Por Mauricio Rabuffetti ///
@maurirabuffetti
En las últimas semanas y días, algunos datos del mercado laboral uruguayo captaron mi atención. Mi trabajo como periodista me permite recorrer bastante el país, y por cierto, me da la posibilidad de conversar con personas que se desarrollan en múltiples sectores de actividad.
Hace tiempo que vengo escuchando a empresarios de distintas ramas, quejarse del aumento de los costos laborales cuando sus márgenes caen, contarme que pusieron el pie en el freno a las contrataciones, incluso a proyectos de inversión, porque el mercado “está raro” y “mejor esperar”. Son expresiones recurrentes.
El dato del desempleo de febrero reafirmó la impresión que me había formado en estas conversaciones. El registro marcó un aumento a 8,2%, un incremento leve con respecto a enero y algo mayor con relación a febrero del año pasado.
En su edición del 20 de abril, el semanario Búsqueda publicó declaraciones de la gerenta general de Manpower Uruguay, Inés Arrospide, quien señaló que el mercado laboral uruguayo está “enlentecido” y eso se debe a que ni empresarios ni trabajadores “están asumiendo grandes riesgos”.
Ayer, El Observador, publicó un dato igualmente preocupante, que señala una caída de 6,1% de la demanda laboral en los primeros tres meses de este año. La información proviene de la consultora Advice y se elabora a partir del número de puestos a llenar, explicó el diario.
La conclusión es bastante sencilla: el miedo y la incertidumbre son los sentimientos y sensaciones que dominan hoy entre los actores del mercado laboral de Uruguay, un país en el que, al decir de un empresario del sector agrícola, “hay gente que se funde trabajando”.
El cóctel tiene más ingredientes.
Uno bien importante es el desfasaje entre lo que el mercado necesita y lo que el sistema educativo uruguayo ofrece. Es bien sabido que el número de ingenieros que egresan cada año no alcanza a cubrir las vacantes en esa área.
“No estamos estudiando las cosas que hay que estudiar”, resumió en declaraciones al diario El País el gerente comercial de Manpower, Fernando Aldabalde. También dijo que no se da valor suficiente a los estudios técnicos.
Es clarísimo que una de las grandes, enormes ventajas que Uruguay da a quienes quieren hacer una carrera terciaria, es que la educación secundaria no condiciona per se la orientación que el estudiante elegirá a futuro, como sucede en algunas economías desarrolladas en donde terminan generándose legiones de profesionales frustrados.
Pero la pregunta que debemos hacernos es ¿por qué en Uruguay faltan profesionales de determinados perfiles, técnicos, científicos, tecnológicos si a nadie le impiden estudiar lo que desea? En particular, por qué ocurre este fenómeno cuando el mercado tiene avidez por dar oportunidades en un contexto de poca movilidad en la economía en general, es algo que me inquieta.
¿Existe desinformación a la hora de tomar decisiones de estudio; existe falta de formación que impide, por ejemplo, cumplir con los requisitos de una carrera técnica o terciaria que suponga una alta carga de matemáticas?
Los diagnósticos parecen coincidir, en este país en donde el problema de la deserción escolar es gravísimo. Ya me he referido a este asunto en columnas anteriores. Pero los meses pasan, el gobierno del doctor Vázquez transcurre, y no se ve reacción concreta de parte de las autoridades.
Cualquiera de los problemas mencionados por los especialistas, tanto como los problemas que presenta el mercado laboral en algunos sectores de la economía, son elementos que tardan en ser modificados. Se requiere estrategia, planificación. Se requiere entender no sólo qué es lo que los jóvenes esperan del sistema educativo, sino proponerles, aconsejar, enseñar en una palabra, cómo abordar su futuro laboral.
Y francamente, soy pesimista en cuanto a que los años que quedan hasta las próximas elecciones deparen cambios sustanciales. No veo indicios que me hagan pensar lo contrario. La tónica oficial es la de no hacer olas, no complicarse demasiado, y dejar correr el tiempo lo cual, en esta materia, es sinónimo de perderlo.
Mientras, el mercado laboral sufre por falta de recursos calificados en áreas de gran demanda, una verdadera ironía que pagan el país, sus jóvenes y las empresas.
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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, miércoles 26.04.2017
Sobre el autor
Mauricio Rabuffetti (1975) es periodista y columnista político. Es autor del libro José Mujica. La revolución tranquila, un ensayo publicado en 20 países. Es corresponsal de Agence France-Presse en Uruguay. Las opiniones vertidas en este espacio son personales y no expresan la posición de los medios con los cuales colabora.