Por Emiliano Cotelo ///
Todos nos estremecimos con el caso de Brissa González, esa niña de 12 años que vivía en Villa Española y que a fines del mes pasado fue abusada sexualmente y luego asesinada.
Hubo un gran debate a propósito de la pena que debe recibir el homicida, si este tipo de delincuentes es recuperable y si es necesario reformar la legislación en torno a estas barbaridades.
Pero los hechos merecen otras discusiones porque tienen otras dimensiones. Concretamente, vale la pena poner el foco en las Redes Sociales. O, mejor dicho, en cómo nos relacionamos con ellas. O, mejor dicho, en cómo dialogamos con nuestros hijos a propósito de cómo ellos se mueven en las redes.
¿Por qué digo esto?
Porque el Ministerio del Interior (MI) tiene la certeza de que Brissa y su asesino mantenían un vínculo a través de una de esas redes, y entiende que el día 20 de noviembre, cuando ella subió al auto de Williams Pintos Pinto, no lo hizo porque había perdido el ómnibus sino que, a través de internet, habían coordinado para encontrarse.
Lo dijo el ministro Eduardo Bonomi este lunes aquí, En Perspectiva…
(Audio Emiliano Cotelo-Eduardo Bonomi)
EC — ¿Brissa no perdió el ómnibus, lo dejó pasar porque ya tenía pactado ese encuentro con este hombre?
EB — Sí, esa es la fuerte sospecha. Eso está todavía en trámite judicial, pero esa es la fuerte sospecha.
(Fin de audio)
La red social por la que se comunicaban se llama “Amino”, una plataforma que permite a los usuarios integrarse a comunidades virtuales basadas en intereses específicos, por ejemplo la saga literaria "Harry Potter", la serie "Stranger Things" o el estilo de música K- pop.
El MI comprobó que Amino era muy utilizada entre los alumnos de la escuela a la que asistía Brissa y por eso organizó talleres con niños y padres de ese instituto, que estuvieron a cargo del sociólogo Gustavo Leal, director de Convivencia y seguridad ciudadana de esa cartera. Los propios chiquilines suministraron información sobre la forma en que participaban de esa red y sobre algunos personajes complicados que solían aparecer interactuando con ellos, en particular con Brissa.
Grooming
Aunque se trata de una plataforma particularmente compleja, que incluye juegos de roles y otra variantes, en “Amino” se puede chatear, crear un blog, subir dibujos, fotos o videos, como ocurre en la mayoría de las redes sociales. Y es en ese ámbito que puede darse el fenómeno del “grooming”. ¿Qué es eso? Ocurre, por ejemplo, cuando un adulto crea un perfil falso que lo hace aparecer como si fuera un niño y desde ese posicionamiento entabla diálogos con menores de edad con el fin de disminuir sus inhibiciones, a efectos de terminar abusando sexualmente de ellos.
Otro ejemplo: en una comunidad de la red que esté armada en torno al fútbol aparece alguien que juega el rol de seleccionador y que, en determinado momento, le pide al niño que está del otro lado que le mande una foto de su cuerpo para poder comprobar cómo viene el entrenamiento físico. De esa manera se va avanzando en la manipulación. Hay muchos sicópatas interviniendo en ese tipo de juegos.
¿Y nosotros?
¿Cuánto sabemos nosotros, los mayores, sobre estos mundos en los que suelen moverse nuestros hijos y nietos?
Esta semana discutimos este tema en La Mesa de los miércoles. Y en esa ocasión yo volví a recomendar una charla TED sobre el “grooming” que realizó el argentino Sebastián Bortnik, presidente de Argentina Cibersegura, una organización sin fines de lucro que impulsa actividades de educación y concientización hacia “un espacio digital seguro”.
La disertación de Bortnik es muy ilustrativa y provocadora.
Lo primero que hace es cuestionar el estereotipo que tantas veces manejamos los adultos y que dice que en las redes existe un mundo virtual. Bortnik enfatiza que allí operan seres humanos reales, y que allí se gestan hechos absolutamente reales, por ejemplo, nada menos, una violación y/o una muerte.
¿Por qué dejamos solos a nuestros menores en ese mundo tan erizado de riesgos?
Una de las razones de esa prescindencia, dice Bortnik, es la convicción de que “los chicos no necesitan nuestra ayuda, que la tienen clara con la tecnología”.Y eso, agrega, es un disparate. Una cosa es saber hacer algo, y otra es saber cuidarse.
(Audio Sebastián Bortnik)
Cuando yo era chico, en algún momento me dejaron ir caminando solo a la escuela. Después de hacerlo durante muchos años de las manos de mi viejo, ese día me sentaron, me dieron las llaves de mi casa, me dijeron: ‘guardalas muy bien, no se las des a nadie, andá y volvé por el camino que te enseñamos, volvé a la hora que te dijimos, cruzá en la esquina, mirá hacia los dos lados antes de cruzar, y fundamentalmente no hables con desconocidos. Yo la tenía muy clara caminando, y sin embargo estuvo ahí la figura del ‘adulto responsable’ para cuidarme. Una cosa es saber hacer algo y otra cosa es saber cuidarse. Imaginen conmigo esta otra situación: tengo 10 u 11 años, me levanto a la mañana, me tiran las llaves de mi casa y me dicen: ‘Seba, hoy te podés ir caminando a la escuela’. Y cuando vuelvo, tarde, me dicen: ‘ah no, tenés que llegar a la hora que te dijimos’. Y dos semanas después, al pasar, me dicen: ‘sabés qué, tenés que mirar hacia las esquinas para cruzar’. Y dos años después: ‘ah, no hables con desconocidos’. Suena ridículo ¿no? Así de ridículo nos compartamos con las tecnologías. Les damos acceso total a los chicos, y vemos si un día, más tarde que temprano, aprenden cómo cuidarse.
(Fin de audio)
En la misma línea, cuenta que en charlas que dan para padres, es muy común escuchar que a éstos diciendo que no les interesan las tecnologías, que no les interesan las redes sociales. Y Bortnik siempre les repregunta: ¿Y sus hijos sí les interesan?
Como adultos, acercarnos o no a las tecnologías es lo mismo que acercarnos o no a los chicos. Internet es parte de sus vidas.
Agrego yo: Del mismo modo en que es fundamental conocer a los amigos de nuestros hijos y sus familias, del mismo modo que es conveniente llevarlos y traerlos a varias de sus actividades, para palpar de manera directa cuáles son los entornos en los que se están moviendo, hay que hacer algo similar a propósito de los entretenimientos y las reuniones que eligen en sus laptops o en sus teléfonos celulares.
Hoy –dice Bortnik- tenemos la oportunidad de crear nuevos diálogos, sobre temas cómo: ¿Cuál es la última aplicación que te bajaste? ¿Con qué red social te estás comunicando con tus amigos? ¿Qué tipo de información estás subiendo? ¿Algún desconocido intentó hablar contigo?
Debemos obligarnos a tener esos intercambios entre jóvenes y adultos.
Es elemental.
Resulta muy revelador lo que Bortnik fue descubriendo en sus charlas en institutos de enseñanza. Muchas veces en esas ocasiones aparecen niños que les cuentan cosas que aún no se animaron a informarles a sus padres o docentes. Y eso ocurre pese a que es la primera vez que tratan con los charlistas.
Impresionante, ¿no?
Por eso él insiste en que la navegación segura en Internet tiene que ser un tema de discusión en cada casa y en cada aula.
(Audio Sebastián Bortnik)
La tecnología ha cambiado todos los aspectos de nuestra vida, incluidos los riesgos que enfrentamos y cómo nos cuidamos. Y el ‘grooming’ nos los viene a mostrar de la manera más dolorosa: metiéndose con los chicos. ¿Vamos a involucrarnos para evitarlo? La solución empieza por un lugar tan sencillo como este: hablar del tema.
(Fin de audio)
Hablando del papel que pueden jugar las aulas, según supo En Perspectiva, la semana pasada hubo una reunión por estos temas entre el MI y el CODICEN. Allí, entre otras cosas, se coincidió en introducir en el área curricular de informática (que ya existe) una serie de módulos relativos al uso y manejo de seguridad en redes; o sea: que empiece a enseñarse a los niños y adolescentes a distinguir una cosa de la otra, que quede claro que del otro lado puede haber una persona que no es quien dice ser, etc.
Fue apenas el puntapié inicial. Parece muy necesario que se afirme una línea de trabajo a nivel institucional, con la ANEP y, obviamente, también con el Plan Ceibal, que está muy cerca de estos asuntos desde el punto de vista técnico. Y, por otro lado, los colegios privados también deben atender este desafío y abordarlo con franqueza con sus estudiantes y sus familias.
El problema no es internet ni son las computadoras. El problema es lo que hacemos con ellas. O lo que dejamos que nuestros niños hagan en ellas.
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(*) Hay miles de mundos virtuales, cada uno de los cuales tiene una particularidad. El juego tiene una "barra de poder", que va aumentando como una batería, y significa que el usuario es más popular en el mundo virtual. Esa barra se construye a través de las horas de conexión, likes, participación en juego de roles. La diferenciación entre lo virtual y lo real es menos mediada que en otras redes. Además existe la posibilidad de hablar “por teléfono” con el interlocutor; es una comunicación que se establece a través de la app.
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Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 08.12.2017, hora 08.15