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Atentado en Lahore: La cuna del yihadismo internacional está anclada en Pakistán y Afganistán

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Un atacante suicida detonó un explosivo este domingo en un parque lleno de familias en la ciudad de Lahore, Pakistán, dejando más de 70 personas muertas y cientos de heridos. Susana Mangana, colaboradora de En Perspectiva, analizó la violencia que se vive Pakistán donde el movimiento talibán buscan establecer el código islámico para así controlar vastos territorios.

EN PERSPECTIVA
Lunes 28.03.2016, hora 7.00

EMILIANO COTELO (EC) —En Pakistán, al menos 72 personas, incluyendo varios niños, murieron en un atentado suicida perpetrado ayer por un grupo talibán en un parque de la ciudad de Lahore, en la provincia de Punyab, en el este del país, donde cristianos estaban celebrando la Pascua.

Un portavoz de la facción Jamaat-ul-Ahrar dijo a la Agencia France Press que este grupo de cristianos fue el objetivo del ataque y aseguró que esta banda llevará a cabo más atentados en escuelas y universidades.

“El kamikaze se hizo estallar cerca del área de juegos para niños donde jugaban en las hamacas”, indicó por su parte un alto responsable administrativo de la ciudad de Lahore, que añadió que más de 200 personas resultaron heridas. Y de esas 200 personas heridas, varias graves, varias en estado crítico, con lo cual la cifra de muertes está variando momento a momento.

El primer ministro, Nawaz Sharif, condenó el atentado y decretó tres días de duelo en esa provincia.

La semana pasada nos conmovimos por el ataque que tuvo lugar en la ciudad de Bruselas, en su aeropuerto y en una línea del metro. Tenemos que prestar atención también a estos otros hechos.

Sobre todo para tratar de entender de qué estamos hablando en este caso, vamos a conversar con Susana Mangana, nuestra colaboradora y analista de En Perspectiva.

¿Qué podemos decir de esta facción talibán que se atribuyó el ataque de ayer?

SUSANA MANGANA (SM) —Es un grupo escindido de más de una treintena de facciones y de células que operan bajo un paraguas que al principio podemos vincular con operaciones de Al Qaeda a ambos lados de la frontera entre Pakistán y Afganistán, pero que hoy tienen sus propios líderes, algunos de los cuales también se han plegado al Estado Islámico, ese nuevo grupo ultraterrorista, ultraortodoxo en su lectura del islam, o Daesh, como preferimos llamarlo.

Tenemos que entender esta operación de ayer en Lahore como un nuevo capítulo en esta guerra sin cuartel, en esta guerra abierta que continúa desde hace ya más de una década entre el ejército y las autoridades de Pakistán y la plétora de organizaciones radicales yihadistas que operan sobre todo en Waziristán, una provincia que es […] el movimiento talibán en el norte y noroeste de la frontera de Pakistán con Afganistán.

EC —Quizás convenga que nos internemos en la realidad de Pakistán mismo, para comprender un poco mejor este atentado.

NICOLÁS BATALLA (NB) —Los talibanes de Pakistán reivindicaron hoy este ataque, dijeron que iba dirigido contra los cristianos. ¿Cuál es la situación concretamente de los cristianos en Pakistán?

SM —Los cristianos de Pakistán vienen siendo hostigados, perseguidos, desde hace ya muchísimo tiempo. No siempre la prensa, sobre todo la europea u occidental, da cuenta de este hostigamiento, de este proceso de persecución abierta a los cristianos. En Pakistán existe una ley antiblasfemia, que intenta evitar las ofensas contra los sentimientos religiosos. Concretamente el artículo 2 de la Constitución de Pakistán, en los incisos a, b y c del artículo 295, prohíbe ultrajar sentimientos religiosos, profanar el Corán y difamar al profeta Mahoma, el profeta del islam. Con lo cual cualquier persona que es acusada por cualquier ciudadano de Pakistán de haber blasfemado en principio es acusada, por este capítulo y por la Constitución vigente.

Eso ocurrió también en el 2010, cuando una mujer cristiana que hoy tiene 50 años, y cinco hijos y que todavía no se sabe qué suerte correrá, fue encarcelada. Y ayer mismo en distintas localidades, pero sobre todo en Rawalpindi, hubo manifestaciones muy importantes de personas que querían continuar con estas leyes antiblasfemia y que protestaban por la ejecución de un ciudadano pakistaní islamista que había dado muerte en el 2011 al gobernador de una de las provincias del Punyab. Pakistán, al igual que otros países, persigue duramente a los cristianos y a las minorías religiosas. Un dato bien importante, […], es que al menos el 76 % de la población mundial vive en países donde hay leyes restrictivas para la práctica religiosa, y en ese sentido los cristianos siguen siendo el grupo religioso más perseguido al menos en 151 países.

NB —Pero ¿cómo es la relación, a raíz de esto que nos comentás, entre el Estado de Pakistán y los extremistas?

SM —El Estado de Pakistán ha tenido distintos momentos en su accionar con los grupos radicales. Existe una red mucho más perjudicial, mucho más peligrosa que este movimiento de los talibán, conocida por su sigla en inglés como TTP, porque los nombres en pastún o en urdo a veces son imposibles de recordar. (Si se busca por “TTP Pakistán” se encuentra en Wikipedia una cronología de los ataques de este grupo.) Otra red muy poco conocida es la red Haqqani, cuyo nombre deriva de su líder y fundador, que fue un luchador antisoviético en Afganistán. De esa red después se han ido escindiendo otros grupos, es una red especialmente violenta que opera a ambos lados de la frontera, pero sobre todo en Afganistán.

Las autoridades de Pakistán y sobre todo los servicios de inteligencia, que son omnipresentes en aquel país, muchas veces han tenido un accionar muy dudoso, porque para ellos es beneficioso el accionar de esta red Haqqani, por ejemplo en Afganistán, donde también golpea duro y parejo proyectos de reconstrucción de Afganistán, o infraestructura india, el rival histórico de Pakistán, en el propio Afganistán. En el 2014 hubo un atentado, una masacre en una escuela adonde acudían niños musulmanes y cristianos. Los cristianos en Pakistán son aproximadamente el 1,5 % de los 180 millones; no sabemos si son 180 o 200 millones, pero no suman más de 3 millones, son realmente una minoría.

Hay que entender que el gobierno y las autoridades de Pakistán están siempre bajo sospecha de las potencias occidentales, en especial de Estados Unidos, de no haber combatido con la dureza necesaria a estos grupos radicales que operan bajo el movimiento de talibán, pero también a esta red Haqqani; el feudo de ellos es Waziristán. Los datos son escabrosos, hay poblaciones, aldeas enteras volcadas al narcotráfico, al crimen, a la tortura, a la extorsión de aquellos ciudadanos, también musulmanes, que padecen el terror de estos grupos radicales.

NB —Estos grupos tienen una especial fijación con los centros de enseñanza. Ha habido varios episodios de este tipo, por ejemplo en 2012 intentaron asesinar a Malala, quien terminó siendo premio nobel un par de años más tarde. ¿Cómo se explica esa faceta?

SM —Eso es fácil de explicar según la lógica de estos movimientos radicales. El movimiento talibán nace de las madrazas, de las escuelas que llamamos “escuelas coránicas”, donde se aprende acerca de las sagradas escrituras del islam, como también a razonar y a tener un contacto con la jurisprudencia, con el fix islámico. La madraza per se no tiene por qué ser una escuela de yihadistas, una escuela de terroristas, pero en los hechos Pakistán, por las propias condiciones del país, sobre todo las desigualdades sociales, la alta tasa de desempleo, la inflación, sus escaramuzas constantes con India a raíz del diferendo por Cachemira, un país que no ha podido lograr su independencia desde que se escindió Pakistán del continente indio, es un caldo de cultivo y un cóctel molotov que ha eclosionado hace ya mucho tiempo.

¿Por qué entonces la fijación de estos movimientos de talibán, que se originaron justamente en esas escuelas coránicas con la educación? Porque ellos entienden que todo lo que no sea educación de acuerdo a esas normas de enseñanza del islam más radical –en nuestra concepción occidental– es meritorio de castigo, y sobre todo entienden que las mujeres no deben ser educadas porque su lugar natural es el hogar, su educación debe ser una educación en beneficio de la familia, de la crianza de los hijos, de mantener el cuidado del hogar y sobre todo de atender al esposo, con lo cual se ceban, se focalizan en especial en las escuelas, en las universidades.

Pero también tenemos que denunciar que ha habido pasividad de la comunidad internacional a la hora de reaccionar ante los muertos. Ahora lo hacemos con Pakistán porque tenemos muy vívido el ejemplo de Bruselas de la semana pasada; en Lahore murieron 75 y la semana pasada fueron 31 las víctimas mortales en Bruselas.

NB —¿Cuál es el vínculo entre este ataque en particular y las acciones que ha llevado adelante el Estado Islámico y el resto de los ataques terroristas de los que hemos tenido noticia últimamente?

SM —Estos grupos que llamamos hoy yihadistas, que son grupos que siguen una ideología radical y que son una minoría dentro del islam –1.600 millones de fieles en el mundo–, vienen a poner el foco, la atención internacional en su propaganda mediática, en cómo captan yihadistas, cómo reclutan a través de las redes sociales, por ejemplo en Europa. Pero hoy el semillero, la cuna del yihadismo internacional está anclado justamente allí en Pakistán y en Afganistán, porque el movimiento talibán sigue siendo especialmente virulento allí. Es una lógica que para nosotros no tiene ningún sentido, buscan una utopía, buscan establecer la yaría, el código islámico, pero controlar vastos territorios, hablando en clave geográfica.

Tenemos una lucha sin cuartel contra ese islam radical, en la que tenemos que involucrar también a líderes religiosos del mundo musulmán, cuya voz muchas veces no se escucha, no tiene publicidad, no tiene micrófonos en la prensa y en los medios occidentales, pero que también están intentando llamar al orden a sus clérigos, a los disidentes, para que eduquen en la buena senda del islam pacífico.

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Transcripción: María Lila Ltaif

Foto en Home: Residentes de Karachi encienden velas en homenaje a las víctimas del atentado suicida en Lahore, Pakistán, 28 de marzo de 2016. Crédito: Asif Hassan/AFP Photo.

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