Editorial

Tan conectados como dispersos

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Por Miguel Pastorino ///

El aumento de prácticas para recuperar la atención, para concentrarse mejor, para combatir la ansiedad, manifiestan una creciente tendencia a la dispersión, a la que sin duda han contribuido los teléfonos móviles y sus aplicaciones que demandan atención constante.

Cualquier interacción superficial e irrelevante se vuelve urgente y cualquiera puede reconfigurar nuestras prioridades en la gestión del tiempo, porque se suele priorizar el mensaje que llega, la “notificación” que aparece, sin demasiada reflexión para postergar lo que en realidad podemos dejar para otro momento.

Una investigación de 2010 publicada en la revista Science (Killignworth-Gilbert), concluye que una mente errante, dispersa, es una mente infeliz. Hay personas que tienen “miedo de perderse algo”, como si cada publicación de sus contactos fuera un acontecimiento épico que al segundo que la veo deja de interesar para pasar a otra y así pierden varias horas al día.

La experiencia cotidiana nos muestra que cualquier tarea realizada con un smartphone en la mano, lleva mucho más tiempo del que nos tomaría si estuviéramos enfocados. La excusa de siempre es que “puedo hacer varias cosas al mismo tiempo y mirar mi teléfono”, pero lo cierto es que muchas dificultades de estudio en adolescentes y jóvenes universitarios se deben a la permanente distracción que les genera “estar hiperconectados”, no desarrollando habilidades de concentración y estudio en profundidad.

En una investigación realizada en 2009 (Stanford) se demostró que el rendimiento de los estudiantes era peor entre quienes se consideraban “multitarea”, porque no son capaces de concentrarse en lo importante y pierden mucho tiempo viendo información irrelevante. Se sienten más rápidos, pero no alcanzan niveles altos de aprendizaje ni profundidad de análisis. Y es que la atención dispersa reduce la creatividad y el rendimiento.

También han aumentado los riesgos de accidentes laborales por la falta de concentración de las personas que están demasiado pendientes de sus redes sociales o de contestar mensajes mientras realizan otra actividad que demanda cierto nivel de concentración, como conducir un vehículo.

La expresión “multitarea” se suele interpretar como la capacidad de hacer varias cosas a la vez, pero investigaciones neurocientíficas demuestran hace años que cuando nos parece que hacemos más de dos cosas a la vez, en realidad lo que hacemos es automatizar algunas tareas (caminar, comer, conducir, correr, etc) mientras nos enfocamos en otra.

Lo que hacemos también es cambiar rápidamente el foco de atención de una cosa a la otra, pero nunca estamos en ambas a la vez. Si se trata de esfuerzos cognitivos, es imposible, porque a todos nos es evidente que no podemos hablar y escribir a la vez un mensaje de texto. Si lo hacemos, es porque detenemos por algunos segundos una de las dos cosas y saltamos de una a la otra en forma intermitente.

La tendencia a perder la capacidad sostenida de la atención va de la mano con el uso temprano de smartphones y tablets en niños, lo cual es un gran desafío para el sistema educativo y la forma de comprender los aprendizajes.

Varias asociaciones de Pediatría en el mundo insisten en que los niños menores de dos años no tengan contacto con pantallas (ni TV, ni teléfonos o tablets), y que sí aumenten las actividades de interacción con las personas (jugar, cantar, leerles). El cerebro de los niños pequeños para su desarrollo necesita la interacción con humanos, no con pantallas.  Recomiendan a su vez, que los niños en edad escolar no tengan más de 2 horas diarias de tecnología y que no tengan televisión o dispositivos en sus dormitorios. Es siempre mejor ver televisión en familia y hablar sobre los contenidos.

Hoy la publicidad tiene mejores herramientas para captar nuestra atención y la batalla por captarnos no tiene pausa, por lo cual es importante desarrollar una conciencia más libre y crítica respecto de los contenidos que consumimos y de la gestión de nuestro tiempo, logrando así una mejor calidad de vida.

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Miguel Pastorino para el espacio Voces en la cuarentena de En Perspectiva

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