
Foto: Dominio público
En Mirando a África, Romina Andrioli conversó con Mercedes Sayagués sobre el tráfico de burros hacia China, un tema complejo para miles de familias que lo sufren, sobre todo en Kenia, Burkina faso, Mali, Etiopia, Niger, Ghana.
El comercio de burros hacia China está diezmando la población de estos animales y complicando seriamente la vida de familias, sobre todo de muy escasos recursos, que los tienen como su “mano derecha” para tareas como llevar agua a sus casas, transportar alimento o trasladar a los niños a las escuelas.
¿Ustedes saben qué es el eijao?
Es una gelatina que se obtiene al hervir la piel del burro y que luego se vende en polvo, tabletas e incluso en snacks. En China, sobre todo, la consumen para “fortalecer la sangre”, mejorar la fertilidad y tratar el insomnio, entre otras dolencias, aunque no hay pruebas científicas sólidas sobre sus beneficios.
Pero mientras este comercio crece, en África, a raíz de esta situación, miles de familias viven padecen sus consecuencias.
El burro, que es un compañero inseparable en el trabajo y ahorro esencial para familias pobres africanas, termina nutriendo una industria de lujo de las clases media y altas chinas.
Mucho se informa sobre el contrabando de marfil de elefantes y cuerno de rinoceronte desde África hacia Asia, especialmente hacia China. Pero poco se conoce del tráfico de otros animales y plantas, que terminan diezmadas por la demanda asiática.










