Editorial

Desocupación del Codicen: El trabajo periodístico, sus desafíos y la audiencia

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Por Emiliano Cotelo ///

Hechos como los que ocurrieron este martes de noche en torno a la sede del Codicen implican todo un desafío para el trabajo periodístico independiente. Pudimos comprobarlo claramente esta semana En Perspectiva.

Para empezar, se complica la construcción del relato: ¿Cómo aproximarse a la verdad de lo que sucedió, en medio de versiones contradictorias y una avalancha de fotos, videos, crónicas ajenas, pasiones y opiniones?

Al mismo tiempo, estas noticias tan fuertes provocan una participación muy intensa de nuestros oyentes. ¿Qué quiero decir con intensa? Que ese “retorno”, que siempre es tan útil para nosotros, en estos casos se multiplica, con grandes cantidades de mensajes, pero además casi todos ellos cargados de mucho calor, hacia un lado y hacia el otro. Procesarlos requiere un cuidado especial.

Nosotros dedicamos dos programas al tema. Y ambos resultaron muy diferentes.

El miércoles de mañana la información disponible era escasa y desordenada. Afortunadamente, teníamos coordinada desde varios días antes una entrevista central con el ministro del Interior, Eduardo Bonomi. Eso nos permitió, alterando la agenda que yo tenía prevista, consultarlo muy temprano (a las 8.20) sobre la forma en que había procedido la policía en el desalojo y el manejo de los disturbios.

Tuvimos una especie de “primicia”. Sí, pero una primicia de algún modo liviana o floja, porque en ese tramo de reportaje yo no pude preguntar como quiero y suelo hacerlo, documentándome previamente y contando con otras versiones para contrastar con la del invitado. Algo parecido sucedió a las 10, cuando se comunicó con nosotros el ministro de Trabajo, Ernesto Murro. Era muy importante contar con su punto de vista, pero, por las razones que ya mencioné, en realidad, prácticamente tuve que limitarme a escuchar su narración, agregando alguna consulta puntual en busca de mayor precisión en la historia.

Digamos que esas dos notas fueron grandes borradores. El jueves, en cambio, nuestro equipo ya había podido trabajar más a fondo en el asunto, habíamos revisado filmaciones, testimonios y declaraciones, y tenido espacio para discutir entre nosotros, buscando las aristas más importantes a explorar. Con esa base, entrevistamos primero al doctor Juan Faroppa, de la Institución Nacional de Derechos Humanos, que había sido observador del operativo policial, y luego a Benjamín Peulla, uno de los protagonistas de la ocupación del Codicen. Los reportajes resultaron más profundos e inquisitivos que los del día anterior. Teóricamente estábamos avanzando en el armado del rompecabezas, mejorando la calidad de nuestro servicio a la audiencia.

Sin embargo, algunos oyentes no valoraban esa ventaja y, en cambio, nos manifestaban que ya estaban cansados del tema. Otros oyentes sostenían que yo no debía haberle dado micrófono a aquel gremialista del Liceo Zorrilla, responsable de una ocupación abusiva que había provocado tantos problemas. Y, por otro lado, también había quienes sostenían que yo había discriminado al estudiante porque lo había “apretado” más que a Bonomi. Por supuesto, todas esas opiniones son bienvenidas porque nos hacen y me hacen pensar. Pero yo respondo que:

1) prefiero correr el riesgo de aburrir a una parte de nuestro público a cambio de ofrecer un panorama más rico y plural;

2) creo que es muy útil conocer de primera mano a los dirigentes estudiantiles que llevaron a cabo esta acción (escuchar cómo se expresan, poder evaluar la calidad de sus argumentos, averiguar qué responden a los cuestionamientos);

3) y en cuanto al presunto trato diferencial, ya expliqué las razones; yo mismo no había quedado conforme el miércoles con ese segmento de la entrevista al ministro Bonomi; los bloques dos y tres de esa nota, donde tratamos otros temas, son un buen ejemplo de cómo debió haber sido el primero, donde abordamos el desalojo de los ocupantes del Codicen, pero para eso se necesitaban datos que en ese momento no tenía.

Eso pasa muchas veces En Perspectiva: Existen entrevistas más punzantes que otras. Pero esas diferencias tienen sus explicaciones, que no pasan por simpatías o antipatías. A veces, la causa es la torpeza del periodista. A veces, son circunstancias externas, que nosotros no controlamos, las que determinan un tono o el otro. Son las vicisitudes de un programa realizado en vivo y, además, muy temprano en la mañana.

De todos modos, si se quiere comparar los programas del miércoles y el jueves hay que agregar otras complejidades. Por ejemplo, pregunto: Por más independiente que sea el periodismo que uno ejerce, ¿se puede ser totalmente aséptico en la cobertura y en particular en las entrevistas?

Por supuesto que en un operativo policial no pueden tolerarse los excesos, ni colectivos ni individuales. Y esa inquietud debe figurar en la vigilancia que ejerce la prensa. Pero, en definitiva, el ministro del Interior y su colega de Trabajo tenían la responsabilidad de hacer cumplir la ley y devolver a la normalidad el funcionamiento de varias oficinas públicas –no sólo el Codicen– que se encontraban paralizadas por una medida de lucha decidida por un pequeño grupo de jóvenes gremialistas.

Y, del otro lado, esos estudiantes ostentan una representatividad más que dudosa, plantean demandas maximalistas, ejercen la violencia cuando se apropian de locales que pertenecen al Estado e impiden trabajar a sus funcionarios, y además aparecen aliados con dirigentes sindicales ultras y figuras como la de Irma Leites, que operan a favor de la desestabilización y que son garantía de incidentes y golpes en cada movilización donde aparecen. Este tema da para una discusión larga, que no hay forma de agotar hoy. Pero, para dejarla planteada, elijo cuatro de los mensajes que llegaron ayer de nuestros oyentes:

A) “¿Cualquier grupo de adolescentes puede arrogarse el derecho a pedir una mesa de negociaciones para lo que sea? ¿Con qué derecho?”

B) “¿En nombre de quién pretendían negociar con el Ministerio de Economía? ¿De un liceo? ¿De todos los estudiantes? ¿Quién los mandató?”

C) “¿Esos chicos creen que sus acciones no tienen consecuencias? ¿Por qué tiran la piola hasta el punto de la represión? ¿Es eso lo que quieren? ¿Notoriedad? ¿Conseguir un mártir?”

D) “Qué casualidad que los que ocupaban era mayoritariamente menores y quienes los apoyaban desde afuera eran mayores. ¿No sienten que los están usando?”

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En Primera Persona
Viernes 25.09.2015, hora 08.00

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