Reino Unido y la Unión Europea llegaron a un acuerdo comercial para el post-Brexit.
EMILIANO COTELO (EC): En las horas previas a la Noche Buena, el Reino Unido y la Unión Europea llegaron a un acuerdo para regular la relación económica entre las dos partes a partir del 1 de enero de 2021 cuando termine de concretarse la separación o si ustedes prefieren el Brexit.
El texto obtuvo ya esta semana la luz verde de todos los países miembros de la Unión Europea a través de sus embajadores en Bruselas y el parlamento británico comienza a votarlo hoy en la cámara de los comunes.
¿Cuáles son las claves del acuerdo? ¿Cuáles eran los puntos más difíciles, que demoraron el acuerdo hasta el último minuto? ¿Qué cabe esperar a partir de la semana que viene? Lo conversamos con la economista Tamara Schandy, socia de Exante.
ROMINA ANDRIOLI (RA): Si te parece, comencemos ubicando a los oyentes en este largo proceso del Brexit y repasando por qué es importante este acuerdo.
TAMARA SCHANDY (TS): Bien, ha sido un proceso largo y es fácil perderse. Podemos decir que empezó en junio de 2016, hace más de cuatro años, con un referéndum en el que un poco más de la mitad de los
británicos votó a favor de abandonar la Unión Europea.
Teresa May dio formalmente el aviso para activar la separación en 2017. Era un proceso que inicialmente iba a durar dos años, pero tuvo varias idas y vueltas, acuerdos intermedios y prórrogas. Finalmente, el Reino Unido dejó formalmente la Unión Europea el 31 de enero de 2020.
Sin embargo, ese tampoco fue el final. El 31 de enero lo que pasó es que el Reino Unido se retiró de los órganos de gobierno comunitario, pero en términos económicos todo siguió funcionando más o menos igual. Se ingresó en un período de transición de 11 meses, que vencen ahora, el 31 de diciembre de 2020. Este período de transición era para negociar cómo sería el relacionamiento económico de las partes luego de la separación: si iba a haber aranceles, si iba a haber libre circulación, qué iba a suceder con regulaciones que tienen implicancias económicas importantes, como las referidas al mercado laboral y a temas
medioambientales.
Como decía, este 31 de diciembre se vencía ese período de transición y, sin acuerdo, hubiese sucedido lo que en estos últimos años se llamó “hard Brexit”. Esto es, el Reino Unido habría salido definitivamente de la Unión Europea sin ningún tratamiento especial… Por eso es importante este acuerdo, porque le pone a un marco a cómo va a seguir esa relación y porque le concede al Reino Unido un tratamiento bastante
favorable, al menos en lo que hace al comercio de bienes.
RA: Supongo que te referís a que uno de los principales puntos del acuerdo es, justamente, que las exportaciones y las importaciones de bienes se harán sin aranceles y no estarán sujetas a ninguna cuota…
TS: Correcto, eso es un punto clave. No quiere decir que el comercio de bienes va a seguir funcionando como hasta ahora (porque como el Reino Unido ya no forma más parte de la Unión Europea habrá más papeleo, como declaraciones de origen y controles aduaneros), pero ciertamente es un
escenario mucho mejor del que estaba planteado sin acuerdo (en el escenario de “hard Brexit”). Esa exención de aranceles y de cuotas es en beneficio de ambos, porque el volumen del intercambio comercial es muy grande. En 2019, las exportaciones de la Unión Europea al mercado británico fueron del orden de los 300.000 millones de euros y las ventas del Reino Unido a la Unión Europea de más de 190.000
millones de euros.
Según los últimos estudios que se divulgaron este año sobre el impacto económico del Brexit, esto mejora bastante el panorama. Esos estudios hablaban de una pérdida potencial de más de 6% en el caso de “hard Brexit” y del orden del 4% del PIB al cabo de 15 años en caso de acuerdo de libre comercio
en bienes, que es el escenario donde nos estaríamos parando ahora si se ratifica este acuerdo por parte de ambos parlamentos.
Desde ese punto de vista, el acuerdo es tremendo avance para el Reino Unido. Sin embargo, las voces más críticas también están haciendo énfasis en algunos puntos que no se resolvieron tan favorablemente para los intereses de los británicos.
RA: ¿Cuáles son esos aspectos menos favorables para el Reino Unido?
TS: Diría que hay dos que son especialmente sensibles. El primero es relativo a los servicios. Recién hablábamos de cero aranceles y cero cuotas para el comercio de bienes, pero el comercio de servicios entre el Reino Unido y la Unión Europea también es enorme y allí el acuerdo deja varias puntas abiertas. Hay quienes dicen que Boris Johnson hizo mal en poner tanto énfasis en las negociaciones en
cosas como los derechos de pesca, que tienen mucho menos importancia relativa que varios servicios de exportación para la economía del Reino Unido.
De hecho, las exportaciones de servicios representaron el año pasado más del 40% de lo que el Reino Unido le vendió a la Unión Europea. Lo más relevante por lejos son los servicios financieros, con la city de Londres como uno de los centros financieros más importantes de Europa… pero también hay otros servicios transfronterizos con volumen importante, que los brindan empresas basadas en el Reino Unido a otras en el resto de Europa (publicidad, consultoría y muchos otros servicios profesionales).
En ese terreno todavía quedan cosas pendientes, porque hay que terminar de cerrar equivalencias entre las respectivas regulaciones del sistema financiero, hay temas de control de datos personales, hay temas de habeas data en servicios profesionales que cruzan fronteras… Debería venir en breve, pero lo cierto es que aún no está… y eso puede generar algunas disrupciones en el funcionamiento económico de corto plazo y puede también terminar menoscabando la capacidad exportadora y de atracción de inversiones del
Reino Unido, dependiendo de cómo se resuelva.
RA: Decías recién que hay dos temas sensibles. Uno es el de los servicios, ¿Cuál es el otro?
TS: El otro que quería mencionar es el referido a las condiciones de competencia.
Una de las cosas en las que más han hecho énfasis los británicos a lo largo de todo este proceso es que con el Brexit recuperarían su soberanía; su capacidad de dictar sus propias leyes y regulaciones sin requerir la anuencia de la Unión Europea. Eso es así y, en particular, el acuerdo reconoce el derecho de cada parte de determinar sus políticas y prioridades en relación a la legislación laboral, social y medioambiental y de determinar sus propias políticas y prioridades en materia de subsidios.
Sin embargo, el mismo acuerdo dice que “las divergencias significativas en esas áreas pueden ser capaces de impactar en el comercio e inversión entre los países” y abre la puerta para que el acuerdo pueda revisarse si ello sucede. De hecho, el acuerdo establece un mecanismo de vigilancia y represalias en caso de que alguna de las partes se sienta perjudicada por cambios legislativos o regulatorios de la otra parte en esas áreas. Está previsto un sistema de arbitraje en algunos casos y de evaluación por parte de un panel de expertos en otros, pero lo importante es que esto puede dar lugar a medidas de “reequilibrio”, que
eventualmente podrían implicar suspender partes del acuerdo o incluso imponer aranceles en el comercio exterior (que es justamente el gran “logro” de este acuerdo).
RA: ¿Qué proyecciones se manejan para el año que viene? ¿El Reino Unido va a poder crecer a pesar de los impactos del Brexit?
TS: Sí, en general las proyecciones que manejan todos los organismos multilaterales son de crecimiento, pero desde un 2020 atípicamente malo (como tuvieron todos los países del mundo a raíz del COVID). En su informe más reciente, por ejemplo, la OCDE maneja un pronóstico de algo más del 4% para el PIB del Reino Unido.
En este momento los reportes de cualquiera de estos organismos ponen más énfasis en la incertidumbre relativa a la pandemia que a los temas de Brexit, pero es claro que los coletazos del Brexit todavía pueden ser relevantes, por lo que decía antes respecto a los servicios y a la atracción de inversiones, pero también porque el Reino Unido tiene pendiente seguir avanzando en tejer nuevos acuerdos de acceso a terceros mercados, tratando de preservar o mejorar las condiciones que tenía por formar parte de la Unión Europea.
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