Foto: Armando Sartorotti
En Primera Persona
Por Emiliano Cotelo
Lunes 13.05.2024, 08.10 hs
Hace exactamente una semana estábamos todos conmovidos luego de haber presenciado el espectáculo televisivo de la noche anterior: Paula Díaz admitía que su denuncia del mes de marzo contra Yamandú Orsi había sido un invento, revelaba que la impulsora de aquella acusación había sido Romina Papasso, que además era amiga de ella desde hacía varios años (y no una simple conocida como habían dicho inicialmente); agregaba que Romina además la había preparado y aconsejado sobre cómo debía proceder y qué debía decir en su escrito ante la policía; y no sabía justificar por qué había aceptado jugar ese papel, salvo una vaga referencia a la ilusión de ser famosa y aparecer en los medios. Y al pasar, añadía, como si nada, que también habría sido falsa la denuncia que Romina Papasso presentó hace un año contra Gustavo Penadés, según le había reconocido ella misma, su amiga, que señalaba que en realidad nunca había tenido siquiera relación con el senador herrerista.
O sea, una especie de bomba atómica.
Ustedes escucharon mis comentarios del lunes pasado a esta hora: estaban pautados por la perplejidad y la incomodidad. Entre otras cosas, yo sentía que alguien o algunos nos habían tomado el pelo durante varios meses y habían jugado con nosotros como si fuéramos títeres o algo peor.
Desde entonces hubo varias novedades, en la justicia, en los partidos políticos y en la prensa.
Ahora que pasaron siete días y luego de las notas que realizamos En Perspectiva más las discusiones que se dieron en La tertulia, quiero mencionarles hoy algunas, nada más que algunas, conclusiones que yo he ido sacando.
1) Lo que ocurrió fue muy grave. El precandidato mejor ubicado en las encuestas dentro del Frente Amplio pasó dos meses en el banquillo de los acusados y muy golpeado porque se construyó contra él un señalamiento cargado de maldad y ensañamiento y porque las dos personas que lo lanzaron lograron que ese relato tuviera una amplísima difusión en las redes sociales y también en medios de comunicación tradicionales. La situación era tan delicada para el ex intendente de Canelones que su equipo de abogados debió armar una investigación propia para que no quedaran dudas de su inocencia incluso si fiscalía decidía descartar la denuncia por razones formales, que era una posibilidad. Y de repente, sin que se entendiera muy bien por qué, Paula y Romina decidieron darse vuelta en el aire, desmintieron todo lo que antes habían declarado, dieron entrevistas y hasta se enfrentaron entre ellas.
2) El caso dejó a nuestro sistema democrático en off side y encendió luces amarillas sobre su vulnerabilidad y fragilidad, tan fácil de hackear por una jugada audaz y cruel.
3) Por eso, lo que acaba de pasar debería interpelar a la sociedad uruguaya y provocar reflexiones profundas a varias bandas…
- en la población en general, sobre la frivolidad con la cual muchos uruguayos toman y repiten lo que circula en las redes sociales, sobre todo cuando ese material tiene su buena cuota de morbo y escándalo.
- en la dirigencia política, donde hubo de todo en cuanto a reacciones: varias, como correspondía, de condena firme y solidaridad con la víctima de esta operación; pero también otras en las que se percibió falta de empatía con Orsi y hasta aprovechamiento de la situación. El Partido Nacional expulsó de manera fulminante a Romina Papasso el lunes; eso estuvo muy bien, aunque todo indica que esa medida debió haberse tomado hace meses, cuando iban apareciendo, una tras otra, varias señales inquietantes sobre la conducta de esa militante. Y dentro de la oposición, aunque no fue la nota dominante, hubo voces que salieron a sugerir o directamente atribuir la denuncia falsa contra Orsi a determinados sectores del oficialismo.
- en los medios de comunicación donde suelen propagarse algunos de esos contenidos que circulan en las redes, en particular una denuncia de esta calaña. Tal vez un hecho como este no pueda ignorarse en la prensa, la radio, una web o la televisión. Aceptemos eso. La pregunta es hasta dónde llega el abordaje periodístico, cuánto tiempo o espacio le dedicamos, en qué medida los comunicadores y periodistas tenemos presente aquel principio elemental de que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario, cuán conscientes somos del riesgo de estar siendo utilizados y del daño que podemos provocar volanteando una infamia, cuánto nos dejamos obnubilar por personajes espectaculares y en qué medida cedemos a la tentación del rating (o sus equivalentes en estos tiempos de redes sociales: los clicks y los Me gusta). Nosotros, acá, En Perspectiva, fuimos sobrios y medidos en el seguimiento de la denuncia a Orsi, desde que estalló. De todos modos, lo que acaba de ocurrir nos llevó a revisar una vez más nuestros criterios y nuestros procedimientos.
4) Paula Díaz, quien presentó y firmó el 13 de marzo la denuncia falsa ante la Policía, aceptó el martes en el juzgado su culpabilidad en los delitos de asociación para delinquir, calumnia y simulación de delito, y, en un proceso abreviado, fue condenada a 20 meses de libertad a prueba. Coincido con quienes opinan que la sacó baratísima. ¿Por qué?
- Por la mancha terrible que lanzó sobre Orsi, a quien no sólo lo golpeó políticamente durante algunas semanas sino que además lo hirió en su honor y probablemente llegó a sembrar dudas y angustias entre algunos de sus familiares y amigos; una difamación tan cuidadosamente guionada como la que se estampó en aquella denuncia policial, por más que después se reconozca que fue inventada: siempre alguna sombra deja.
- Porque implicó una burla y una fisura en un proceso electoral nacional, una instancia fundamental del funcionamiento del sistema democrático.
- Por la distracción de esfuerzos a que llevó a la fiscalía y a la justicia, que tienen tantos asuntos importantes que aclarar y muy escasos recursos para trabajar.
5) Dejo al margen, porque es otro tema, el daño que estas dos mujeres trans le hicieron al colectivo LGTB, que arrastra enormes problemas de discriminación y prejuicios, y que ahora quedó expuesto ante la opinión pública a través de dos de sus peores representantes.
6) Volviendo a la condena a Paula Díaz, ¿cómo se explica esta “blandura” de la que termina beneficiándose en la justicia? ¿Tenemos acá una consecuencia negativa del nuevo Código del Proceso Penal, que permite este tipo de acuerdos entre el juez y el delincuente? Esta es otra de las preguntas que queda abierta.
7) Afortunadamente, con Romina Papasso no se llegó a un acuerdo de ese estilo. A instancias de la fiscal a ella, que fue instigadora de la denuncia falsa y además tenía antecedentes penales, se la formalizó por los mismos delitos que a su amiga y se le dispuso prisión domiciliaria por 90 días con tobillera mientras se continúa con la investigación.
8) Digo “afortunadamente” por dos razones.
- Porque espero que, llegado el momento de la sentencia, recaiga sobre ella una pena más severa.
- Porque de este modo, quedando abierto el proceso, la fiscal puede seguir investigando qué más hay detrás de estos dos personajes.
9) A mí me cuesta creer que Paula y Romina hayan estado solas en esa operación, y no soy el único que piensa así luego de haberlas escuchado y de haber conocido lo que dijeron en fiscalía y en la justicia de Ciudad de la Costa. Me alegro de que esto no se haya liquidado con la confesión de ellas dos y su pedido de disculpas a Orsi (que, por otra parte, tiene credibilidad cero). Lo que ha estado y está en juego en este episodio es muy serio. La fiscal, que recibió críticas por su aparente lentitud en el manejo del expediente en las primeras semanas, dice que tiene indicios que la llevan a pensar en una organización más amplia. Todos confiamos ahora en esa indagatoria.
10) ¿Qué tipo de intereses pudo haber detrás de esta operación enchastre? Acá es donde pongo el freno. Yo estoy muy preocupado con algunas de las posibilidades que aparecen sobre la mesa, sobre todo con las menos obvias. Pero no voy a mencionar acá ninguna especulación. Creo que otra de las lecciones de esta experiencia tan dolorosa que acabamos de sufrir es el llamado a la máxima responsabilidad a la hora de manejar públicamente hipótesis, sospechas y acusaciones. Ese principio no tiene nada de nuevo; es elemental y hasta podría tildarse de obvio. Pero en estos tiempos de vértigo, superficialidad, redes sociales y fake news resulta imperioso rescatarlo, destacarlo y cumplir con él a rajatabla. Hay que ser muy cauto y respetuoso cuando se señala con el dedo o se siembra dudas sobre personas o instituciones. Y esta apelación nos abarca a todos: los dirigentes políticos, los referentes, los comunicadores, los periodistas y también el ciudadano común y corriente. No se puede responder a un escrache con otro escrache. O, mejor aún, no se puede responde al enchastre con otro enchastre. Por más bronca que tengamos, respiremos hondo. ¿Quién nos apura? Esperemos a que estén sobre la mesa las pruebas; no nos conformemos con teorías no suficientemente sustentadas, por más atractivas que sean o por más que luzcan favorables a nuestros intereses. Seamos serios. Demos al honor de las personas el valor que le corresponde. Demos el valor que corresponde a la salud de la democracia.
// Por Emiliano Cotelo