Por Leo Harari ///
Nos guste o disguste casi todo el planeta está organizado según el modo de producción capitalista, con un mercado que pauta la música y poderosas organizaciones, sobre todo financieras, que deciden quién toca en sus orquestas. Nos guste o disguste que haya ganado Macri en Argentina algo es evidente: van a gobernar directamente los dirigentes de los grandes conglomerados exportadores, los gerentes de las multinacionales, los que se sientan en los directorios de los bancos, los que manejan los grandes grupos de prensa.
Podrán hacerlo de maneras diferentes, pero su objetivo final será inevitablemente la acumulación de capital y la conservación del poder. Para intentarlo deberán poner su orden en la economía, darle transparencia a las informaciones que influyen sobre el mercado, fortalecer sus posiciones exportadoras y recuperar el acceso al crédito internacional.
Eso puede ser doloroso para una parte del pueblo argentino que ha sido beneficiado con medidas como los subsidios a los servicios públicos, así como con múltiples avances de las leyes progresistas. Cuán doloroso será depende de muchos factores que van desde el nivel de civilidad de los gobernantes electos, a la capacidad de movilización y resistencia populares. Esa es la nueva página que escribe la historia argentina.
¿Cómo afecta a Uruguay esta situación? Ya hemos visto que las relaciones internacionales basadas en cercanías ideológicas no siempre dan los resultados esperados. Miremos el lado positivo. El nuevo gobierno argentino nos abre la oportunidad de tener relaciones basadas en intereses claros y explícitos, conversadas directamente con los patrones. Buenos tiempos para hablar de negocios, en las capitales o en los balnearios del Este.
El contador Enrique Iglesias, en su reciente libro Reflexiones, dice que no hay que pedirle a los países más de lo que los países pueden dar. Afirma que es necesario bajar las expectativas a lo que es posible hacer y realizarlo sin tardanza, que la tarea es identificar intereses mutuos de los Estados, del sector privado y de las sociedades.
Creo que es un buen programa. No es que no se haya hecho nada en ese sentido. Administramos en conjunto el río Uruguay, tenemos intercambios energéticos, hay cientos de intereses comunes entre las dos orillas. La oportunidad que se abre ahora es que habrá menos intermediaciones.
Con un poco de suerte, el anclaje en intereses del sector privado nos cubrirá del cortoplacismo político. La participación pública moderará la natural avidez privada. Las organizaciones de la sociedad civil nos recordarán los valores superiores y el interés general al que deben estar sometidos todos los emprendimientos humanos.
Por otro lado, va a ser más difícil remar en el sentido de la integración regional política. Nos vamos a encontrar en la cuerda floja cuando se hable de Venezuela, de los megatratados comerciales y del posicionamiento internacional de nuestras alianzas. En el ámbito internacional se va poner a prueba el programa de gobierno del Frente Amplio porque la oposición y algunos mismo dentro del Frente se sentirán más apoyados. Los movimientos sociales y sindicales recuperarán esas banderas. No solo de negocios está hecho el mundo.
También de los dos lados del rio las fuerzas populares buscarán los espacios para caminar juntos hacia otra nueva vuelta de la historia.
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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, miércoles 2.12.2015, hora 08.05
Sobre el autor
Leo Harari ha trabajado como asesor para Unesco, BID, PNUD y la OIM. Recientemente dirigió el proyecto Uruguay+25.
Foto en Home: Leo Harari durante su exposición en TEDxMontevideo 2015, lunes 15 de junio de 2015, Auditorio Nacional del Sodre. Crédito: TEDxMontevideo/tedxmontevideo.org.