¿Cómo quedan las perspectivas de una eventual flexibilización del bloque? Análisis de Pablo Rosselli
Foto: Pablo Rosselli Crédito: Deloitte
EMILIANO COTELO (EC): El viernes pasado tuvo lugar la cumbre presidencial por los 30 años del Mercosur, que terminó con una dura respuesta del presidente Alberto Fernández al planteo del presidente Luis Lacalle Pou en el sentido de que Uruguay precisaba flexibilidad para negociar otros acuerdos y de que el Mercosur no podía ser un “lastre”.
En los próximos minutos vamos a dedicar nuestro análisis económico de hoy a este asunto. Para eso estamos en comunicación con el economista Pablo Rosselli, socio de Exante.
ROMINA ANDRIOLI (RA): Pablo, ¿cómo vieron la cumbre del viernes pasado?
PABLO ROSSELLI (PR): Sabíamos de antemano que sería una mala cumbre. Una cumbre vía zoom (más allá de las dificultades por el covid) ya mostraba el ánimo que prevalecía. No había acuerdos previos; no habría declaración común.
La verdad es que, pasados 30 años desde su fundación, el Mercosur no tiene lo qué festejar: nació con la ambición de conformar un Mercado Común (con la Comunidad Europea como referencia) y nunca pasó de ser un acuerdo comercial que con buena voluntad se parece a una zona de libre comercio (pero con muchas restricciones).
Tan así es, que el volumen de comercio entre los países no logró volverse relevante. Dicho eso, el Mercosur sirvió en sus primeros años porque le dio viabilidad política a una primera fase de apertura de las economías regionales (que antes del Mercosur eran mucho más cerradas) y le dio un impulso inicial al comercio entre los socios, pero ese dinamismo se revirtió a inicios de los 2000. Y para los parámetros del mundo actual (en el mundo las economías continuaron abriéndose desde los 90 para acá), el Mercosur es una de las zonas del mundo más cerradas al comercio internacional.
RA: ¿Podemos ver algunas cifras?
PR: El Mercosur representa un 3% del PIB mundial pero su participación en el comercio mundial de bienes es de 1,5%. Eso pauta que el Mercosur tiene una pobre inserción en la economía mundial.
Si miramos el tema desde la perspectiva de los socios grandes del bloque, observamos la poca importancia que para los socios tiene el Mercosur, más allá de los discursos.
En el caso de Brasil, sus exportaciones al Mercosur representan apenas un 6% de sus exportaciones totales. Eso es la mitad de lo que pesaban en 1995. Y esas exportaciones representan apenas un 0,8% del PIB. Es decir que, para el país más grande, el Mercosur es económicamente irrelevante. Para Argentina, las exportaciones al Mercosur representan un 18% del total, cuando en 1995 representaban un 36% y representan un 3% del PIB. También para Argentina, el Mercosur es menos importante hoy que en 1995.
RA: A partir del final que tuvo la Cumbre, ¿cómo quedan las perspectivas? ¿Cómo lo están viendo ustedes?
PR: Cuando las diferencias entre los países terminan escalando de este modo, las cosas se vuelven más difíciles. No estoy por cierto responsabilizando al presidente Lacalle Pou por su planteo; la respuesta de Alberto Fernández fue tremendamente confrontativa.
Ahora, es muy tentador apasionarse con esta discusión y pretender que el conflicto siga escalando, como forma de ratificar la defensa de los intereses nacionales. Sin embargo, me parece hay dos cosas claves para entender a la hora de pensar cómo seguir.
La primera, cuanto más escale el conflicto del modo que lo hizo en la cumbre, menos grados de libertad para acordar tienen los gobernantes (que luego deben explicar cualquier concesión a sus votantes). Por eso, desde la perspectiva de Uruguay, ponerle paños fríos a esta discusión parece importante.
La segunda, tenemos que entender que los intereses de los socios del Mercosur son muy diferentes entre sí: Argentina no tiene una vocación de inserción internacional (sus políticas macroeconómicas – cepo cambiario, impuestos a las exportaciones, licencias de importación – nos lo están diciendo claramente); Brasil tiene una posición ambigua, con el ministro Guedes buscando una apertura comercial pero con Bolsonaro que oscila entre una estrategia de mayor inserción internacional y el proteccionismo histórico de Brasil; y Paraguay parece posicionarse con una posición más conciliadora, pero al final apoyará la línea de Brasil, entre muchas razones, porque tiene una concentración relevante de sus exportaciones (35%) en el mercado brasileño.
RA: Lacalle Pou señaló en la cumbre que Uruguay haría un planteo formal en las próximas semanas para habilitar una flexibilización que nos permita negociar otros acuerdos comerciales. De lo que venías comentando, parecería que no hay lugar para mucho optimismo en relación al planteo que hará Uruguay. ¿Es así?
PR: Parecería que el gobierno optó por el camino de intentar lograr una aprobación formal que le dé flexibilidad a cada país para iniciar negociaciones comerciales por su propia cuenta. Veremos si luego de la cumbre del viernes, Uruguay mantiene esa decisión. En principio, llevará ese planteo a una reunión prevista para el 22 de abril y según ha trascendido en la prensa, la apuesta es a que esto se resuelva en el transcurso de este año.
Está claro que contar con una aprobación formal del Mercosur que derogue la circular 32 o que flexibilice significativamente sus términos sería muy bueno para Uruguay. Pero antes de la cumbre, a nuestro juicio, ya parecía bastante claro que no habría un consenso para formalizar una flexibilización sobre este asunto y luego de la cumbre parece en todo caso más difícil.
RA: Y si, como todo indica, no se consigue esa aprobación, ¿cuáles son las opciones que tiene Uruguay?
PR: Buscar una aprobación informal pero razonablemente clara de Brasil. A nuestro juicio, ese debió ser siempre el objetivo. Además de que Brasil es un mercado importante para Uruguay, la realidad es que Uruguay es un país chico, poco atractivo para otros bloques comerciales o países. Y en el mundo de las relaciones internacionales pocos países van a estar dispuestos a negociar con Uruguay si perciben un riesgo relevante de enemistarse con un país del tamaño de Brasil.
Contar con la aprobación de Brasil parece el mejor escenario dentro de los posibles. Habrá que ver si Brasil está dispuesto a conceder esa flexibilidad de un modo claro, aunque no esperaría una señal muy formal. Quizás eso también dependa de qué tanta voluntad tenga el gobierno de Bolsonaro de iniciar sus propias negociaciones con otros bloques.
RA: De lo que estás diciendo, se deduce que imaginás un escenario con Brasil y Uruguay negociando eventualmente por separado.
PR: Efectivamente. Es muy difícil que los países del Mercosur puedan lograr acuerdos conjuntos con terceros mercados, porque la agenda de cada país es muy diferente.
RA: Ahora, ¿cuáles son las opciones de Uruguay si, como todo indica, no se aprueba una flexibilización formal del Mercosur? ¿Largarse solos, sin autorización formal, no sería riesgoso para Uruguay?
PR: No hay alternativa sin tomar riesgos. O nos quedamos así como estamos en el Mercosur, sabiendo que el Mercosur no va a mejorar, o tomamos algunos riesgos.
Se trata de mitigar esos riesgos. Por eso es importante un entendimiento con Brasil pero siempre habrá riesgos.
Abrir negociaciones por nuestra propia cuenta tiene riesgos, probablemente esos riesgos se incrementaron luego de la respuesta de Alberto Fernández a Luis Lacalle Pou, porque, como decía antes, cuando los conflictos entre países escalan, a los gobernantes se les vuelve más difícil luego explicar a los votantes las concesiones o las marchas atrás realizadas.
RA: ¿Qué tan importante para Uruguay es el comercio con los socios del Mercosur? Se me ocurre que vale la pena comentar grandes cifras…
PR: Las exportaciones de Uruguay a Argentina en 2020 fueron apenas superiores a US$ 400 millones. El mercado argentino representa menos del 5% de nuestras exportaciones de bienes.
Brasil es un mercado más relevante; en 2020 nuestras exportaciones fueron de unos US$ 1.200 millones, equivalentes a un 15% del total.
El Mercosur representa un 20% de nuestras exportaciones; eso es mucho menos que en 1990 (antes de la conformación del Mercosur), cuando la región significaba un 35% de nuestras exportaciones de bienes.
RA: ¿Cómo tenemos que interpretar esas cifras? ¿Podemos plantearnos dejar el Mercosur, llegado el caso? En las redes sociales el mismo viernes apareció el hashtag Uruexit.
PR: A nuestro juicio, no tiene sentido que Uruguay se plantee un escenario de salida unilateral del Mercosur; perderíamos el acceso a los mercados regionales, que siguen siendo importantes para la industria manufacturera uruguaya.
De hecho, más o menos la mitad de lo que le vendemos a nuestros vecinos son productos manufactureros en los cuales Uruguay tiene poca competitividad extra regional.
Por lo tanto, perder acceso a esos mercados tendría impactos no despreciables sobre la economía y sobre sectores industriales.
Dicho eso, me parece que Uruguay no debería quedar paralizado ante ese riesgo. Pero una cosa es plantearse un camino propio de negociaciones con otros mercados y correr los riesgos que eso supone y otra cosa diferente es abandonar voluntariamente el Mercosur.
La realidad es que el Mercosur no es una Unión Aduanera; no tenemos un arancel externo común (porque hay infinidad de excepciones) y los bienes no circulan libremente (circulan con certificados de origen y enfrentando diversas barreras).
Si el Mercosur no es una Unión Aduanera, no tiene sentido la prohibición de negociar por separado. Uruguay debe mantenerse firme con ese planteo. Si luego hay represalias, habrá que lidiar con ellas pero abandonar el Mercosur motu proprio sería francamente absurdo.
RA: ¿Y cómo juega la famosa circular 32, que impide a los socios del Mercosur negociar por su propia cuenta?
PR: La circular 32 es solamente una circular, políticamente importante pero no sería la primera norma que no se cumple en el Mercosur.
Sin ir más lejos, en el segundo gobierno de Tabaré Vázquez Uruguay implementó una tasa estadística a las importaciones, que alcanzó a las importaciones desde el Mercosur, en claro incumplimiento del acuerdo.
Lo más relevante para Uruguay es evitar represalias desde Brasil, que es nuestro mercado más relevante. Con Argentina tenemos pocas exportaciones de bienes, aunque tenemos otros temas relevantes de la agenda (como toda la temática de puertos, hidrovía, navegación en el Río de la Plata, intercambios de energía eléctrica). Es importante tratar de preservar un clima razonable de diálogo con Argentina, aunque también sabemos que lo que hagamos o dejemos de hacer en relación con la política comercial extra Mercosur no nos asegura ningún resultado en esos otros temas.
En suma, me parece que Uruguay debe avanzar con una estrategia de inserción internacional, de forma decidida, tratando de tener alguna aprobación de Brasil y tratando siempre de bajar los decibeles de las diferencias con Argentina.
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