Editorial

Aggiornarse no es pecado

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Por Mauricio Rabuffetti ///
@maurirabuffetti

Uruguay se enfrenta, otra vez, a la sempiterna discusión de si debemos o no debemos ser un país comercialmente abierto. Es paradójico que un miembro fundador de un bloque comercial como el Mercosur, tenga dudas sobre si comerciar con el mundo exterior en condiciones preferenciales, con todos los desafíos y riesgos que eso acarrea, es bueno o no.

Es claro que vivimos una situación de retracción económica que amenaza los empleos de muchos trabajadores. Varias empresas de gran porte, por ejemplo en el sector lechero o en el automotor, cerraron en los últimos años y no volvieron a abrir. La construcción, otro demandante masivo de mano de obra se enlentece. Y cualquiera que ande por la calle sabe que el comentario entre los comerciantes es lo difícil que están las cosas cuando el consumidor compra menos y los costos no paran de aumentar.

Es una realidad que conocemos. Y podemos aportar algún número, que siempre viene bien para combatir escepticismos. En abril, las ventas de bienes uruguayos al exterior en millones de dólares estuvieron 40 % por debajo con respecto a abril del año pasado. Es una cifra muy importante. En los últimos 12 meses, la caída alcanza 21 %. Para hacerla corta: le vendemos mucho menos al mundo. Y eso es una amenaza para el trabajo de uruguayos que todos los días se esfuerzan en una fábrica, en una oficina o en el campo, y que dependen de que el mundo compre lo que el resto de nosotros no puede consumir porque somos pocos.

¿Hay alguna duda de que no tenemos otra opción que tratar de exportar más? No la había hace 25 años cuando fundamos el Mercosur, y no debería haberla ahora. Sin embargo, en el Frente Amplio las cosas no son tan claras. La semana pasada, varios grupos de la coalición, entre ellos la lista 711, el MPP o el Partido Comunista, le plantearon al canciller que su búsqueda de flexibilizar el Mercosur es un camino equivocado. Sin embargo, se trata del único camino posible para buscar independencia con relación a nuestros vecinos, siempre complicados en sus crisis internas.

Por una vez, oposición y Gobierno coinciden: Uruguay debe buscar otros caminos para canalizar su producción y abrir nuevos mercados. Y no puede esperar a sus socios del Mercosur. Comerciar con ellos todo lo posible. Ayudar cuando sea posible. Mejorar el Mercosur todo lo que se pueda si formamos parte. ¿Pero por qué condicionar nuestros criterios de decisión, nuestra capacidad de decisión?

En el Frente Amplio se sostiene que la tesitura del gobierno va en contra del programa del partido, que parece ser una biblia sagrada e intocable. Pues señores, la situación cambió, y no está fácil. Basta dejar la oficina y salir a la calle para darse cuenta. ¿Por qué entonces ceñirse al bendito programa del Frente Amplio si la realidad, a todas luces, es otra?

Dejamos pasar el TLC con EEUU sin siquiera explorar esa posibilidad cuando estaba sobre la mesa; dejamos pasar el TISA porque la “fuerza política” se lo impuso al presidente. Si seguimos en esta tesitura anacrónica de mirarnos el ombligo y creernos que las sabemos todas, deberemos prepararnos para el momento en que los países que sí se abren al comercio, encuentren otros clientes con los que sí habrán hecho acuerdos comerciales, y ya no requieran nuestros productos poco competitivos.

El diputado del Partido Comunista Oscar Andrade esbozó la idea de que se aumenten impuestos dada la situación por la que atraviesa Uruguay. El Frente Amplio prometió en la campaña que no usaría esa receta. ¿Pero entonces, la biblia, el programa sacrosanto de gobierno, las promesas, no son tan sagrados…? Es sagrado para el Mercosur, pero no cuando se trata de poner más impuestos a una sociedad que paga por servicios, en muchos casos, mediocres.

La postura es incongruente e insustentable. Y sobre todo, ajena a la realidad que transita un país como el nuestro, que cada vez menos cuenta con su mercado interno para sobrevivir. Aggiornarse, a fin de cuentas, no es pecado.

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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, miércoles 11.05.2016

Sobre el autor
Mauricio Rabuffetti (1975) es periodista y columnista político. Es autor del libro José Mujica. La revolución tranquila, un ensayo publicado en 20 países. Es corresponsal de Agence France-Presse en Uruguay. Sus opiniones vertidas en este espacio son personales y no expresan la posición de los medios con los cuales colabora.

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