieros tras conocerse los resultados? ¿Hubo movimientos significativos?
ALICIA CORCOLL(AC): Sí, tal como ustedes dicen las encuestas previas daban como claro favorito a Lula y finalmente la brecha terminó siendo pequeña. Las encuestas más recientes siguen indicando que Lula va a ser el vencedor, pero ahora con un resultado más apretado.
Igualmente, hay que recordar que en esta instancia también se votó para la renovación de la totalidad de la Cámara de Diputados y de un tercio del Senado. Y los resultados mostraron que el Partido Social Liberal (al que pertenece Bolsonaro) fue el que quedó con mayor participación en el Congreso, aunque sin mayorías.
Entonces, yendo a tu pregunta sobre cómo reaccionaron los mercados, la evolución en las jornadas posteriores a las elecciones fue positiva. Hubo cierto revés más recientemente, pero frente a fines de setiembre la moneda brasileña se valorizó un 2,5% y el dólar está cotizando en torno a R$ 5,3 (llegó a estar en R$ 5,5 a mediados de este año y había abierto 2022 en R$ 5,7). Las acciones acumularon ganancias relevantes, con el índice Bovespa subiendo más de 3% desde las elecciones.
No somos analistas políticos, pero lo que se menciona es que se ve con buenos ojos justamente que la composición del Congreso va a estar bastante distribuida y que, aunque Lula seguramente será el próximo presidente, no tendrá mayorías a nivel legislativo. Por lo tanto, se descuenta que Lula tendrá que negociar y que eso lo llevará a moderar sus políticas aguardándose que no haya en el próximo mandato medidas demasiado radicales.
RA: Está claro que la figura de Bolsonaro está rodeada de polémicas, pero en cualquier caso se ha señalado que una de las explicaciones de su buena performance en las elecciones viene por el lado de la economía. ¿Cómo lo están viendo ustedes?
AC: Podría decirse sí que a nivel de la opinión pública ha mejorado un poco la opinión respecto a la gestión económica de Bolsonaro. Por ejemplo, en los sondeos de Datafolha el saldo neto de respuestas respecto a cómo se evalúa la situación económica del país sigue siendo negativo, pero se ha achicado bastante en los últimos meses y el porcentaje que indica que ha mejorado subió de 15% en junio a 28% en setiembre.
Sobre el repunte que ha tenido Bolsonaro en el último tiempo se señala que influyó la extensión de ayudas económicas a las familias de menores ingresos, que habían sido lanzadas durante la pandemia y que se fueron renovando. A Bolsonaro se lo criticó mucho por su postura ante la pandemia y su enfoque con la vacunación, pero fue rápido en implementar este tipo de ayudas dirigidas.
En este último tiempo también influyó positivamente la rebaja impositiva para los combustibles y la electricidad, que motivó descensos importantes de los precios y ayudó a paliar el golpe que está teniendo el poder adquisitivo de los hogares en Brasil por la alta inflación.
De todos modos, más allá de estos efectos circunstanciales, tampoco hay que desconocer que Brasil no lo hizo mal en materia de actividad económica a la salida de la pandemia.
RA: A ver, detengámonos ahí, ¿podemos comentar alguna cifra para ponerlo en perspectiva?
AC: Sí. Durante el peor momento el PIB de Brasil llegó a caer un 11% respecto a los niveles pre-pandemia, caída muy fuerte pero que resultó menor a la que hubo en otros países de la región. Luego la recuperación fue bastante rápida, retomando ya a principios de 2021 niveles comparables a los de fines de 2019 (mientras que muchas otras economías seguían rezagadas). El año pasado la economía estuvo frenada en algún momento, pero retomó el crecimiento y se encontraba en el segundo trimestre de este 2022 un 3% arriba en esa comparación.
Y más allá del desempeño efectivo en materia de crecimiento económico durante estos últimos años, también se ha destacado como un aspecto positivo de la gestión de Bolsonaro a la figura de Paulo Guedes, su ministro de economía durante todo el mandato.
RA: ¿Por qué? ¿Qué virtudes se le asignan a Guedes como para que tenga ese peso?
AC: En primer lugar, porque su nombramiento fue muy bien recibido por el mercado en aquel entonces, por su perfil técnico y porque es visto como un economista afín a los mercados. También ha sido un defensor de una serie de reformas estructurales y sobre todo fue bien evaluado por el énfasis que puso en sacar adelante la reforma previsional que se entendía muy necesaria en Brasil y que de hecho es uno de los principales hitos de la administración de Bolsonaro.
Sin embargo, el gobierno no avanzó con otras reformas importantes (como la referente al sistema tributario), que son esenciales para poder potenciar el crecimiento del país en el mediano y largo plazo.
RA: ¿A qué te referís concretamente con eso?
AC: A que a Brasil le fue bien a la salida de la pandemia, pero que con la expansión que ha tenido hasta ahora recién recuperó los niveles que tenía en 2015-2016, antes de la recesión que tuvo el país. A mediano plazo los pronósticos de apuntan a aumentos del PIB de 2% anual, que son realmente moderados para los parámetros de crecimiento que supo tener Brasil en otros períodos de su historia y bajos para atender las demandas de progreso social y bienestar de la población.
RA: Queda entendido. Al principio te referías al efecto que han tenido las ayudas financieras a algunos segmentos de la población, y sobre esto último se ha escuchado decir que desde el punto de vista fiscal el gobierno de Bolsonaro “soltó la correa”. ¿Fue efectivamente así?
AC: Durante la pandemia las cuentas públicas de Brasil fueron de las que más se deterioraron dentro de los países de América Latina. Brasil partía de un déficit fiscal primario (antes del pago de intereses) que ya era negativo en 2019 y se deterioró hasta llegar a 9% del PIB a fines de 2020, por la pérdida de ingresos dado el contexto recesivo y el impulso de estas medidas expansivas.
Ahora, los números más actuales pautan una mejora relevante. El resultado primario de hecho se tornó positivo (lo cual no sucedía desde 2014) y está actualmente en 2% del PIB. Así que, en definitiva, es cierto que durante la pandemia se puede haber “soltado lo fiscal” y que eso ayudó a que el desempeño de la economía post-COVID haya sido mejor al esperado, pero mucho fue transitorio.
RA: La pregunta que surge, para ir terminando, es ¿cómo quedan planteadas las perspectivas para 2023?
AC: Los pronósticos para 2023 son de crecimiento muy moderado, de solo 0,6%. Decía que el sesgo de revisión de pronósticos en Brasil viene siendo al alza y hay algunos elementos positivos en el horizonte (por ejemplo, que lo devaluada que está su moneda hace prever que el sector exportador podrá seguir pujando pese al deterioro del contexto internacional).
Pero dicho esto, hoy estamos ante una conjunción de elementos que imponen cautela respecto a Brasil. El salario real podrá mejorar cuando baje la inflación, pero viene muy resentido. El mercado laboral se ha recuperado, pero con una alta informalidad. Y tenemos que el año que viene podrían disminuir las ayudas financieras de las que hablábamos. Ambos candidatos ya anticiparon que quieren mantenerlas, aunque está por verse que esto suceda dada su implicancia en los números fiscales.
Y retomo el tema de las reformas pendientes, porque pase lo que pase en el ballotage y con la composición efectiva del Congreso, no hay mucho optimismo de que pueda haber avances concretos en ese sentido. De hecho, en esta campaña electoral se jerarquizó muy poco la agenda de propuestas económicas de cada candidato.
Por lo tanto, desde Uruguay tenemos que quedarnos con un Brasil con luces y sombras, pero del cual no deberíamos encontrar mayores sorpresas. No es un escenario particularmente amenazador, pero tampoco parece que Brasil pueda traer un impulso relevante para nuestro país.