Ha pasado poco más de un mes desde que Mauricio Macri asumió la presidencia argentina. El corresponsal de En Perspectiva en Buenos Aires, Fernando Gutiérrez, indicó que en el mercado del dólar, pese a una devaluación de más del 40 %, hay una "rara estabilidad" por la previsión de la gente. En el plano político, sin embargo, el presidente enfrenta más resistencias, al poner en duda, entre otros temas, la estabilidad de los empleados públicos.
EN PERSPECTIVA
Jueves 14.01.2016, hora 10.25
(Audio Macri)
Queremos el aporte de todos. De la gente que se siente de derecha y la gente que se siente de izquierda. De los peronistas y de los antiperonistas. Porque esa es precisamente la diversidad que nos enriquece y nos hace mejores.
(Fin audio)
ROMINA ANDRIOLI (RA) —Romina Andrioli: Ha pasado poco más de un mes desde que Mauricio Macri asumió la presidencia argentina, haciendo este llamado a la unidad que recién escuchábamos.
Sin embargo, parece como si hubiese trascurrido mucho más tiempo, porque sucedieron varios hechos políticos en este arranque del nuevo Gobierno.
Las señales de cambio respecto de lo que fue el Gobierno kirchnerista se acumulan rápidamente, aunque no sin problemas y resistencias.
Para analizar cómo es ese inicio de Gobierno y las cosas que se están modificando en la política y en la economía vamos a charlar con nuestro corresponsal en Buenos Aires, Fernando Gutiérrez.
NICOLÁS BATALLA (NB) —Fernando, buenos días. ¿Cómo has visto este arranque del Gobierno de Macri?
FERNANDO GUTIÉRREZ (FG) —Es un verano bastante movido el que está viviendo el Gobierno de Macri en su arranque. Pero con algunas características raras, porque se esperaba que los mayores cimbronazos vinieran por el lado de la economía, mientras que se asumía una mayor tranquilidad en el plano político.
Y sin embargo las cosas están ocurriendo al revés de lo imaginado. En el mercado del dólar, después del levantamiento del cepo que había durado cuatro años, se nota una rara estabilidad.
En parte, claro, es porque se trató de la devaluación más anunciada de la historia. Todo el mundo sabía que iba a ocurrir, aun si la elección la hubiese ganado Daniel Scioli. Entonces todos, desde los comerciantes hasta los ahorristas y turistas, hicieron sus previsiones.
Algunos ya habían subido los precios de manera preventiva, por ejemplo. O también podemos ver cómo en Brasil está repleto de turistas argentinos, porque habían tenido la precaución de aprovechar el dólar barato y compraron sus pasajes con muchos meses de antelación.
De manera que, a pesar de una devaluación de más del 40 por ciento, no se nota ese clima de inquietud social y de zozobra que han sido típicos después de estas medidas.
Hasta te diría que el Gobierno considera que esa liberación del cepo y la unificación del tipo de cambio han sido una de sus mayores victorias políticas. Hoy el dólar está estabilizado por debajo de lo que era el llamado “dólar blue” del período de Cristina Kirchner y no se ven escenas de pánico en la city financiera ni gente agolpándose en los bancos y casas de cambio.
Hasta en el plano de la inflación, después de una escapada de precios en noviembre y diciembre, hay señales de desaceleración.
RA —De todos modos, fuera de la city porteña las cosas no parecen tan tranquilas. En las últimas semanas hemos visto escenas de rutas cortadas, piquetes y protestas de índole sindical y política, incluso con represión policial que disparó con balas de goma a los manifestantes.
FG —Así es. Algunos de estos problemas forman parte de la herencia recibida por el Gobierno anterior, mientras que otros constituyen la agenda del nuevo Gobierno.
Entre los problemas viejos que le han estallado al Gobierno de Macri podemos señalar, en primer lugar, los derivados del colapso energético. En Buenos Aires, cada vez que el termómetro se acerca a los 35 grados, hay zonas enteras que quedan sin luz por varios días, lo cual lógicamente irrita profundamente a la población.
Muchas de las protestas son de vecinos reclamando por el servicio, que a duras penas está siendo mantenido con generadores móviles de emergencia, mientras se inicia el trabajo de reparación de una red vetusta.
También entre los problemas heredados hay algunas situaciones de índole sindical. Fue notorio el caso de una avícola, Cresta Roja, que podría decirse que sintetiza los problemas del modelo económico kirchnerista.
Esta empresa prosperó y ganó grandes cuotas de mercado gracias a un acuerdo con el Gobierno: vendía por debajo de sus costos, y a cambio recibía subsidios gubernamentales y tenía una posición privilegiada a la hora de exportar al mercado venezolano. Pero los subsidios se fueron agotando, y el mercado de Venezuela entró en crisis, de manera que dejó de pagar. Así que Macri se encontró, ya en la semana de su debut, con que la segunda avícola más grande del país tenía miles de empleados que reclamaban una solución y cortaban la autopista de acceso al aeropuerto de Ezeiza.
Para el Gobierno constituía todo un test. Era una forma de enviar un primer mensaje sobre cómo se manejarían estos problemas, tanto en lo que respecta a la forma de protesta como a la resolución del problema empresarial.
Se priorizó garantizar la libre circulación por la autopista, lo cual llevó a esa represión policial que fue muy criticada. Y en cuanto al tema empresarial, en vez de la clásica solución kirchnerista, que hubiera consistido en formar una cooperativa dando algún nuevo subsidio, se procuró un comprador privado.
NB —Esos que estás mencionando son los problemas que el nuevo Gobierno se encontró como una situación heredada. Pero decías hay otros que fueron creados por los propios funcionarios macristas y que hemos visto que también generan polémica.
FG —Exactamente. La sensación que hay en el ámbito político es que Macri evalúa que hay ciertas medidas que si no toma ahora, ya no las podrá tomar. Por aquello de que un Gobierno recién asumido disfruta una especie de “luna de miel” con la opinión pública, que le otorga luz verde para avanzar en temas tabú.
Y Macri, que es bien consiente de su condición de Gobierno con minoría parlamentaria, está tratando de consolidar su imagen de autoridad. Así que aprovecha esa etapa para tomar algunas medidas complicadas.
La más difícil es la revisión de miles de contratos en el Estado. Se estima que son 15 mil los puestos que podrían quedar cesantes, un número enorme y un tema de altísima sensibilidad social.
Es cierto que en las últimas semanas de Cristina Kirchner la gente se sorprendía al ver la cantidad de ingresos al Estado que se oficializaban todos los días en el boletín oficial. De manera que se descontaba que hubiera revisiones de contratos, muchos de ellos sospechados de ser militantes kirchneristas sin verdaderas funciones laborales en las dependencias de los ministerios.
Pero la magnitud de la revisión sorprendió y está llegando a gente con muchos años de servicio. Desde el Gobierno se alega que había muchos “ñoquis” que figuraban en la nómina y cobraban sin trabajar, que había mucho militante rentado y muchas situaciones irregulares, como contratos temporarios que habían excedido su plazo legal.
Pero la cuestión es que Macri se está metiendo con una “vaca sagrada”, porque a esta altura se está poniendo en duda la estabilidad de los empleados públicos, que eran intocables. Y eso está generando protestas cuyo inicio recién estamos empezando a ver.
RA —Hemos escuchado en los últimos días acusaciones en el sentido de que Macri alienta una especie de “revanchismo” contra militantes o ex funcionarios del Gobierno kirchnerista. ¿Por qué se está afirmando esto?
FG —Es que Macri ha elegido apuntarle a algunos emblemas del período kirchnerista, y lo ha hecho con métodos legales controversiales.
El caso más elocuente es la anulación de gran parte de la ley de medios. Esa ley era una de las que el kirchnerismo consideraba más representativas de su estilo de gobierno. Su cometido explícito era democratizar las comunicaciones y evitar el accionar de monopolios pero, en la práctica, su principal consecuencia era que apuntaba a desmembrar al poderoso multimedios Clarín.
Macri dejó sin efecto las principales consecuencias de esta ley mediante un decreto de necesidad y urgencia. Lo hizo alegando el receso parlamentario de verano y no dio su acuerdo para sesiones extraordinarias.
De manera que, aunque mucha gente estaba en contra de esa ley, cuestiona el método utilizado por Macri, porque parece contradecir el tono de la campaña electoral que había tenido la oposición a Cristina. Aquello de privilegiar las formas e instituciones republicanas ante lo que muchas veces se veía como atropellos del kirchnerismo.
Algo similar ocurrió con el nombramiento de dos jueces de la Corte Suprema. Macri los nombró por decreto, lo cual provocó críticas de los mismos aliados de Macri en la coalición electoral, como la Unión Cívica Radical.
Al final, el Gobierno dio marcha atrás con esa medida y congeló los nombramientos hasta marzo, y más tarde los funcionarios macristas reconocieron que se habían equivocado en la forma en que tomaron y comunicaron la medida.
NB —Pero si hablamos de problemas para Macri, seguramente el más grave debe ser, como vimos en los últimos días, el de la corrupción de la policía y su connivencia con el narcotráfico. ¿Cuál es la evaluación política que se hace tras el caso de los tres prófugos finalmente recapturados?
FG —El propio Macri, luego de terminado el caso, dijo que se sentía “contento pero alerta”. Es la definición de cómo reaccionó la opinión pública: con una sensación de alivio, pero también con una toma de conciencia sobre la magnitud del problema y las dificultades que vendrán en la lucha contra la mafia narco.
En lo que respecta al manejo policial, hubo muchas deficiencias que quedaron en evidencia. Y el propio presidente reconoció que se está muy lejos de los niveles de profesionalismo que se requieren para esta tarea.
Es el tipo de cosas que puede decir un presidente cuando tiene recién un mes de asumido y entonces puede reconocer todos los defectos del estado sin que suene a admisión de errores propios.
La opinión pública, de momento, es benevolente, porque es un Gobierno recién asumido. Y además ve con buenos ojos la actitud de mostrarse firme ante el delito. Pero es una carta de confianza que el Gobierno deberá refrendar con políticas y hechos muy concretos.
Los funcionarios macristas son conscientes de esto, y por eso están avanzando en una profunda depuración de las fuerzas policiales.
Pero sin dudas es uno de los temas más complicados que le esperan al nuevo gobierno.
RA —Y finalmente, mucho se había hablado sobre lo que significaba en la Argentina ser Gobierno no peronista, con un peronismo en la oposición que ha retenido la mayoría parlamentaria. ¿Cómo ha sido el inicio de esa relación?
FG —Lo vamos a ver con más claridad cuando empiece a funcionar el congreso, pero Macri ya ha dado muestras claras de cuál será su estrategia. Apunta claramente a una fisura en el peronismo. Quiere tener como aliado al peronismo más moderado, y para ello aprovecha el hecho de que los gobernadores e intendentes necesitan la asistencia financiera del Gobierno nacional.
Y el que quedará con un perfil netamente opositor será el llamado “kirchnerismo duro”, pero que ya no tendría el consenso dentro del peronismo. El primer experimento ocurrió cuando logró que, después de un rechazo inicial, el peronismo dio su aprobación para que el Gobierno de la provincia de buenos aires asumiera deuda por unos 4 mil millones de dólares.
Pero es recién el inicio.
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Foto en Home: Manifiestación contra el Gobierno de Argentina del presidente Mauricio Macri, Plaza de Mayo, Buenos Aires, Argentina, 12 de enero de 2016. Crédito: Eitan Abramovich/AFP Photo.