Por Emiliano Cotelo ///
Durante los últimos días el panorama internacional ha estado centrada en México, que sufrió terremotos devastadores, y también en islas del Caribe y zonas de la costa de Estados Unidos que han sido arrasadas por huracanes furiosos. Parece que la naturaleza quiere llamarnos la atención. Y mientras tanto Kim Jong-un y Donald Trump siguen escalando en el torneo verbal de amenazas, haciéndonos temblar con la posibilidad de una guerra nuclear de consecuencias espeluznantes.
En medio de este panorama con visos “apocalípticos”, esta semana Montevideo recibió una visita atípica y esperanzadora. Una delegación de las FARC llegó a conocer de primera mano la experiencia de las cooperativas de vivienda por ayuda mutua, un modelo que planean utilizar para enfrentar el problema habitacional de unos trece mil ex milicianos que han quedado en una situación económica y social vulnerable.
Quizás esa noticia pasó desapercibida para muchos pero no para los oyentes de En Perspectiva, ya que le dedicamos nuestra entrevista central del martes.
No fue un trabajo periodístico más. La situación resultó removedora, por lo menos para mí.
Después de haber informado tantas veces sobre las marchas y contramarchas de las negociaciones que se desarrollaron en La Habana, después de haber realizado análisis con la politóloga Laura Gil desde Bogotá, después de haber debatido el asunto en varias mesas, de repente esa historia (o, mejor dicho, un lado de aquella historia) aterrizaba en vivo y en directo en este estudio de radio y yo estaba cara a cara con una representante de FARC, una sigla que antes significaba Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y que ahora identifica al partido político legal en que la guerrilla se ha convertido, denominado Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.
No se trataba de uno de los dirigentes máximos y conocidos, pero eso mismo hacía el encuentro más interesante. Además, era una mujer, y eso le daba otro giro a la comunicación.
FRENOS DE MANO
Fanny Castellanos tiene 46 años, era originalmente campesina, fue guerrillera durante 26 años, estuvo presa cuatro años por delitos no vinculados a hechos de sangre y recuperó la libertad en diciembre del año pasado al amparo de la ley de amnistía. En su exposición, donde recordó algunas pinceladas de su peripecia, no hubo atisbo de arrepentimiento pero mostró su adhesión sin vueltas a esta nueva etapa de reintegro a la vida civil.
Hoy es vicepresidente de Ecomun, una cooperativa de tercer grado creada por FARC que promueve proyectos productivos que ayuden a la reinserción de los excombatientes.
El diálogo fue raro, en varios sentidos.
El aspecto de Fanny se salía del estereotipo que muchos podían manejar. Vestía totalmente de blanco con un único toque de color, el pañuelo rojo al cuello; tenía el cabello recogido y lucía un maquillaje liviano. Su mirada era vivaz. Cada tanto sonreía.
Pero en sus respuestas, muy concretas, medía cada palabra. Su discurso sonaba casi helado. Apenas en un par de momentos sus ojos se humedecieron, por ejemplo cuando hablaba de Ecomun…
(Audio Fanny Castellanos)
Ecomun es una gran cooperativa que surge ahorita en el marco de la legalidad, cumpliendo todos los requisitos, para de cierta manera reincorporarnos todos los combatientes que hemos salido a una producción tanto económica como social que garantice la vida digna, que garantice continuar en colectivo, que garantice bienes y servicios para todos los combatientes y las comunidades que han estado cerca de nuestra organización y que han sido también víctimas del conflicto.
(Fin de audio)
Cuando le consulté el por qué de esa emoción, contestó: “Es el amor a la lucha de todos estos años…”
También cambió el tono un rato después, cuando hablamos de los fondos que el Estado colombiano debe poner para pagar subsidios a los ex guerrilleros y para apuntalar las zonas de normalización, algo que es controvertido por buena parte de la población. Su respuesta, muy sobria, fue:
(Audio Fanny Castellanos)
Trabajar en la paz cuesta menos de lo que costó trabajar en la guerra.
(Fin de audio)
Ahora, no sólo la entrevistada tenía puesto el freno de mano. Yo también avanzaba con pies de plomo y poniéndome límites.
Más de una vez me sentí tentado de preguntarle por su época de fusil al hombro, por las barbaridades que debe haber protagonizado y por las barbaridades que también debe haber sufrido, o, más en general, cuestionarle su opción por la insanía de la guerra con sus efectos en la retroalimentación de la violencia y la tragedia en su país. Había mucho, realmente, para discutir. Pero me contuve. No fui por ese camino.
Seguramente varios oyentes pretendían una entrevista más picada, más interpelante. Me pareció que no correspondía y que, por el contrario, era saludable respetar, aún desde acá lejos, el espíritu de los acuerdos de paz. Me concentré, entonces, en el momento actual y en la salida que los colombianos están edificando.
LA SALIDA
Ellos están tratando de dejar atrás un enfrentamiento de medio siglo que produjo más de 200.000 muertos, 60.000 desaparecidos y 7 millones de desplazados.
¿Cómo se reconstruye un país después de semejante carnicería?
El gobierno encabezado por Juan Manuel Santos y las FARC lideradas por Rodrigo Londoño, alias Timochenko, negociaron durante cuatro años, con el respaldo de Naciones Unidas. Hubo largas conversaciones entre los guerrilleros y sus víctimas, y los líderes de las FARC pidieron perdón. Finalmente se llegó a un entendimiento en diciembre del año pasado pero el texto todavía no ha sido digerido por la población, donde varias de las medidas continúan provocando rechazo. Pero buena parte de la comunidad internacional ha dado su voto de confianza y eso pesa mucho. El Papa Francisco fue muy enfático en esa dirección durante la gira pastoral que realizó allí hace pocas semanas y que tuvo al proceso de paz como motivo principal.
LA PAZ Y MÁS
La guerra es enemiga de la cordura y una aliada de lo peor de la condición humana. Y la historia reciente nos ha demostrado que para resolver los conflictos no existe otra vía que el diálogo, la negociación, la diplomacia. Eso pasó con ETA en España o con IRA en Irlanda, tal como nos lo recordaba la analista italiana Loretta Napoleoni hace pocos días en este mismo programa.
Pero también es cierto, como decía Gabriel García Márquez refiriéndose al drama de su país, que de nada sirve tratar el síntoma y no la enfermedad. Colombia lidera el ranking de países más desiguales de América Latina y en eso coinciden todos los organismos internacionales. Ahí estuvo la mecha del conflicto armado hace más de medio siglo.
Por eso, en realidad, ahora comienza un desafío gigante. La paz no significa solo ausencia de guerra: la redistribución de la riqueza es una condición sinequanon para que la pacificación se consolide, en uno de los países del mundo donde más abundan la biodiversidad, los recursos naturales y los recursos humanos.
Las víctimas del conflicto deben ser justamente resarcidas y, paralelamente, hay que dar garantías para la incorporación a la vida normal de los ex combatientes que no hayan sido responsables de crímenes de lesa humanidad.
VOLVIENDO AL MARTES
Con semejante telón de fondo, entendí que en esa entrevista del martes lo más saludable era preguntar y escuchar, sin juzgar. Yo no iba a aportar nada si me embarcaba en valoraciones de entrecasa, alejadas de la realidad cruda y dura que ellos –las distintas partes de esta salida- están empeñados en moldear cada día.
Decidí que lo mejor que yo podía hacer era aprovechar esa oportunidad para que los uruguayos nos informáramos un poco mejor sobre los pasos que se están dando en Colombia y su enorme complejidad, para que conociéramos el aporte que está haciendo la cooperación internacional -por ejemplo la originada en Suecia, presente en el reportaje a través del uruguayo Gustavo González y la fundación We-effect- y, también, para que nos enteráramos de que incluso nuestro país puede agregar un granito de arena a esos esfuerzos.
Creo que, por todo eso, la nota, aún con todas sus limitaciones, tuvo un saldo muy positivo.
Ya vendrán las otras voces. Ya tendremos otros enfoques.
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Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 22.09.2017, hora 08.10
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