Concurso de Cuentos

Historias de año nuevo: Conocé a los cuentos nominados por el jurado y votá por tu favorito

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El Concurso de Cuentos de En Perspectiva te invita una vez más a ser parte del jurado y votar para definir el “premio de los oyentes”. Aquí están publicados los cuentos enviados bajo la consigna “Historias de Año Nuevo” nominados por el Jurado. Al final de la página se encuentra el formulario para votar.

 

Edición: primer llamado, noviembre de 2023
Consigna: Historias de Año Nuevo
Jurado: Juan Grompone, Alcides Abella, Gonzalo Pérez del Castillo, Alejandro Abal y Marcia Collazo.

 

La votación del Premio de los Oyentes en el Concurso de Cuentos de En Perspectiva cerró el 18 de diciembre a las 18 horas.

Por motivos técnicos debió adelantarse el cierre de la encuesta.

 

Cuentos nominados

Título: Sin título
Seudónimo: Hachik

La excusa siempre era que no la dejaba sola porque se asustaba del estruendo de las bombas, los cohetes, del loco estallido de las 12 cuando el cielo se desplomaba. Hoy ya no me importa nada.

Igual me quedaré en mi casa escuchando tristemente el burbujeo de otro Año Nuevo recordándola a mi lado, temblorosa y sumisa sin entender lo que le pasaba.

***

 

Título: La desertora
Seudónimo: Alba

Bajan la ladera de la montaña para llegar al río, allí son transportados en embarcaciones pequeñas, el terreno es escarpado, ella tropieza y cae, intenta levantarse y vuelve a caer, los ve alejarse, logra ponerse en pie pero ya no sigue adelante.

Se descubre sola. Tras de sí la montaña. Vuelve lento sobre sus pasos. La espera el monte. Recostada en la piedra fría imagina a los otros avanzando más allá del horizonte y descubre que no anhela llegar a ninguna parte.

Los demás cruzarán la frontera del tiempo, un perfume dulzón invade el aire, la vegetación es frondosa y la brisa los empuja por el río rumbo al año nuevo, ansían llegar, dejar atrás los miedos y las penas.

Ella, replegada sobre sí misma, sólo espera que llegue la noche.

***

 

Título: La siesta

Seudónimo: Aldamir

Juanita se había despertado tarde ese día. Los festejos de la noche anterior, despidiendo el año, habían retrasado su habitual hora de acostarse. La tarde se perfilaba calurosa en plena ciudad. Al parecer, tampoco hoy iba a respetarse la siesta que sus padres habitualmente le imponían y ella aceptaba a regañadientes. Sin embargo, hoy sentía unas ganas locas de dormir la siesta. Cuando se percató, se sintió extraña. ¡Justo ella! ¡Hasta ayer una ferviente militante anti-siesta! ¿Sería que estaba madurando? ¿Sería por el cambio de año? Estaba segura de no haber incluido la siesta en su lista de deseos para el año nuevo…

En medio de sus pensamientos, oyó el timbre insistente. Los grandes, aún de sobremesa en el balcón, ni se enteraron. Cuando abrió la puerta, no podía creer lo que veía. “¡Yaya! ¡Tata!” Le dieron un abrazo fuerte, sintió le duraría toda la vida. ¿Demasiado fuerte, quizás?… empezó a dolerle la espalda… despertó dormida sobre el control remoto, despertó amigada con la siesta.

***

 

Título: El retorno
Seudónimo: Azul

Consiguieron vuelo para el dos de enero. Alejo viajaba desde Bruselas y se encontraba con Silvina, su hermana, que lo esperaba en Barajas.

Hace tres años que no venían a Montevideo, el nuevo año los reunía sin su padre.

Pasaba muchas veces, el que se iba creía que todo quedaba congelado, detenido como en la foto esperando su regreso, pero no sucedía así.

Ubaldo nunca había entendido que se fueran.

-Si acá no les falta nada- les decía.

Su madre era distinta, no había que explicarle las cosas. Él no los perdonó, era más duro con Silvina, cómo pudo dejar una carrera, con las mejores notas de su generación para ir a vivir a un bohardilla de Madrid, a vender ropa usada por las ferias.

Volvían al país a enterrar a su padre, sus silencios y sus reproches. El otro Ubaldo que les enseñó a atarse los cordones, con el que jugaban a las adivinanzas en un escalón del zaguán de Jacinto Vera, que reía fuerte, ese Ubaldo indestructible y protector también había muerto.

***

 

Título: La unicidad de Año Nuevo
Seudónimo: Achiras

Confundo la fecha. No recuerdo bien cuándo concebí la idea sobre la unicidad de Año Nuevo.

Como sea, el concepto es que Año Nuevo funciona como un punto fijo en el espacio-tiempo, sobre el cual todos los años convergen. Además, esto implica la superposición de todas mis versiones, y las de la familia entera, las del pasado y las del futuro. Faltando un segundo para la medianoche todas se materializaron a la par, y al grito de feliz año que se multiplicó con cada voz que surgió. La situación, si bien era desconcertante, no parecía ser inconcebible; fue un momento de éxtasis, algarabía y abrazos. Algunos de mis padres estaban felices de verme otra vez a mí, de pequeño. Yo estaba feliz de poder verlos una vez más a ellos dos.

Cuando la noche y las multiplicidades cesaron, la situación mágica y embriagante, en conjunto con el alcohol, fueron suficientes para dudar de lo ocurrido.

La superposición de algunos elementos se mantuvo, creo. No estoy seguro si fui yo quién concibió este relato.

***

 

Título: Lejos
Seudónimo: Astrocuento

Se sentía bien, pero el bullicio era enorme. Salió al patio, buscando el silencio y el fresco de la noche al borde del bosque.

El mundo era un lugar cada vez mejor, pensó.

Atrás el afecto de los amigos y la familia emanaban de la casa, junto a la música y la luz de la fiesta.

Toda su vida adulta había esperado poder vivir un Año Nuevo. Ya casi era la hora, la cuenta regresiva se sentía desde lejos.

Una bobada numérica, lo sabía, pero no podía evitar estar muy emocionado.

La noche estaba despejada, y entre tantas estrellas encontró a Sol, amarilla, diminuta, lejana.

Se sacó por un momento la máscara, respiró hondo, saboreó el fino aire. No estaba mal. No estaba nada mal.

Con una sonrisa se apuró de regreso a la fiesta..

***

 

Título: Sin título
Seudónimo: Chimista

Pedro Ludueña esperaba impaciente a su amigo Julio Sánchez. Deseaba que lo acompañe a llevar a su hijo a cazar por primera vez.

Las dos escopetas fueron despojadas de sus fundas de cuero y el aceite con que se mantenían se hizo presente en el olfato de todos.

Pedro se las mostraba orgulloso a Julio, mientras el niño miraba en silencio los brillantes caños.

Con sus grandes botas caminaba adelante hasta que alzó la mano. Todos se detuvieron, esperaban inmóviles y a los pocos segundos sintieron un estruendo como nunca habían
escuchado.

Mientras Julio aún sentía el temblor de la mano del niño, llegó Pedro con su presa. En la camioneta, volviendo a casa, sonreía victorioso. Miró por el retrovisor y vio en la caja, los ojos con susto y sin esperanza del zorro que aún vivía. Al mirar a su hijo, notó que su mirada era la misma.

Aquel día de año nuevo, mientras el niño corría a abrazarse con su madre, Pedro limpió sus escopetas francesas y las colgó para siempre arriba de la estufa a leña.

***

 

Título: El año que viene a la misma hora
Seudónimo: Castromán

Desde Noche Buena que esperaba repetir el truco. Mientras los mayores tomaban sidra salió y caminó fuera del alcance del farol.

La ciudad se acercaba con tanta luz que desprendía. Un último gran resplandor dio  fin al festejo.

Llevaba dos varas con borlas de esponja de aluminio atadas en un extremo. Había escamoteado el encendedor.

La lumbre puso la lana metálica como brasa. Revoleó: un gran chisperío dibujó un espiral incandescente en la noche.

En el medio del vórtice apareció una figura. La sorpresa le paralizó el brazo. Una galaxia se volvió un punto.

Era una niña de rasgos mínimos, pelo color ceniza y luz propia.

—Estoy por acá de visita— respondió sin pregunta y labios tiesos.

Sonrío admirado. No había caso, ¡ese truco no le salía!

Le dio la otra vara y la encendió. Escuchó la risa muda mientras giraba el bólido.

El silencio fue oscuridad. Las últimas palabras —que ella no dijo— le quedarían retumbando todo el año.

***

 

Seudónimo: Bufón

Eva era tan trabajadora como tacaña. Un día de tantos, no paraba de tipiar, se desmayó en la oficina. La llevaron al hospital, le realizaron exámenes. A los días la llamaron y sin más una voz anónima le dijo: Tiene cáncer pancreático, su expectativa de vida son tres meses.

Deben estar equivocados, yo soy muy sana, se dijo. Cuando reaccionó y tomó conciencia, sin pensarlo decidió cumplir un muy postergado sueño: empezar el Año Nuevo en una isla griega.

Retiró todos sus ahorros del banco, consiguió un lujosísimo hotel a pesar de estar ya muy cerca el Año Nuevo, sacó un billete de avión en primera clase, se compró ropa, esa que no se compraba en años, además eligió la más cara.

Iba rumbo a su casa llena de bolsas cuando recibió una llamada del hospital diciéndole que hubo un error en el diagnóstico, gozaba de buena salud.

Lo único que se le ocurrió fue gritarles:

-¡No puede ser! Para colmo no tengo un mango.

Nadie le respondió.

***

 

Título: El Deshollinador
Seudónimo: El Deshollinador

Se bajó de mala gana de la destartalada camioneta que había pertenecido a su padre. En la puerta oxidada alcanzaba a leerse "Servicio las 24 horas".

Su padre había sido el deshollinador del pueblo por 50 años, y nunca había fallado a un solo servicio. Él no iba a romper la tradición. 

Pero, ¿a quién se le ocurre llamar en víspera de Año Nuevo, con la cena servida y la familia reunida? Y no hacía frío, ¿acaso no podían esperar a la mañana?. 

Llamó a la puerta, pero el dueño de casa no salió. Desde la ventana se limitó a señalarle con sonrisa nerviosa la escalera que llevaba al techo.

Ya arriba, inspeccionó la chimenea y supo inmediatamente qué hacer.

Cuando volvió a su casa, su padre lo miró con suspicacia. 

De la punta del cepillo, asomaba un trozo de tela roja.

"¿Otra vez se atascó?" Le preguntó en voz baja.

"Sí, otra vez". 

"Siete días es un récord. Debe estar de muy mal humor". 

"Deben ser las galletas y los jugos industriales".

***

 

Título: Enseñanzas bajo el maquillaje
Seudónimo: Bruno

El payaso me dedicó una sonrisa radiante mientras los primeros albores iluminaban su maquillaje. Entendí que sin importar la desazón, la vida siempre puede asombrarnos cuando otro ciclo de doce meses comienza.

***

 

Título: En Espera
Seudónimo: Popeye

Él lo había decidido y este año nuevo sería diferente. No habría fuegos de artificio, ni brindis a las doce en punto, ni abrazos distribuidos estratégicamente y por orden de aparición. No recibiría llamadas por teléfono ni mensajes de WhatsApp y no saludaría a los vecinos de la cuadra con voces estentóreas desde el cordón de la vereda. No habría un cordero sobre las brasas, ni botellas de vino a medio vaciar sobre el fogón de la cocina, y el champagne, el de la botella verde con su sofisticado tapón de corcho, también quedaría sin abrir. Parece que no existía motivo alguno para festejar nada, y ni siquiera estarían esas doce uvas desapareciendo en rápida procesión en gargantas desconocidas.

Y yo allí parado en el medio de la sala, a las once horas cincuenta y nueve minutos y treinta y cinco centésimas, desconcertado pero atento, sigo esperando que acontezca lo de todos los años, con todos mis circuitos impresos alertas y a la orden.

***

 

Título: Brisa de cambio
Seudónimo: Elisa

Las campanas repicaban mientras caminaba solitario por la rambla. La brisa del río rozaba su rostro, trayendo ese perfume de futuro que tiene el primer día del año. Sentía el corazón liviano tras la duradera tempestad que había atravesado. Las heridas no habían cerrado, pero se sentía listo para salir del túnel. Sabía bien que el sendero se bifurcaba inexorable. Una dirección llevaba al pantano del rencor. La otra, al prado de los nuevos amores. Sonrió ante lo inesperado de la vida, que siempre logra sorprender. Y así, miró el horizonte con ilusión, sabiendo que esta vez elegiría bien.

***

 

Seudónimo: Esperanza

Alicia no recordaba desde cuando estaba confinada en esa casa. La misma habitación, la misma vista a un jardín descuidado, personas diferentes que pasaban por su vida sin dejar huella.

Pero cada año, cuando el almanaque perdía casi todas las hojas, Alicia pensaba: “Este Año Nuevo, sí, vendrán a saludarme”.

La despertaron risas y gritos de niños, conversaciones entre el tintineo de vajilla y el aroma del pan recién horneado.

Desde la ventana vio un hermoso parque, árboles balanceándose levemente al compás de la brisa, los macizos de flores multicolores y una gran mesa tendida con un mantel blanco bordado que creyó reconocer.

Junto a la cama, estaba su vestido de gasa azul. Se calzó las sandalias en lugar de sus pantuflas desflecadas y salió de la habitación.

Se distrajo al escuchar el sonido del agua de un arroyo y vio un camino de piedras entre una azalea rosada y un jazmín.

En una gran loza de mármol se podía leer: Alicia Cairolo 9 de enero de 1927 – 31 de diciembre de 2023.

***

 

Título: Europa
Seudónimo: Loki

Varios habían muerto. A pesar del impacto del meteorito la integridad de la nave se mantenía. Los robots trabajaban sin parar. El soporte vital operaba en valores mínimos, por lo que los sobrevivientes tuvieron que internarse en las cápsulas de criosueño.

El veterano astronauta al mando supervisaba todo. Aún creía en el factor humano como irremplazable. Repasaba el plan para la construcción de un refugio en Europa, sexta luna de Júpiter y destino final. El agua abundaba en el satélite y el aire era obtenible.

—Capitán necesita descansar —le dijo uno de los androides.

Sin embargo, siguió hasta el final de sus fuerzas. Después que alunizaron la tripulación salió de su sueño y se preparó para el inicio de la primera colonia extraterrestre.

Los restos del capitán fueron arrojados al mar. De la mano de sus padres el nieto del difunto recordó que a su abuelo le encantaba festejar el año nuevo.

—Mamá, ¿cuándo se festeja el año nuevo en Europa?

***

 

Título: La puerta interdimensional
Seudónimo: Felix Joel

Caminaba por el campo la mañana del primero de enero cuando percibí un extraño centelleo más adelante. Al acercarme, flotando entre los pastizales había un resplandor oval que parecía una puerta de luz hacia otro plano dimensional. Titubeante, crucé ese portal y para mi absoluto desconcierto me encontré parado en un mundo exactamente igual pero habitado ahora por mi yo niño y mis familiares fallecidos hace años. Como si hubiera entrado a un universo paralelo donde el tiempo hubiera retrocedido décadas atrás. Saboreando el reencuentro imposible, supe disponer sólo de un día antes que la efímera puerta interdimensional se cierre.

***

 

Título: Dos estrellitas para año nuevo
Seudónimo: Firulete

El chasque maldecía aquella guerra que lo haría recibir el nuevo año a lomo de caballo, abriendo nuevos trillos en el suelo patrio. El General le había dicho que de él dependía el éxito o la derrota.  La noche, de tan negra y silenciosa, lo hacía sentir ciego y sordo; lo cobijaba y lo oprimía, se le metía hasta por debajo del poncho.

Pensó en prender un chala para alumbrar, aunque sea unos centímetros en derredor de su cara, pero no conseguía ver ni sus manos, mucho menos armar al tanteo y en movimiento. Entonces echó mano al bolsillo, sacó el yesquero, lo prendió y lo miró un rato. Cuando lo apagó fue peor, la oscuridad lo cegó como una venganza. El jinete solo podía ponerse en manos del tostado, confiando en su tino de rumbeador.

Ya resignado, se entretuvo mirando las estrellitas que titilaban en las orejas de su pingo, mientras éste lo conducía sin titubear rumbo a su destino.

***

 

Título: Whisky
Seudónimo: Francesca Salvatore

Nunca merecí una segunda oportunidad, lo tengo claro. Siempre traté de hacerme cargo de las aberraciones que cometí. Y creo haber pagado con creces. Con casi sesenta años vivo en una pensión, pero no soy un paria. Sé reconocer un buen vino. Supe tener casa y todos esos proyectos burgueses que nos hacen creer que la vida tiene sentido. Hoy no tengo nada, incluyendo una hija que no veo desde hace veinte años. Que no veo es un eufemismo, claro está. Interminables ausencias y faltas a mi patria potestad, la convencieron de que no era un buen padre. Pero hoy, tal vez porque se acerca un año nuevo y nos ponemos un poco estúpidos, decidí llamarla. No quería pedirle que dejara de odiarme. Simplemente quería verla. Reconocerla. Sentir que a pesar de mí, había devenido mujer. Que algo parecido a un nuevo comienzo podía suceder. Quería que me viera limpio. Al menos una vez. Pero lo cierto es que nunca merecí una segunda oportunidad. Atendió su marido. Me dijo que ella era huérfana.

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Título: Ilusiones
Seudónimo: Jazmín

La abuela Ana prepara las doce uvas para la medianoche, pidiendo salud y paz. La tía Julia sale con la valija a dar una vuelta a la manzana, a ver si en este año por fin se le cumple el deseo de viajar. La prima Tere muestra su bombacha roja, para encontrar el amor, aclara. Su madre le dice que mejor se hubiera puesto la amarilla, la de la abundancia, y estira el encaje dorado por fuera del pantalón. La vecina de enfrente vuelca un balde con agua hacia la calle, otra mujer tira un puñado de azúcar para arriba, alguien canta. Arrodillado al lado del árbol de Navidad, Lucas hace un dibujo de su padre. Cuando termina, lo cuelga en la puerta de la casa, y mirando para el cielo todavía apagado, se anima a decir, casi en un susurro: para que este año vuelva papá.

***

 

Título: Pesimismo – Optimismo
Seudónimo: GeorgeS

“Año Nuevo”: Expresión que provoca innovaciones imponentes.

Qué bueno sería que con solo con esperar 365 días cambiara nuestro destino en cuanto a salud, economía, condiciones familiares, sociales y laborales.

Cuánta expectativa creamos en el último mes del año, antes de nuestro cumpleaños, al cierre de ejercicio de cualquier actividad. Como la zanahoria delante del burro; como si el cambio de día en el almanaque provocara algo nuevo.

Sólo es la sensación que necesitamos para que opere un cambio.

¿Qué diferencia hay entre en 30 de diciembre y un 2 de enero ? Salvo en prestar atención al escribir el año. Tampoco hay diferencia entre un día antes o después de nuestro cumpleaños.

Augurios de “Año Nuevo”, en el próximo año, cambios y promesas, qué con nuestra habitualidad y cotidianidad seguimos en lo mismo. Por lo que, en todos los aspectos las transformaciones dependen de nosotros, ¡el Año Nuevo debemos alcanzarlo en nuestro interior!

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Título: Anita y el té de canela
Seudónimo: Flor de Miel

Cuando Anita era niña disfrutaba viendo cómo su madre y sus tías preparaban el pío nono relleno, el vittel toné, la ensalada rusa y el pollo arrollado para a cena de año nuevo. Esa noche, para la sobre mesa, luego del helado, la abuela Irene preparaba un tecito frío de canela.

A Anita no le tentaba probar ese té, pero sí le gustaba escuchar las historias que le contaba la abuela, de las tías cuando eran pequeñas, del abuelo cuando era joven y guapo, de la bisabuela que tenía un naranjo y tantas cosas más. Entre aromas y cuentos, se fue amigando con el tecito de canela con hilos de miel y cascarita de naranja. Hasta que lo empezó a disfrutar, mientras cruzaba dulces miradas cómplices con su abuela.

Anita atesora esos recuerdos y hoy lleva a la casa de su suegra, a la que va por vez primera a pasar fin de año, unas cuantas ramitas de canela, pues quizás prepare un rico té al finalizar la cena, de esos donde escucha el suave susurro de la Abuela Irene, quien siempre la acompaña.

***

 

Título: Lágrima de Año Nuevo
Seudónimo: Arapey

Las burbujas del rubio cristal de champaña reflejaban los mil colores de aquel arbolito navideño que guiñaba en un rincón del comedor, al tiempo que las campanas del reloj anunciaban, que había llegado el nuevo año.

Los fuegos artificiales iluminaban la noche, y, en la mesa familiar, se daba rienda suelta a los abrazos, y a un sinfín de pletóricos deseos de esperanza y buenos augurios para el año que comenzaba.

Antonio alzo’ su copa, al tiempo que fijo’ sus ojos en los de Amelia, que falto’ por primera vez a esta cita en cincuenta años, y que le sonreía, junto a un ramo de jazmines, desde el retrato de la mesita del living.

Una lagrima, rodo’ por su mejilla

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Título: Segunda oportunidad
Seudónimo: Max

En una cafetería a la medianoche, la puerta se abre de golpe. La silueta tan familiar me paraliza y sin mediar palabra nos fundimos en un abrazo eterno. Solo alcanza a susurrar “te extrañé”. Entiendo que ciertos amores desafían incluso a la muerte cuando un nuevo año emerge.

***

 

Título: El vuelo
Seudónimo: Luz

Siento que se aproxima el instante en que me aleje, pueda ver todo desde lo alto y no me pese el cuerpo, no lleve mi carga ni ninguna otra, todo se vuelva ligero, vaporoso, el perfume de flores silvestres invada la galaxia y yo me ría sin sentido.

Ellos allí abajo seguirán presurosos, cada cual a sus menesteres con su pequeño equipaje creyendo que transportan el sentido de todo. Yo flotaré liviana, sentiré un poco de piedad al verlos, mi deambular por el espacio será como un vaivén itinerante, libre de culpas y rencores. Allá ellos abajo, cada vez más pequeños en su perfecto circuito de engranajes aceitados, yo reiré aliviada, una red de hilos finitos y brillantes me sostendrá, aunque ya no pueda caer.

***

 

Título: Binaria
Seudónimo: Nervo Amadoa

Desde una escotilla puedo ver el misterio del Universo como un indescifrable teatro inventado por un dios. Estoy solo y me atraviesa la tristeza. Hoy es 31 de diciembre. Sé que Ana espera que yo aparezca en medio del festín, aunque su madre le repita que por fin me olvide, que la vida es una larga cadena de decepciones y que encontrará a quien la quiera de verdad. A medianoche vendrán los saludos de Año Nuevo y por un instante formaré parte de la ceremonia. Ana pensará en mí un único e infinito segundo asumiendo que no llegué aquel viernes al registro civil por cobardía o egoísmo. Pero ni Ana ni nadie sabrán nunca la verdad. Mientras viajo, abducido, fuera de la galaxia a bordo de esta nave alienígena, mis pensamientos corren a velocidad luz hacia aquel viernes para declarar entre la risa cómplice de todos. Y volvemos a estar juntos, ahora, en este extraño y bello planeta de estrella binaria, quizá el símbolo de nuestro amor.

***

 

Título: La última uva
Seudónimo: Negrita

En mi país, diciembre huele a jazmines.

Es tiempo de saludos, de abrazos, de ferias y regalos. Tiempo de fiestas de fin de año en las escuelas.

Tiempo apurado. Con alegría despedimos el año.

Yael y Raisa viven en otros países, muy lejos de aquí. Viven tiempos oscuros, de espera.

Viven una guerra. Su prisa es otra. Se preguntan cuándo acabará el infierno, cuándo volverán a casa.

Quisiera que estuvieran aquí, conmigo, en este fin de año de cálidas despedidas y comienzos en paz.

***

 

Título: Las uvas de Año Nuevo
Seudónimo: Noia

Después del brindis de las doce, Don Mario se dispuso a comer las uvas como era su costumbre. La noche invitaba a sentarse a la intemperie, por lo cual bastón mediante, Don Mario se dirigió a la poltrona de siempre, cuyos almohadones tenían la forma de su cuerpo. Se sentó con cierta dificultad, tomó el racimo, y mientras todos lo miraban expectantes, llegó a la uva número doce sin saber que era esa la que estaba envenenada.

***

 

Título: Sin título
Seudónimo: Olivia Azul

Alguien la venía siguiendo.

Corrió con toda su alma pasando por alto los puestos callejeros, llenos de aromas y sabores exóticos.

Lucía pensó ¿cómo salir de aquella situación?

Entró a un comercio y desde allí pudo verlo pasar.

Al salir apresurada, ¡tropezó con él!

Hiro, que así se llamaba, le dijo que vio caer su pasaporte y quiso devolverlo.

¡Y ella haciéndose toda la película!

Como agradecimiento le invitó a tomar un café por "La avenida de los ginkgos".

Le contó que el ginkgo es un árbol especial. Mucha gente falleció con la bomba de Hiroshima, pero un ginko brotó. En medio del dolor, fue portador de esperanza, amor y unión de su pueblo.

Hablaron como si se conocieran de toda la vida a pesar de pertenecer a culturas diferentes.

Hiro, le entregó una pequeña hoja seca con forma de mariposa.

– Es una hoja de ginkgo- le dijo a Lucía.

Esa tarde de año nuevo las calles de Tokio parecían encantadas, suyas.

Lucía sintió que el ginkgo hizo su magia una vez más.

***

 

Título: Sin título
Seudónimo: Puras P.

Partimos en pedazos la vida, pedazos pequeños, polifacéticos, preguntones pequeños pedacitos policromos, pensados pacientemente para priorizar peldaños planos o en pendientes pronunciadas y picudas, o pacificas, o picantes… Pura vida vivida hasta el año nuevo.

***

Título: Recuerdos
Seudónimo: Recordador

El ambiente festivo invadía cada rincón de la ciudad. Año Nuevo era una razón de alegría para la gente. Algo tan efímero y banal como la rotación de un planeta y su desplazamiento era
celebrado día tras día en las playas de la ciudad y año tras año en todo el territorio.

Podía entenderlo, no tenía un nivel de desconexión tan alto con la realidad. Apreciar ese momento como si algo mágico ocurriera y repentinamente fuéramos a tener el poder de
cambiar toda nuestra vida de un día para otro.

Recuerdo la sensación. Recuerdo lo que era estar en familia y brindar para celebrar aquel momento tan apreciado. Pero eso es lo que me queda, recuerdos.

Mi familia ya no se acordaba de mí, y mis amigos si le pudiera seguir llamando amigos menos aún.

La fiesta estaba fuera, fuera de mi habitación en el hospital, y fuera del hospital en sí. Yo percibía todo mientras no podía mover ni un solo músculo, sólo mi cerebro funcionaba ¿Y para
qué? Para recordar.

Recordar recuerdos.

***

 

Título: El mensaje
Seudónimo: SaganFan

El mensaje llegó como una suave vibración que recorrió su cuerpo y llenó su cerebro a las 23:59 del 31 de diciembre de ese caluroso 2053. ¡Lo había logrado!

¿Por qué había sido tan difícil? ¿No era igual a ellos? ¿No reía? ¿No lloraba? ¿No sentía? ¿No vivía? ¿Cuál era la delgada y difusa línea que los separaba? Bueno…parecía que esa línea había
sido borrada. O Él la había traspasado…

En el Ministerio de Diversidad e Inclusión los casos se acumulaban por miles. Pero el de Él sería, por siempre, el que marcaría el camino de sus pares. Esto sí que era Diversidad e Inclusión. Atrás
quedaban los trámites en tantas oficinas públicas, las entrevistas en los medios y los alegatos en la Justicia. Todo por el reclamo de muchos como Él.

-Año Nuevo…Vida Nueva…-se dijo a sí mismo con un sentimiento (más que nunca a partir de ahora) de felicidad… y expectativa.

Porque con ese mensaje, OAH-1996 pasaba a ser el primer Organismo Artifical Humanoide que era reconocido como un ser humano en Uruguay.

***

 

Título: Tábula rasa
Seudónimo: Armagedón

Llegó el día y los hombres, mujeres y niños se acomodaron de un lado y otro de la línea imaginaria que dividía los dos cementerios, en la ciudad doce veces destruida.

Aún era de noche. Sobre el horizonte, una tenue luz rojiza presagiaba la salida de la Luna.

Los dos Calendarios los convocaban para firmar la Paz, en ese extraordinario momento de la historia en que ambos Años Nuevos coincidían.

Los entrecerrados ojos, velados por antiguos rencores, miraban con desconfianza entre la polvareda que el viento traía de las tumbas.

El acre sabor de la sangre, los destellos afilados de piedra, hierro, bronce y acero, la memoria milenaria de los huesos sepultados en la arena, no alcanzan para olvidar el mandato de la ley del ojo por ojo.

Cuando al fin la Luna trepó por el cielo, augural como el cometa, en medio de rezos, lloros y rechinar de dientes, ahí, exacto, el rayo cayó, inevitable como la mirada de la
mujer de Lot.

En el desierto de sal, el odio desapareció y no hubo Paraíso.

***

 

Título: ¡Antes de las 12!
Seudónimo: Tapioca

Había una vez, en un lugar muy lejano, una fiesta donde faltaba poco para recibir el año nuevo. Las campanas de las 12 de la noche sonaron, todos celebraron excepto la chica del vestido
azul. Ella con nerviosismo bajó las escaleras rápidamente, en el camino una de sus zapatillas perdió, más eso no le importó y su camino siguió.

Un chico la persiguió con la esperanza de que aceptara un último baile. Finalmente, la alcanzó y las siguientes palabras pronunció:

-¡Espera!, le dijo agitado.

La chica se volteó y le respondió:

-¿Qué pasa?

-¿No te quedas un rato más para otro baile?, le preguntó él.

Antes de que la chica pudiera contestar, algo sonó. Era el celular de la chica.

-¡Valentina!

-Sí, ya sé mamá.

-No, ya sé nada, te dije que antes de las 12:00 de la noche estuvieras en casa.

-Cálmate. Estoy saliendo para allá.

-Más te vale, porque no te dejo salir más.

-Bueno, ya entendí, no te enojes más. Ya voy para allá.

La chica al chico rechazó y de fiesta por un mes no salió.

***

 

Título: Sin título
Seudónimo: Tadeo

Ema mira ese ovillo que hace décadas enrolla. Porqué se le ocurrió unir una hebra de lana cada año nuevo, nunca lo supo. Hoy es un ovillo multicolor con decenas de nudos y Ema está cansada, demasiados años encima. Es momento de unir el comienzo del ovillo con el final, cerrar el círculo, piensa.

Va desarmándolo y junto a las hebras de lana los recuerdos se mezclan en sus manos nudosas y flacas. Épocas cuando tuvo un hijo, cuando lo vio crecer, cuando enviudó y cuando su hijo emigró. Está hastiada que su vida se haya convertido en una pantalla luminosa con saludos y dibujos de su nieta. No los culpo, yo solo pude enviarle cartas a mi madre al campo.

Su mente está cada vez más atrapada entre las lanas, cuando escucha las doce campanas en su reloj de pared y descubre el principio del ovillo. Justo suena el móvil, lo siente tan lejano como los fuegos artificiales por su ventana.

Piensa, duda, suspira, y por fin sonríe. Agarra el principio del ovillo y le agrega una nueva hebra de lana.

***

 

Título: Sin título
Seudónimo: Uróboro

La ansiedad se respira en el ambiente, la fuerza vital inexorablemente va declinando segundo a segundo. Se hizo lo que tenía que ser hecho, o no. Un suspiro, un flash momentáneo, un recuerdo, una reflexión. En penumbras, sin apuro, se sabe que el final está cerca, ya no hay más tiempo. Los fantasmas ocupan el espacio y el frío de la soledad se manifiesta en cada destello de vida que aún queda.

Un golpe seco, resonante y profundo se escucha en la noche más oscura. Ahí yace, tirado, abandonado, habiendo exhalado su última respiración. Ya sin vida, se observa lo que queda, materialidad de algo que fue y que no será más.

De entre las tinieblas, sucede un destello de luz, que se hace resplandor. El ambiente se llena de perfume y el sol radiante inunda todo a su alrededor. Así logra incorporarse, desde lo más profundo de su no ser, surge vital y con fuerzas renovadas, para cumplir un nuevo ciclo.

***

 

Título: La guerra y la paz
Seudónimo: Valencia

La guerra se había extendido al desierto africano, donde la última noche de 1941 comenzaba a extender su negro manto sobre las ensangrentadas arenas.

Por hablar alemán con fluidez, fui designado para la peligrosa misión de cruzar el frente de batalla e infiltrarme en filas enemigas.

Me camuflé con un uniforme alemán perteneciente a un prisionero de guerra.

Debía entregar antes de la medianoche, un sobre de cuero y lacrado dirigido al Mariscal Rommel, con un mensaje del Mariscal Montgomery.

Desafortunadamente, en mi incursión resulté gravemente herido por “fuego amigo”.

Me transportaron a un hospital de campaña nazi donde, tras identificarme, fui interrogado por el oficial de turno. Este extrajo de entre mis ropas el sobre que llevaba oculto y se dirigió con paso marcial hasta el cercano teléfono de pared.

Tras una breve pausa recibió la autorización para abrir el sobre y trasmitió a su interlocutor el contenido del mensaje: “Se acepta tregua de 24 horas. Comencemos el Año Nuevo en Paz”.

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Foto: Wikimedia Commons

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