
Foto: Mauricio Zina / adhocFOTOS
EMILIANO COTELO (EC): En los doce meses a junio, la inflación en nuestro país se ubicó en 4,6%, en línea con el objetivo que persigue el Banco Central.
Desde que asumieron las nuevas autoridades, se viene haciendo énfasis de que no basta solo con bajar la inflación, sino que también tienen que converger las expectativas de los agentes a la meta de 4,5%.
En su disertación en ADM el mes pasado, el presidente del Banco Central, Guillermo Tolosa, manifestó que hay una disonancia entre lo que proyectan los modelos de inflación con datos objetivos y las expectativas que hay en el sector privado por “bagajes de tiempos pasados”.
Entonces, ¿Por qué son importantes las expectativas de inflación? ¿Qué están previendo los agentes económicos en este nuevo contexto de precios? Lo conversamos en los próximos minutos con el economista Mathías Consolandich, de Exante.
ROMINA ANDRIOLI (RA): Mathías, empecemos por la noticia de esta semana, la encuesta de expectativas de inflación que hace el Banco Central mostró una nueva mejora. ¿Qué están dando esos números?
MATHÍAS CONSOLANDICH (MC): Bueno, antes de entrar a los números Romina déjame aclarar que hay múltiples formas de aproximar las expectativas de inflación que tienen los agentes. Por lo menos, podemos identificar cuatro fuentes de información para acercarnos a esa estimación.
Por un lado, está el relevamiento a instituciones o analistas independientes que hace el Banco Central. Esa es la encuesta que se divulgó en estos días y que consiste en preguntarle a estos agentes dónde piensan que va a estar la inflación en distintos horizontes temporales. En esa encuesta participamos nosotros en Exante y también lo hacen otros colegas.
Por otro lado, el Banco Central realiza otra encuesta a los operadores primarios en el mercado financiero. Es decir, acá consulta a los agentes que compran y venden títulos de deuda y actúan como intermediarios en el mercado.
RA: Decías que había cuatro formas de relevar las expectativas, ¿cuáles son las otras dos?
MC: Están las propias expectativas que se desprenden de cuáles son las tasas de los títulos en moneda nacional que hay en el mercado. Es decir, observar, por ejemplo, cuánto más remunera un título en pesos nominales que uno en unidades indexadas. En un mercado donde se arbitran instrumentos, ese diferencial de tasas es un indicador de cuánto los inversores piensan que va a ser el efecto de la inflación.
Y por último están otras encuestas que se hacen a los empresarios, que tienen un rol central en la formación de precios. Ahí el INE lleva adelante una, que es la que toma de referencia el Banco Central, pero nosotros en Exante como saben también relevamos este fenómeno en nuestro barómetro a empresarios que hacemos dos veces al año.
RA: Ahora sí, vayamos a los números. ¿Dan cosas parecidas todas estas mediciones que comentabas?
MC: Tendencialmente sí, al menos todas estas mediciones de inflación esperada se han ido moviendo a la baja en los últimos meses, aunque en magnitudes bastante diferentes.
La encuesta que conocimos esta semana a los analistas apunta a que la inflación se situaría, en mediana, en torno a 5% en los próximos dos años, con algunas respuestas individuales marcando niveles incluso por debajo de 4,5%. Se trata de una reducción importante de las expectativas frente las estimaciones de 6% que se hacían a fines del año pasado.
En el caso del mercado, los diferenciales de tasas también se ajustaron significativamente a la baja. La diferencia entre la curva en pesos nominales a dos años y la de unidades indexadas pasó de 7% en marzo a 5% actualmente.
El relevamiento a empresarios del INE se mostró más rígido y sigue marcando inflaciones arriba de 6%. El nuestro que hacemos en Exante es algo más bajo, pero mantiene una brecha respecto de las expectativas de operadores primarios, analistas o mercados.
RA: ¿Y cómo están evaluando ese movimiento a la baja en las expectativas Mathías? ¿Es una señal de credibilidad en las nuevas autoridades?
MC: Bueno, diría que más que en las nuevas autoridades, probablemente es en el proceso desinflacionario que se viene dando en su conjunto. Obviamente que las dos cosas están muy ligadas, si no hubiera credibilidad en la conducción de la política económica y en particular de la política monetaria las expectativas no habrían bajado.
Por eso, el presidente del Banco Central ha sido muy explícito en que hará lo necesario para mantener a la inflación en torno a la meta puntual de 4,5%. Nosotros vemos muy favorablemente que se profundice el régimen de metas de inflación como se hizo.
Pero en los hechos, cuando hay procesos de baja de la inflación desde niveles moderados como es el caso de Uruguay de los últimos años, o con planes de estabilización más agresivos como vimos en Argentina o en nuestro propio país en el pasado es muy normal que en realidad la inflación baje antes de lo que terminan de bajar las expectativas. Esto es porque en definitiva los agentes se tienen que terminar de convencer que es un proceso que tiene horizonte de más permanencia y que no es un tema coyuntural, a eso probablemente hacía referencia Tolosa en los comentarios que citaba Emiliano al inicio.
Y las expectativas juegan un rol fundamental, porque son formadoras de precios. Al fin y al cabo, las empresas toman decisiones de indexación de contratos, de ajustes de precios, justamente tomando en cuenta lo que piensan que va a pasar con la inflación.
RA: ¿Entonces, estos movimientos que estamos viendo en Uruguay los tenemos que leer como confirmatorios de que vamos encaminados a que el objetivo se cumpla de manera sistemática?
MC: A nuestro juicio sí. De hecho, nuestras proyecciones son de que el Banco Central va a cumplir con su meta en los próximos 24 meses.
El comportamiento de las expectativas no nos parece del todo incomprensible porque veníamos de un historial de incumplimiento de la meta muy largo, que es mayor que este corto período de cumplimiento de los últimos dos años. Y porque como comentamos otras veces en el programa, esa desinflación del último año estuvo favorecido por un dólar bajo, mientras que el componente más doméstico de la inflación, de salarios, está con una nominalidad que todavía no es enteramente consistente con una inflación en 4,5%.
No obstante, con los lineamientos de las pautas salariales que presentó el gobierno, se despeja el riesgo de trayectorias nominales que sean muy inconsistentes ese objetivo del Banco Central. Con las proyecciones que tenemos en nuestros modelos es muy razonable que veamos a la inflación dentro del rango de tolerancia y cerca de su objetivo puntual, sobre todo con la política monetaria restrictiva que ha venido teniendo el banco central y con un contexto global de dólar débil que también está favoreciendo menores niveles de inflación.










