Análisis Económico

Impuesto global a empresas multinacionales: ¿Cuáles son las claves del acuerdo del G7?

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Foto: David Becker / AFP

¿Por qué se buscan cambiar las reglas de tributación de estas empresas?

EMILIANO COTELO (EC): Las principales economías del mundo llegaron a un acuerdo para ajustar la forma en que tributan las empresas multinacionales los impuestos a la renta empresarial. Concretamente, los países del G7 (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá, Italia y Japón) acordaron tomar medidas para que las empresas multinacionales paguen más impuestos y para que paguen más en los países donde hacen negocios.

“El acuerdo pondrá fin a la lucha por la reducción de los impuestos corporativos y garantizará la equidad para la clase media y los trabajadores", dijo la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, tras la reunión que mantuvieron los ministros de Finanzas el sábado en Londres. "Después de años de discusión, hemos llegado a un acuerdo histórico para reformar el sistema fiscal global y adecuarlo a la era digital global", sostuvo su par británico. “Este acuerdo es una muy buena noticia para la justicia fiscal y la solidaridad y una mala noticia para los paraísos fiscales", afirmó el ministro alemán.

¿Por qué se buscan cambiar las reglas de tributación de estas empresas? ¿Cuáles son los principales puntos del acuerdo alcanzado en Londres? Les proponemos conversar de este tema con el economista Pablo Rosselli, socio en Exante.

ROMINA ANDRIOLI (RA): Pablo, empecemos por entender por qué se buscan estos cambios impositivos. ¿Cómo tributan hoy estas empresas multinacionales?

PABLO ROSSELLI (PR): Para los gobiernos, gravar a las empresas multinacionales que operan en muchos países es un desafío importante. Ese desafío ha ido aumentando con el avance del mundo digital y la aparición de las grandes empresas tecnológicas como Google, Facebook y Amazon.

En teoría, las empresas multinacionales deben pagar impuestos en función de dónde está ubicada su sede central y de dónde hacen los negocios que les producen sus ganancias. Sin embargo, las empresas suelen establecer entidades jurídicas en países que comparativamente tienen tasas de impuestos a las empresas bajas o prácticamente nulas y declarar allí una parte de sus ganancias, pese a que esas ganancias sean producto de ventas que se realizaron en otros países. Así, las compañías logran reducir de manera legal el monto de impuestos que deben pagar.

RA – ¿Qué tan importante es este fenómeno, Pablo?

PR – Es difícil saberlo con precisión… Pero según algunas estimaciones, en 2018 el 63% de las ganancias de las empresas multinacionales de Estados Unidos en el extranjero se reportaban en paraísos fiscales, mientras que solo el 5% de sus empleados estaban instalados en esos lugares. Reportaban más ganancias en las islas del Caribe que en China… La OCDE estima que las empresas multinacionales en su conjunto logran evitar pagar unos US$ 240 mil millones por año a través de estos mecanismos.

RA – ¿En que consiste entonces el acuerdo que alcanzaron los países del G7 el fin de semana pasado?

PR – El acuerdo tiene dos grandes pilares.

El primer pilar tiene que ver con la reasignación de los derechos tributarios hacia los países en donde tiene lugar la actividad económica relevante de la empresa y no en las jurisdicciones donde las firmas eligen declarar sus ganancias. Al menos el 20% de cualquier beneficio por encima de un umbral de utilidad acordado de 10% sobre la venta sería repartido entre los gobiernos donde las compañías llevan adelante sus ventas. Este pilar era el que más empujaban los países europeos, que buscaban asegurarse que las grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos tributen más por su volumen de negocio pese a tener poca presencia física en Europa.

RA – ¿Y el segundo pilar?

PR – El segundo pilar es el que se llevó todos los titulares de los diarios…los países del G7 se comprometen a fijar y a promover un acuerdo global para una tasa mínima de impuestos a las empresas de al menos 15%. Este es el pilar que buscaba Estados Unidos y según la OCDE es el que más va a redundar en una mayor recaudación tributaria.

RA – Ahora, Pablo, ¿cómo es posible que las empresas logren desviar sus rentas a paraísos fiscales o a países de bajas tasas de impuestos? Me imagino que los oyentes se preguntarán cómo puede ser eso algo legal…

PR – Esa es una buena pregunta. Lo primero que hay que decir es que la desviación de ganancias hacia jurisdicciones de baja tributación no tiene por qué ser ilegal… en muchísimos casos no lo es.

La economía mundial migró a un modelo fuertemente dominado por activos intangibles… Las empresas tecnológicas por ejemplo tienen muchos activos intangibles… ¿dónde está localizada una empresa que vende online? Puede estar localizada en cualquier lugar… incluyendo paraísos fiscales. Las empresas obtienen ingresos por vender productos pero también por vender servicios… también por el uso de patentes o marcas… Todas esos ingresos asociados a activos intangibles (que pueden localizarse en cualquier lugar) se prestan para reconocer ganancias en paraísos fiscales. Las normas fiscales están muy atentas a todas esas operaciones; los oyentes no deben pensar que las multinacionales hacen lo que les da la gana… lo que sí es cierto, es que pese a todas las regulaciones, quedan muchos espacios legales para alojar ganancias en esos paraísos fiscales.

RA – Si como mencionabas, Pablo, este es un problema que viene desde hace tiempo, ¿por qué se alcanzó un acuerdo ahora?

PR – Es una buena pregunta… Hay varios factores que pueden explicar el avance en las negociaciones.

Por un lado, las necesidades fiscales que surgen luego de la pandemia y una vocación de mayor equidad tributaria vienen a actuar como catalizador de una estrategia de mayor colaboración entre las grandes potencias.

Por otro lado, Estados Unidos, que ya tiene un impuesto mínimo que deben pagar las compañías, quiere aumentar esa tasa (de 21% a 28%) para incrementar su recaudación y pagar los programas de estímulos fiscales, inversión en infraestructura y programas sociales que tiene la administración de Biden. Si bien podría hacerlo de manera unilateral, ello implicaría que el costo para las empresas de mantener sus sedes centrales en EEUU aumentaría en relación a llevarlas a otros países. Sin embargo, si todos los países acordaran una tasa mínima más alta, los beneficios de irse de Estados Unidos serían menores…

A su vez, desde hace tiempo los países europeos querían aumentar la recaudación sobre las grandes empresas tecnológicas que operan en sus países pero que tienen sus sedes centrales en Estados Unidos. Para eso, habían fijado aranceles a los negocios digitales, lo que en su momento llevó a la administración Trump a imponer, a modo de represalia, aranceles a las importaciones de bienes provenientes de Europa.

Con este acuerdo, cada uno se lleva algo… Estados Unidos quería una tasa mínima global más alta… y los países europeos querían gravar mejor las utilidades de las empresas tecnológicas.

RA – Pero para que funcione el acuerdo es necesario que se sumen otros países, ¿no? ¿Qué incentivos tienen para hacerlo?

PR – Exacto, Romina. Es clave entender que por el momento no hay cambios en la tributación internacional. Este acuerdo es un punto de partida. Ahora se buscará negociar con los países del G20 dentro de los próximos meses, para luego intentar alcanzar un acuerdo más amplio con los 139 países de la OCDE. Las negociaciones pueden ser exitosas, pero podemos estar hablando de uno o dos años antes de que se introduzcan los cambios legislativos necesarios.

Sobre los incentivos, hoy en día las economías en general presentan crecientes déficits fiscales asociados a la pandemia… Un sistema impositivo con menos beneficios para las multinacionales permitiría que los gobiernos en general incrementen su recaudación fiscal.

Además de incentivos, si las grandes potencias logran avanzar con su plan, luego vendrán las previsibles presiones para que el resto de los países se sume a estos acuerdos, como ya ha ocurrido en el pasado.

RA – De todas maneras, con cambios grandes en la regulación supongo que hay ganadores y perdedores. ¿Podemos decir que este es el fin de los paraísos fiscales?

PR – Claros ganadores son las economías desarrolladas, donde las empresas multinacionales generan las mayores ganancias por ventas, pero pagan pocos impuestos. Las economías emergentes, donde las compañías tienen sus grandes fábricas u otras operaciones que les reportan beneficios también tienen algo para ganar, aunque comparativamente menos.

Sin duda, los grandes perdedores son los paraísos fiscales. Acá tenemos que hacer una distinción. Por un lado, están los países caribeños, con tasas impositivas de 0%. El tipo de acuerdo que está sobre la mesa afecta fuertemente el modelo de negocio de estos países que, pese a no recaudar impuestos corporativos, dependen de las comisiones que se les cobran a las empresas subsidiarias y de los servicios que se les prestan a las compañías.

En una situación diferente están algunos países de Europa o Asia, que como Irlanda o Chipre atraen inversiones con tasas comparativamente bajas (de 12,5%). Es probable que estas economías presionen para acordar tasas mínimas que se encuentren más en el orden del 10%, permitiéndoles seguir subsistiendo con el modelo actual.

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