Foto: Luis ROBAYO / AFP
EMILIANO COTELO (EC): A un poco más de dos meses de asunción del gobierno de Javier Milei, el panorama económico en Argentina sigue sumamente movido.
Los últimos días han estado signados por una puja entre el gobierno nacional y los gobernadores, que llegó a escalar al nivel de amenaza de recortes en el suministro de petróleo y gas desde las provincias. Con ese telón de fondo, nos pareció oportuno detenernos hoy en el avance del programa económico de Milei. ¿Cuál es el balance de lo hecho hasta ahora? ¿Hay resultados visibles? ¿Hay chances de una estabilización exitosa con este nivel de “ruido” a nivel político? ¿Cuáles son las claves del escenario económico en Argentina a observar desde Uruguay? Les proponemos conversarlo con la economista Tamara Schandy, socia de Exante.
ROMINA ANDRIOLI (RA): Tamara, en estos dos meses y medio de nuevo gobierno en Argentina hemos venido siguiendo de cerca los vaivenes políticos con nuestro corresponsal Fernando Gutiérrez. ¿Cómo están viendo ustedes los avances en el plano económico y novedades como la del enfrentamiento con las provincias que mencionaba Emiliano recién?
TAMARA SCHANDY (TS): Es difícil no perderse con el minuto a minuto de Argentina. Este lío entre el gobierno y las provincias se dispara por una retención de 13.500 millones de pesos que hizo el gobierno nacional de los impuestos federales que debía repartir a Chubut. Eso son US$ 15 millones de dólares, muy muy poco dinero para los números fiscales de Argentina. Ciertamente es un conflicto que tiene mucho más importancia política de lo que mueve la aguja en términos económicos.
Por eso es importante verlo en el marco del problema más general. Argentina tiene un enorme desafío de ajuste fiscal, porque no tiene financiamiento externo y porque para controlar la inflación se ha propuesto cortar con el financiamiento monetario del déficit. Esto es, se quiere evitar que el Banco Central deba emitir pesos para financiar al gobierno.
El tema es que el ajuste fiscal que se propuso hacer el gobierno es enorme, de unos 5% del PIB. Y sucede que, sin mayorías en el Congreso, las herramientas para llevarlo a cabo están limitadas. También sucede que el gobierno nacional solo controla una parte del gasto público en Argentina.
RA: ¿Cuánto del gasto público pasa por las provincias?
TS: Históricamente más del 40% ha estado controlado por provincias y municipios. En los picos más altos de estos últimos años el gasto público total en Argentina llegó a unos 45% del PIB. De eso, el del gobierno nacional fue 25% del PIB en sus máximos. Hoy está ligeramente abajo de 20% del PIB. El resto, entre 15% y 20% del PIB según el año corresponde a Provincias y Municipios (aunque la mayoría, por lejos, es provincias).
Entonces, lo que tenemos es a la administración de Milei buscando hacer el ajuste sobre la porción que controla directamente y tratando de inducir a las provincias a hacer lo propio, pero naturalmente está enfrentando resistencias. Es parte del enorme desafío de un gobierno en minoría y sin alianzas políticas fuertes. Y el estilo particular de este gobierno no parece ayudar.
RA: ¿Entonces? ¿Hay chances de que el gobierno logre completar el ajuste fiscal que se ha planteado como piedra angular de todo el resto del plan económico?
TS: – Sí, pero probablemente no de la forma anunciada inicialmente. Al principio del gobierno, Milei se había planteado hacer el ajuste con un mix de más recaudación de algunos impuestos y ajuste de algunos gastos del gobierno nacional. Muchas de esas iniciativas requerían de aprobación legislativa, que no obtuvo. Recordemos que el mes pasado el gobierno tuvo una derrota dura cuando tuvo que retirar del Congreso la llamada “ley ómnibus” por falta de apoyo. Eso lo dejó con una caja de herramientas bastante limitada. Sin embargo, ni los analistas argentinos ni el mercado parecen haber tirado la toalla sobre las chances de éxito del plan. La razón es, esencialmente, que la alta inflación está permitiendo una enorme licuación del gasto en términos reales. El gobierno “pisó” muchos gastos; todo lo que estuvo a su alcance. El gasto crece mucho menos que la inflación y mucho menos que la recaudación de impuestos, entonces el resultado fiscal está mejorando. Sin ir más lejos, el resultado de enero fue superavitario.
RA: ¿Podemos repasar las cifras, Tamara? ¿En qué partidas se está ajustando?
TS: La inflación está arriba de 200%. La recaudación en pesos corrientes sube un poco menos de 200%, pero no mucho menos. Sin embargo, el aumento del gasto está en el eje de 150% nominal interanual, muchísimo menos que la inflación.
De hecho, si expresamos el gasto de enero en términos reales, hay una baja de 39% frente al enero previo. Parte se da en partidas donde hubo medidas discrecionales. Por ejemplo: el gasto en subsidios está 60% real abajo que un año atrás y las transferencias a provincias fueron 70% inferiores. También bajó drásticamente la inversión. Pero en otras áreas prima más bien el efecto de la licuación. Solo así se explican caídas de casi 30% real interanual en las partidas salariales y de casi 40% real en las pasividades.
Naturalmente, estamos hablando de un solo mes. Puede haber volatilidad pero, con estos niveles de inflación, es bastante razonable pensar que el gobierno tiene chances de lograr buena parte de su ajuste por esta vía. Otro tema es la calidad del ajuste y la sostenibilidad del ajuste. Sostenibilidad económica y sostenibilidad social. Hay un límite de tolerancia social a este nivel de erosión de los ingresos de los hogares.
RA: Decías antes que es fácil perderse en el minuto a minuto de las noticias en Argentina. Además de este pilar de ajuste fiscal, ¿cuáles son las otras piezas del programa económico de Milei que deberíamos mirar atentamente desde Uruguay?
TS: Esta fiscal es clave, porque Argentina necesita reducir el déficit para estabilizar la economía. El ancla fiscal es hoy la principal ancla de expectativas (quizás la única). Obviamente pensando en la sostenibilidad de mediano y más largo plazo aparece también la necesidad de ir desmantelando los controles de cambio y las restricciones a la movilidad de capitales. Aparece también la necesidad de restaurar el acceso al crédito y la necesidad de reformas estructurales que apuntalen la inversión y el crecimiento. Hemos hablado otras veces de los enormes debes que tiene Argentina en esa materia.
Pero volviendo al corto plazo y parándonos desde Uruguay, obviamente el otro tema sensible es el de los precios en dólares en Argentina. Seguramente la salida de esta crisis requiera una Argentina barata (para atraer inversión y para que el sector exportador empuje). Sin embargo, no perdamos de vista que, medida al dólar blue, Argentina se ha encarecido mucho en los últimos dos o tres meses. Eso desalienta un poco nuestros viajes a Argentina y el consumo de frontera. Es una buena noticia para la actividad comercial en Uruguay.
RA: ¿Eso vino para quedarse?
TS: En buena medida depende de que las expectativas del mercado no se desmadren y de que la brecha entre el dólar oficial y el dólar blue no vuelva a subir. La devaluación de diciembre fue, en ese sentido, muy exitosa. Se ajustó el dólar oficial sin que el dólar blue se moviera mucho. Las brechas cambiarias, que supieron estar arriba de 150%, están hoy entre 20% y 30%. Si el mercado estuviera esperando mucho más desorden nominal para delante, las brechas no hubieran bajado de ese modo. Pero es un equilibrio frágil, va a depender mucho de los avances que haga el gobierno en los próximos meses.
No es evidente que el gobierno argentino pueda evitar nuevas correcciones en el dólar oficial y tampoco es evidente que las brechas no puedan volver a aumentar. Dicho eso, por ahora la mejora de precios relativos que tuvimos desde Uruguay es enorme. Medidos al dólar blue, los precios aumentaron 50% en relación a noviembre. La diferencia entre los precios de Salto y Concordia que mide la Universidad Católica sigue siendo enorme, pero bajó al menor nivel en cinco años.
RA: ¿Es factible pensar que se logre unificar el mercado de cambios? ¿Qué desaparezca el cepo?
TS: El último reporte del FMI en el marco del acuerdo que tiene con Argentina habla de que sobre mediados de año se empezarían a desmantelar las restricciones. Es el cepo, pero también está el impuesto país y otras disposiciones. El ministro Caputo, hace unos días, mencionó junio o julio como fecha tentativa, pero obviamente es un proceso delicado, que dependerá de cómo evolucione el panorama de reservas, de que se logre ordenar un poco la deuda con los importadores y, sobre todo, a nuestro juicio, de que se convenza al mercado de que la consolidación fiscal es posible.
RA: ¿Cómo son las expectativas del mercado respecto a la inflación? ¿Hasta cuándo se esperan registros de inflación de 20% por mes como vimos en diciembre y enero?
TS: Los resultados del relevamiento de expectativas que hace el Banco Central van en la dirección deseada. Se espera que la inflación de febrero esté abajo de 20%, que la de marzo ya esté en 15% y que por junio-julio ya estemos en niveles de un dígito. Eso igual es tremenda inflación acumulada. Seguramente se pase el 300% anual a mediados de año.
Sobre esa senda, igual, hay un margen grande de incertidumbre. Como decía, no es obvio aún que el gobierno pueda completar un ajuste fiscal sostenible. Hay cierto riesgo de que el plan vaya perdiendo credibilidad y no debe descartarse que deban disponerse nuevas correcciones “en escalón” del dólar. En sentido contrario, tampoco debe perderse de vista que Argentina está en una recesión muy fuerte y la historia nos muestra que en casos así la caída de la inflación puede terminar siendo más rápida de lo previsto.
Entre la profundidad de la recesión y la credibilidad del plan se juegan las claves del partido.