Por Emiliano Cotelo ///
Fue muy interesante la repercusión que tuvo entre ustedes, los oyentes de En Perspectiva, mi editorial del viernes pasado.
Como recordarán, el título era El periodismo, el deber y el hastío. Yo contaba cómo habían llegado a saturarme un par de temas de la agenda nacional de los últimos meses: 1) todo lo relativo a Raúl Sendic; 2) la posición del Gobierno uruguayo en torno a la crisis de Venezuela. Confesaba que el hecho de que ambos casos se prolongaran tanto sin resolverse o, peor aún, complicándose cada vez más, me fastidiaba especialmente, como ciudadano y como periodista. Y en este último plano yo declaraba, en síntesis, que estoy cumpliendo con mi deber, abordo esos tópicos cuando es necesario, pero lo hago considerando la tarea como “insalubre”, “bajo protesta”, lamentando el tiempo de programa que tantas veces se nos va en ellos, cuando podríamos dedicarlo a otros asuntos más edificantes o, por lo menos, necesarios.
Muchos
Además de los primeros mensajes que llegaron en la propia mañana del viernes, resultó impresionante la cantidad de personas que con el correr de los días fueron ingresando en nuestro sitio, EnPERSPECTIVA.net, ya fuera para escuchar la grabación o para leer el texto de la nota. Fue enorme el número de amigos que hicieron circular el editorial, compartiéndolo en redes, y me pareció notable el movimiento de comentarios que se produjo en Facebook y en la propia página donde está publicado el artículo, algo que ustedes pueden comprobar directamente si visitan esa dirección.
Conclusiones
Les cuento algunas de mis conclusiones:
1) Si bien yo suelo utilizar este espacio de los viernes para explicitar discusiones que tenemos en “la cocina” de En Perspectiva, probablemente en esta ocasión el editorial llamó más la atención porque yo realizaba al aire algo parecido a una catarsis muy frontal.
2) Por lo visto, puse el dedo en una llaga y mi estado de ánimo en esta materia vino a reflejar el de mucha gente, al punto que esa gente no se limitó a "consumir" lo que yo expresaba, sino que, además, se sintió impulsada a agregar sus propias impresiones por escrito.
3) La gran mayoría de los comentarios coincidieron conmigo y expresaron apoyo y aliento al programa, sumando incluso valoraciones positivas sobre el trabajo que realizamos en el proyecto En Perspectiva. Por supuesto, esa sintonía es muy gratificante.
4) Afortunadamente, no todo fue aplauso. También hubo un lote de discrepancias, observaciones y matices. Y es por ese lado que quiero seguir charlando con ustedes hoy.
En síntesis, varios de los comentarios críticos se preguntaban por la responsabilidad que los propios periodistas tenemos en la conformación de esa bola de nieve gigante y agobiante que se ha ido armando en torno a los dos temas. Y unos cuantos apuntaban directamente a las decisiones que tomo yo como responsable de este programa.
Aclaro desde ya que no me sorprendió que aparecieran esos cuestionamientos. El viernes pasado yo había dejado ese ángulo expresamente afuera del editorial. ¿Por qué? Uno, para no alargar el planteo. Dos, porque este es un tema en sí mismo. Tres, para esperar de qué manera aparecía en las reacciones de ustedes.
También los medios
Yendo al grano, yo creo que sí, que en la creación de estas “intoxicaciones” en las que cada tanto caemos en la sociedad uruguaya hay una responsabilidad compartida.
Es claro que los actores políticos cargan con su cuota parte. Ellos alimentan estas telenovelas por distintas vías. Lo hacen cuando toman iniciativas, por ejemplo cuando realizan planteos públicos o cuando organizan campañas, visibles o disimuladas. Y además pueden hacerlo de manera involuntaria, cuando en estos asuntos cometen errores o cuando incurren en omisiones y/o distracciones.
Pero también es evidente que los medios de comunicación ponen lo suyo. Algunos, porque quizás les sirve ese desgaste para llevar agua a tal o cual molino; otros porque se dejan llevar por la ola, sin detenerse a pensar y evaluar cuándo hay novedades que realmente justifican volver sobre el tema. Otros, porque es barato y sencillo llamar a políticos por teléfono y sumar declaraciones una tras otra, en vez de buscar otras realidades, menos visibles, en torno a las cuales probablemente hay que producir más.
Nosotros
¿Y nosotros? ¿Y Emiliano Cotelo?
Primero, como ustedes saben, yo no le escapo para nada a la autocrítica. Si revisan esta colección de editoriales, sin ir más lejos, van a encontrar numerosos reconocimientos de equivocaciones, distracciones y trabajos hechos a medio camino. Yo brego por un periodismo de calidad y promuevo parámetros muy altos. Pero eso no quiere decir que En Perspectiva, tal cual sale, sea el mejor ejemplo de esos objetivos. Al contrario, soy muy consciente de cuán lejos estamos de lo que nos hemos propuesto.
Segundo: Acá, En Perspectiva, el responsable último soy yo. Desde abril de 2015 el director de este proyecto multimedia es quien les habla, así que acá estoy para poner la cara, con los aciertos pero, sobre todo, con los resbalones.
Tercero: Este programa, desde siempre, navega entre los asuntos de la actualidad corriente y otros que nosotros detectamos y decidimos mostrar. Es algo deliberado. Queremos que nuestro publico tenga en este espacio una aproximación rigurosa a “lo que está en la agenda pública” y, al mismo tiempo, descubra otras realidades que no necesariamente figuran en el tráfico cotidiano de noticias. Bueno, darle forma a ese equilibrio es de los desafíos más complejos que manejamos cada día. Tiene mucho de artesanal y de olfato. Observen que, después de todo, ni siquiera sabemos qué porcentaje de nuestra audiencia es “apasionada de la noticia” y qué porcentaje en realidad tolera aquello a regañadientes y prefiere, más bien, otro tipo de novedades y protagonistas. En cualquier caso, tenemos que satisfacer a ambos grupos.
Cuarto: Es cierto que a veces nos dejamos llevar por microclimas que van cobrando fuerza y parece que se imponen. En algunas ocasiones son microclimas periodísticos, porque la retroalimentación entre los medios existe y no siempre sabemos bajar la pelota al piso ante la primicia o el titular de un colega. Y en otras oportunidades son microclimas políticos, porque los operadores y las fuentes existen y juegan su papeles, nosotros tenemos diálogo con ellos y no siempre los manejamos con la guardia alta.
Quinto: Seguramente en varias ocasiones nos faltó creatividad y/o profundidad. O sea, enfrentados a la obligación de volver a abordar uno de los tópicos estirados, pudimos haber preparado enfoques no trillados hasta entonces y, en particular, debimos haber realizado algunas investigaciones que habrían oxigenado el análisis.
Aprendizajes
Por último, quiero resaltar que ha sido muy rico este debate que ustedes fueron construyendo en Facebook y en nuestro sitio web en torno a último editorial. Salvo dos o tres mensajes prejuiciosos y/o injuriosos, en los demás aparecieron distintas sugerencias y alternativas todas atendibles y constructivas. Algunas, sobre cómo agregar valor si no tenemos más remedio que volver sobre estos temas gastados y reiterativos. Otras, con ideas para salir de los encierros, yendo en busca de otros personajes y proyectos que vale la pena difundir.
La calesita otra vez
Les aseguro que esas contribuciones nos ayudan a pensar y las tendremos muy en cuenta de ahora en adelante.
Y aparentemente vamos a precisarlas ya mismo. Porque, como habrán escuchado, ayer los dos temas volvieron a la pista con nuevas vueltas carnero (*). Y no creo que se apaguen a corto plazo. Más bien, todo lo contrario.
***
Editorial relacionado
En Primera Persona: El periodismo, el deber y el hastío, 04.08.2017
Nota al pie
* En el fin de semana yo quise creer que en uno de ellos las cosas se ordenaban, cuando Uruguay votó el sábado la suspensión de Venezuela en la reunión de cancilleres del Mercosur. La entrevista al ministro Rodolfo Nin Novoa que hicimos el lunes de mañana temprano tuvo mucho de gratificante. Sin embargo, enseguida la calesita empezó a moverse de nuevo, con las protestas de grupos del propio Frente Amplio (FA) y los rechazos del PIT-CNT y la FEUU, y luego, ayer, con los comentarios del presidente Tabaré Vázquez en Búsqueda, cuando transparentó que una de las razones para ese voto fue que si nuestro país se mantenía en la posición anterior corría el riesgo de sufrir represalias comerciales de parte de otros socios del bloque. Yo quedé helado con ese condimento, que le sacó al voto de Uruguay el principismo que parecíamos haber abrazado de una buena vez.
En cuanto al otro asunto, el caso Sendic, al revés: yo no tenía ninguna esperanza de encauzamiento. Y estos días confirmaron mi impresión: va para largo y para mal, y no por maniobras del periodismo o de la prensa. La lista 711 de Sendic emitió espontáneamente un comunicado, que luego desarrolló el diputado Felipe Carballo en varios reportajes. Carballo advirtió que si su líder es sancionado, todo el grupo asumirá el castigo y puso en juego los tres diputados y dos senadores que tienen en el Parlamento. El aviso, que muchos vieron como un “chantaje”, se complementó con la anotación de que ellos podían llegar a poner en la mira la ética de otros nombres del FA que han ocupado cargos de Gobierno. Por último, Carballo volvió a cuestionar al Tribunal de Conducta Política (TCP) por las filtraciones. Casi nada. Y para darle un nuevo giro a la cosa, el presidente Vázquez volvió a referirse a esta situación en sus declaraciones a Búsqueda, con aclaraciones (que no fueron del todo claras) sobre qué hará si Sendic vuelve a mencionar la posibilidad, pero agregando su experiencia de hace pocos años, cuando fue objeto de denuncias y terminó siendo juzgado por el tribunal de ética del Sindicato Médico del Uruguay (SMU). Si ese informe hubiese sido negativo, yo habría renunciado, dijo Vázquez, dando pie a una nueva especulación sobre que, ahora sí, le está soltando la mano a Sendic, pese a que, al mismo tiempo, volvió a denunciar el bullying que estaría padeciendo su vice y recordó que algo parecido le tocó vivir a él. Por último, ya de noche, el senador José Mujica le dio dos nuevas vueltas a la cosa. Reconoció que él accedió al fallo del TCP que hasta ahora se decía estaba guardado en un sobre y adentro de una caja fuerte. Y, por si eso fuera poco, dejó entrever lo que ese informe implica: “Él está preocupado, cascoteado y eso… Pero la vida me enseñó –tengo 82 años, muchachos- que siempre que llovió paro; estas son tormentitas de verano. Cuando te comiste 13-14 años de cana, te mataron a palo, te…..decís, bueno, tá, se banca, no se muere nadie, habrá alguna lágrima, y a empezar de nuevo. En la vida, lo principal no es triunfar; lo principal es volverse a levantar cada vez que uno se cae; volver a empezar.”
***
Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 11.08.2017, hora 08.05