Por Susana Mangana ///
La avalancha humana que cruza desesperada de Grecia a los Balcanes se ha convertido en el último desafío para una Europa timorata que reacciona a desgano a la grave crisis de refugiados que hoy golpea a su puerta.
Mientras Merkel se desdice de su arranque impulsivo de ofrecer asilo a casi 800.000 refugiados, Hungría emplea la fuerza bruta contra la muchedumbre agolpada en las vallas fronterizas con Serbia.
Austria despliega a parte de su Ejército a la frontera magiar en un intento inútil por parar el aluvión.
El ex presidente francés Sarkozy, hijo de padre húngaro y madre griega, azuza el discurso de derechas anclado en la criminalización de los inmigrantes e intenta una nueva pirueta semántica al proponer un estatuto del refugiado de guerra y la apertura de centros transitorios de retención.
Alemania fustiga y amenaza a sus socios europeos con sanciones si no aceptan recibir cuotas pre establecidas.
Lo urgente ahora es hacer frente a la crisis, recibir a los refugiados, atender sus necesidades perentorias de techo y comida y prever servicios médicos de primera necesidad, incluidas vacunas.
Sin embargo lo urgente no debe hacer olvidar lo necesario que es parar la guerra en Siria. Buscar una salida al conflicto que sigue provocando la huida de ciudadanos inocentes hacia países de la región y que ahora ante la posibilidad de establecerse en Europa, emprenden la marcha hacia la locomotora alemana.
Entre tanto los traficantes que lucran con la miseria humana se vuelcan a las redes para capturar clientes y no tienen escrúpulos a la hora de engañar y poner en riesgo la vida de estas personas, incluidos niños inocentes.
Viajes en bote, lancha fuera borda, gomón o pasaportes falsos para intentar viajar por avión son algunas de las ofertas que suben a Facebook.
Europa está dividida, vaya novedad, entre aquellos que se solidarizan y exigen respeto y dignidad para los refugiados y aquellos que temen su llegada masiva porque podría alterar el statu quo en Europa, que necesitará reflexionar sobre qué proyecto social y político desea construir a partir de ahora cuando millones de refugiados árabes, musulmanes o, africanos se establezcan en el corazón de Europa. El temor a que los discursos rancios de extrema derecha que siembran el odio aumente la xenofobia y polarice a una sociedad europea ya enfrentada consigo misma, es real.
¿Cuáles son los desafíos a los que se enfrenta Europa? Organizar las cuotas de refugiados para que ninguna nación quede ajena a este drama y se implique en su resolución también es urgente. Como también lo es aprobar un fondo de emergencia para paliar los costos inherentes a recibir y reasentar refugiados; vivienda digna, educación y alfabetización en varios idiomas europeos, atención médica, bolsa de trabajo y un largo etcétera.
Levantar vallas, poner la zancadilla o dispersar a los refugiados con chorros de agua a presión no logrará evitar la llegada de migrantes económicos y refugiados expulsados por conflictos de índole diversa pero casi siempre vinculados a los recursos naturales y el poder.
Seguirán llegando por miles tras el efecto llamada de Alemania y ni siquiera la propuesta de Sarkozy de retirar ayudas económicas y de atención médica a los migrantes logrará que cambien de opinión. Europa se encuentra en un dilema ¿Cómo honrar su compromiso de respeto a los derechos humanos pero evitar a la vez que esta avalancha descontrolada de personas quieran todas residir en su territorio y exigir ayuda económica? ¿Qué modelo de integración cabe implementar?
Europa reacciona cada vez con mayor lentitud a este tipo de crisis aún cuando sabe que acabará pagando los platos rotos. Por otra parte la comunidad internacional no puede responder con tibiezas a este tipo de conflictos por intereses geoeconómicos que terminan desgarrando países y pueblos. Las cifras de desplazados y refugiados son elocuentes, 60 millones según la Agencia Oficial de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Se necesitan soluciones drásticas y compromisos políticos gigantescos, lejos de demagogia e hipocresías nacionalistas. A grandes males grandes remedios…
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Sobre la autora
Susana Mangana, doctora en Estudios Árabes e Islámicos por la Universidad Autónoma de Madrid y MBA por la Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, es docente e investigadora en la Universidad Católica del Uruguay y analista de política internacional en medios nacionales e internacionales.
Foto: Un niño llora mientras la policía impide el paso a inmigrantes en la estación ferroviaria de Keleti en Budapest, Hungría, el 10 de setiembre de 2015. Crédito: Ferenc Isza/AFP Photo.