Por Mauricio Rabuffetti ///
@maurirabuffetti
Hay pocas ciudades en el mundo que provoquen la misma sensación: la de llegar y sentir que todos los colores que componen a nuestra pequeña humanidad están representados. Llegar a Nueva York es aterrizar en uno de los principales centros de desarrollo cultural que ha conocido la Historia. También es una ciudad en la que cada año se dan cita casi todos los presidentes y jefes de Estado del mundo en la Asamblea General de las Naciones Unidas, lo cual la convierte por unos días en la capital política del mundo.
Si tendrá espíritu esta ciudad, que ni siquiera el peor atentado en lo que va del siglo y del que se cumplieron 15 años la semana pasada pudo con su fuerza. “Si lo puedo lograr en Nueva York, lo puedo lograr donde quiera”, cantaba el legendario Frank Sinatra.
A la ciudad que nunca duerme y que por estos días es centro de todas las miradas del planeta, viajaron el presidente Tabaré Vázquez y el canciller Rodolfo Nin Novoa. Se fueron a buscar la forma de acomodar las cosas con Brasil, sin visitar Brasil. A Nueva York fueron a restablecer un delicado equilibrio entre la necesidad de Uruguay de andar bien con el gobierno de Michel Temer, y la disconformidad manifiesta del Frente Amplio con el resultado de un juicio político que terminó con la presidencia de Dilma Rousseff.
Vázquez y Temer se reunieron en Nueva York. Y la foto estuvo en las tapas de los diarios, para alegría de algunos y desconsuelo de otros.
El resultado oficial del encuentro es que Uruguay seguirá encabezando las tratativas para un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. Es algo que ya se sabía que sería así, incluso antes de que los cancilleres del bloque menos Venezuela lo confirmaran hace pocos días.
Sin embargo para Uruguay, y para el gobierno de Vázquez, incluso para el propio Vázquez, los resultados de esa reunión deben leerse con mayor amplitud.
El gobierno hizo lo que tenía que hacer: buscar una normalización de las relaciones con Brasil luego de que el canciller afirmara que hubo un intento de “comprar” la voluntad de Uruguay en relación a la presidencia del Mercosur, y de aquel comunicado que despertó críticas de todos los bandos, en el que Uruguay calificaba de “profunda injusticia” la destitución de Rousseff y dejaba planear la duda sobre su consideración de ese acto como legítimo, para luego establecer que reconocería al gobierno de Temer. Todo esto con el Frente Amplio declarando que en Brasil se había producido “un golpe parlamentario” y que el gobierno con el que ahora se reúne el presidente era “ilegítimo”.
A Vázquez el encuentro en Nueva York, en un terreno neutral, le vino bien para no sacarse una primera foto con el cuestionado Temer en Brasil. Claro que el “jeitinho” brasileño no se hizo esperar y el nuevo presidente dijo que había invitado a Vázquez a una visita oficial a Brasilia. No fuera cosa que el desplante le saliera gratis a Uruguay.
La pregunta obvia que se harán nuestros oyentes es ¿para qué tanta vuelta si al final pasó lo que tenía que pasar y Vázquez se reunió con Temer? ¿Valía la pena –¿vale la pena?– defender tanto a Venezuela en el Mercosur si al final Uruguay terminó suscribiendo por defecto lo que Brasil pretendía, esto es, que Venezuela sea suspendida del Mercosur por cuestiones formales?
Algunos no leyeron bien el cambio en el equilibrio de fuerzas que se daba en el Mercosur. Y la necesidad de contentar al partido les nubló la vista y tampoco interpretaron lo que ocurría en Brasil, cuando en medio de la suspensión de la presidenta Rousseff, algunos de sus allegados más cercanos la abandonaban porque ya percibían el final de la era del PT.
¿Se justificaba tanto desgaste del gobierno uruguayo internamente y hacia el exterior? La pregunta es retórica.
En todo caso, ahora que vimos la foto de Vázquez y Nin reunidos con Temer y Serra en la “gran manzana”, a muchos nos vuelve a la memoria el viejo Frank, cantando con su voz profunda, inconfundible, aquello de que es posible “un nuevo comienzo, en la vieja New York”.
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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, miércoles 21.09.2016
Sobre el autor
Mauricio Rabuffetti (1975) es periodista y columnista político. Es autor del libro José Mujica. La revolución tranquila, un ensayo publicado en 20 países. Es corresponsal de Agence France-Presse en Uruguay. Sus opiniones vertidas en este espacio son personales y no expresan la posición de los medios con los cuales colabora.