Michelle Bachelet dejó el cargo de primer mandataria chilena y asumió Sebastián Piñera, la tercera vez que se da una transición de poder entre ambos. En Perspectiva se comunicó con el corresponsal en el país trasandino, Fernando Rosenblatt, para profundizar en el evento.
El domingo, en Valparaíso, Chile, Michelle Bachelet le devolvió a Sebastián Piñera la Presidencia de la República. Piñera inició su segundo mandato, ahora hasta el año 2022.
El acto contó con la presencia de numerosos mandatarios de la región, como el presidente de la República Argentina, Mauricio Macri, y su colega de Bolivia, Evo Morales, entre otros.
Después de la ceremonia y los actos protocolares, Piñera ya inició sus actividades como Presidente y ya firmó proyectos de Ley.
Para analizar esta nueva administración Piñera y el cierre del período Bachelet, En Perspectiva conversó con Fernando Rosenblatt, director de la Escuela de Ciencia Política y Profesor Asociado de la Universidad Diego Portales.
Emiliano Cotelo (EC): En estos días intercambiamos correos repasando todo el proceso que ha vivido Chile. Contigo, que hace ya varios años vivís y trabajás allí, venimos siguiendo en distintos contactos En Perspectiva la política chilena, que en los últimos tiempos ha sido muy movida. ¿Qué es lo que podemos esperar de estos próximos cuatro años?
Fernando Rosenblatt (FR): Sí, como conversamos en estos días, la gran pregunta es qué pasará con la movilización social en Chile en estos años. No sabemos si Chile recobrará esa tranquilidad de principios de los años 2000 o si tendremos un escenario como el del primer gobierno de Piñera.
El primer gobierno de Piñera tuvo la irrupción del movimiento estudiantil al centro de la escena, y la explosión de otros movimientos sociales. Además, No sabemos cuál va a ser el destino de las reformas estructurales que impulsó, y en distinta medida inició Michelle Bachelet en su segundo mandato, como la reforma de la educación, la propuesta de reforma de la constitución, la reforma tributaria.
La de Bachelet fue una presidencia que, pese a todos los escándalos, a problemas de gobierno y de gestión, fue un gobierno que desarrolló varias reformas estructurales.
Ahora, vos decías en la introducción, una vez más Bachelet le entregó la presidencia a Piñera, pero el Chile del 2018 no es el Chile del 2010. Chile no es el mismo. La política chilena cambió, y mucho. No sólo en la presidencia de Bachelet sino desde que ella asumió por primera vez en 2006. Entonces, el Chile que gobernará Piñera es muy diferente y con muchos desafíos.
EC: Sí, tú recordabas recién la movilización estudiantil de 2011. Ya pasaron siete años y hay líderes estudiantiles que ya incluso se reeligieron como diputados, como Giorgio Jackson, Camila Vallejo.
FR: Sí, fueron años de mucha movilización social, diferentes movimientos sociales lideraron manifestaciones muy masivas, y el movimiento educativo es, sin duda, el más emblemático y el que aceleró y gatilló transformaciones al mapa político de Chile.
EC: Me interesa profundizar un poco más en la idea del cambio político en Chile.
FR: Lo que pasa es que la estabilidad macroeconómica nos hizo pensar que en Chile todo estaba funcionando muy bien. Y también la estabilidad de régimen. La democracia en Chile no ha estado en peligro desde principios de los años 90. Pero en estos años, si querés desde 2011, aunque algunos colegas colocarían el punto de inicio un poco más atrás, se comenzó a gestar un proceso de cambio político.
Por un lado, se terminó de debilitar el eje autoritarismo-democracia como el eje que estructuraba la competencia política. Ahí empezó a germinar una desarticulación. Se rompe una fuente de lealtad: nuestro enemigo es la dictadura.
Además, las dos grandes coaliciones tuvieron cada vez menos diferencias ideológicas, quizás, sí en lo valórico. Pero, bueno, las democracias consolidadas no viven con grandes diferencias ideológicas.
Tercero, al interior de los partidos chilenos, como ya hemos dicho varias veces, las organizaciones se fueron debilitando. Los partidos tradicionales son, cada vez más, simples etiquetas que se activan más bien esporádicamente y más bien a nivel de elites. Hay excepciones pero ese activismo de base no “marca” la cancha, la dirección que toma el partido, como pasa con el PS.
Cuarto hito de este cambio político, claro, la aparición de nuevas demandas movilizadas desde abajo, que fueron generando organizaciones “germinales” y que ahora han madurado, como el caso de Revolución Democrática y el Frente Amplio como coalición, que tendrá una bancada de 20 diputados. En este punto el cambio, obviamente, no está consolidado y no podemos hablar de tendencia. Pero el Frente Amplio se convirtió en una tercera fuerza.
Además, en la derecha hay un proceso de realineamiento bien interesante. El ala más conservadora, que fue la predominante (incluso en el primer gobierno de Piñera, y siendo que él es más liberal…lo que generó varios problemas) está empezando a perder lugar contra una derecha de corte más liberal, de convicciones democráticas. Hay una derecha hoy, que con mayor que habla de dictadura, y esto no es un punto menor.
Entonces, tenemos un sistema de partidos fragmentado, con muy muy baja legitimidad y adhesión en la ciudadanía y nuevas fuerzas políticas.
EC: Todos estos nuevos aspectos serán parte de la realidad política en la que va a gobernar Piñera.
FR: Sí. Lo que pasa es que no tenemos claro si estamos ante un escenario que ya se consolidó, o seguimos en este período que vivimos ya por más de 7 años con alta movilización civil y muchos cambios en el escenario político.
Además, en los últimos años, también hubo muchos escándalos asociados al financiamiento de la política, casos de corrupción, fallas graves a la competencia en diferentes mercados, descubrimiento de casos de abusos en la Iglesia Católica, mucha corrupción en Carabineros, y tanto la Iglesia Católica como los Carabineros gozaban de altos niveles de confianza en la ciudadanía. Todas estas cosas también han remecido la estabilidad política de Chile, el Chile de la transición.
Como decía antes, la estabilidad macroecónomica y que no haya riesgo de colapso de la democracia, desde afuera, puede hacernos creer que no pasa nada. Y ha pasado mucho. Especialmente si empezamos a mirar unos años para atrás. Lo que no sabemos es cómo va a terminar.
Por último, se aprobaron leyes electorales, reformas a la ley orgánica de partidos, que inciden directamente sobre la vida de los partidos y estos todavía se están ajustando al nuevo sistema…que, por cierto, no estimula en nada la organización. Alguna otra vez ya lo comentamos, pero en este caso hay un presidente que gobernará en este nuevo escenario político de fragmentación y poca estabilidad; un nuevo escenario que fue gatillado por todos estos procesos, especialmente de movilización y escándalos, a los que hay que sumar estos cambios en el diseño institucional.
Y a esto, hay que sumarle los cambios políticos que fueron “buscados”, por las políticas del segundo gobierno de Bachelet, que fue un gobierno bastante reformista.
EC: Bueno, hace unos minutos tú mismo te referías a las reformas. ¿Qué pasará con la reforma de la educación? También, hace unos días, Bachelet presentó el proyecto de nueva Constitución. ¿Qué pasará con eso?
FR: Creo que es más o menos claro que Sebastián Piñera no va a dar marcha atrás en la gratuidad, un aspecto central de la reforma educativa de Bachelet, especialmente a nivel universitario.
Está claro que hasta el sexto decil está asegurada la gratuidad. Piñera prometió gratuidad hasta el noveno decil para los estudiantes de los Institutos Profesionales y CFT, Centros de Formación Técnica.
La gran incógnita para las Universidades, pero también en la enseñanza básica y media, es cómo se va a iniciar o continuar para la básica y media) la reglamentación. Son leyes bien complejas y, como muchos expertos en administración dicen, en la reglamentación se juega todo. En el mundo universitario hay, hoy, gran incertidumbre. No a nivel de estudiantes, pero sí para a nivel de las instituciones. Lo mismo pasa con la reforma tributaria, no se sabe qué elementos serán finalmente modificados.
Además, recordemos que el 6 de marzo, hace unos días, Bachelet firmó el proyecto de Ley de nueva Constitución, que no creo que pase de ser un insumo más. De todas formas, no está claro la magnitud de la reforma constitucional que hará Sebastián Piñera, si es que hace una. Pero eso también está ahí.
EC: Estos meses, Piñera también ha venido insistiendo bastante en la idea de grandes acuerdos, de la unión.
FR: Sí, de hecho, en su primera actividad pública, su primera actividad de gobierno, convocó a un "acuerdo nacional por la infancia". Piñera firmó un proyecto de ley que busca dividir al Sename (el Servicio Nacional del Menor) en dos nuevos servicios que se harán cargo de los menores con responsabilidad penal y otro que se ocupará de niños y niñas vulnerables. Hubo varios casos de abusos, las condiciones en diferentes centros del SENAME, es terrible.
Pero volviendo a lo de la unidad y los acuerdos, también Piñera habla de unidad, de acuerdos, porque no tiene mayoría en el Congreso. Y ese es un punto muy relevante, tanto para el destino del gobierno de Piñera pero también porque, en este contexto de gradual reconfiguración del sistema político, del sistema de partidos, puede ser un parteaguas para un partido como la Democracia Cristiana.
La mayoría de sus líderes se ubicaron en la oposición, pero eso no significa que no darán sus votos y la cosa puede cambiar. Un grupo muy minoritario se fue de la DC (no es la primera escisión que sufre la DC). Lo importante es que, en este contexto, de tantas transformaciones, de tanta reconfiguración, hay decisiones que pueden marcar el futuro de un partido como la DC, que viene bastante golpeado. Pero esto se repite en otros casos. Creo que todavía no es claro cómo estructurará la competencia política en Chile en los próximos años.
EC: Quedan varios incógnitas bien importantes de cara al futuro. Del gabinete, ¿qué puedes decir? Estaba repasando y recordé que a Piñera le criticaron su primer gabinete de su primer mandato, se le criticaba que era muy poco político.
FR: Piñera necesita a los partidos de su coalición pero también Piñera tiene hoy un peso político que es mayor al que tenía en 2010. Además, hay ministros clave que se repiten el plato: Andrés Chadwick como ministro del Interior. Cecilia Pérez, como vocera; Felipe Larraín, como ministro de Hacienda.
Hay otros que estuvieron en el primer gobierno de Piñera pero ocupan otros cargos, como Alfredo Moreno, que fue el canciller en el primer gobierno, ahora será Ministro de Desarrollo Social. Pero sí, además, de estos ministros cercanos a Piñera, también tiene ministros que vienen de los partidos de la centro-derecha. Lo que pasa que, como decíamos antes, los partidos son cada vez más débiles.
Bachelet, por su parte, dijo que se retiraba de la política. Fue un gobierno muy duro para ella, en lo personal y en lo político. Su hijo y su nuera se vieron envueltos en el escándalo en el famoso caso CAVAL. Esto marcó su gobierno, su agenda, su popularidad. Aun así, insisto, fue un gobierno que emprendió varias reformas estructurales que estaban en la agenda. No sabemos el destino ni los efectos de esas reformas pero, por estas reformas, por este lento pero profundo cambio político, efectivamente este es un Chile muy diferente al de marzo de 2010, cuando Bachelet también le pasó la banda presidencial a Piñera.