Molles, talas, espinillos, varios tipos de cactus y hasta coronillas crecen y florecen desde siempre junto a las playas del Atlántico y el Río de la Plata, en una formación tan atractiva como desconocida, que da refugio a mucha fauna y protege a la costa de la erosión. Pocos los saben, pero el bosque psamófilo está allí, a la vista de quien lo quiera y sepa apreciar, resistiendo la tala pública y privada, en general por desconocimiento. Crónica de Pablo Fernández.
Crónicas de verano
Martes 16.02.2016