Por Fernanda Boidi ///
Varios medios informaron la semana pasada que Edgardo Novick, excandidato a la Intendencia de Montevideo por el Partido de la Concertación, Edgardo Novick, había comenzado una gira nacional al tiempo de haber inscripto la agrupación “Mejor Juntos” dentro del nuevo partido.
El Partido de la Concertación nació del acuerdo de blancos y colorados en aunar esfuerzos para presentar una alternativa a las candidaturas frenteamplistas a la Intendencia de Montevideo. Su objetivo siempre estuvo claro, y hasta delimitado geográficamente: ganarle al Frente Amplio la Intendencia de la capital. Para el éxito electoral, el tema de las candidaturas resultaba clave: la idea era ofrecer candidatos atractivos para los votantes de los partidos tradicionales –que ya no podrían poner la papeleta de sus amores en la elección departamental– y tal vez algún independiente para apelar a otros votantes. Pero las cosas se complicaron.
Luis Lacalle Pou le bajó el pulgar a Jorge Gandini, quien se venía perfilando como el candidato de peso del Partido Nacional. Ney Castillo renunció a su candidatura impulsada por el Partido Colorado. Ante esta situación finalmente quedaron Alvaro Garcé y Ricardo Rachetti como los candidatos por los partidos Nacional y Colorado, respectivamente. A ellos se sumó Novick, el candidato independiente. En febrero de 2015 los tres fueron proclamados por la convención partidaria.
Novick era la figura nueva. Se presentaba como un empresario exitoso hecho desde abajo en base a esfuerzo y dedicación; ser un outsider era la credencial que mostraba para la gestión eficiente que prometía para Montevideo. De un desconocido para los votantes pasó a ser, para muchos, la figura de la elección capitalina. Su corta carrera hacia la intendencia estuvo marcada por una fuerte presencia en los medios y por una campaña negativa que apuntaba contra la gestión frenteamplista. Tanto así, que su slogan fue “Un cambio de frente” y su plataforma electoral se articulaba en doce puntos de “no más”: no más despilfarro, mugre o corrupción. Todos señalaban carencias de la administración municipal.
En los comicios departamentales de mayo Novick obtuvo más de 200.000 adhesiones; casi la cuarta parte del total de votos emitidos en Montevideo, más del doble de los votos recogidos por el candidato por el Partido Nacional, y trece veces los votos del candidato del Partido Colorado. Nada mal para un recién llegado a la política. Está claro que Novick logró hacer sintonía fina con el descontento de algunos sectores de la población; muchos de los montevideanos estaban disconformes con las cosas que Novick criticaba del gobierno de Ana Olivera.
Para la Concertación, el éxito de Novick tenía cierto gustito a fracaso; el desempeño de los candidatos de los fundadores había sido indiscutiblemente empañado por el del debutante. Y no se había cumplido el objetivo original de derrotar al FA.
Tras las elecciones, Novick se ha mantenido muy activo en los medios de comunicación y en las redes sociales, criticando con dureza al gobierno nacional y al departamental. Otra vez, sus blancos parecen estar en sintonía con lo que las encuestas suelen marcar como las principales preocupaciones de los uruguayos: seguridad, educación, combate a la corrupción. Ahora registró su agrupación dentro de la Concertación, en lo que sugiere ser un movimiento para apropiarse de esta fuerza política para fines muy distintos a aquellos con los que ella nació. Se habla de la proyección nacional que buscaría tener de cara a la carrera presidencial de 2019.
Novick parecer haberse convertido en el Frankenstein de la Concertación: algo que no puede ser controlado por aquél que le dio vida. De concretarse su candidatura presidencial, en lugar de ser el punto de encuentro de los partidos Colorado y Nacional, la Concertación pasaría a ser un competidor directo de éstos.
Al saludar a Mauricio Macri por su triunfo electoral en Argentina Novick tuiteó: “Bienvenido el cambio en Latinoamérica. Bienvenida la gestión” en lo que parece ser un guiño a su propia propuesta. Sin embargo, el paralelismo entre ambos candidatos no va mucho más lejos de su común origen empresario, del énfasis en lo pragmático y de los colores usados en su comunicación.
Macri habrá comenzado como un outsider a la política argentina, pero claramente se adaptó a las reglas; creció en todo el país apoyándose en estructuras partidarias de larga tradición, se armó desde adentro, señaló problemas al tiempo que propuso soluciones, esperó su momento. Ninguna de estas características que, a mi juicio, explican en parte el éxito de Macri parecen estar presente en lo que hemos visto de carrera política de Novick.
La crítica de lo que todos, o de lo que muchos, ven defectuoso puede hacer ganar adhesiones y simpatías, pero no alcanza para sentar las bases de un verdadero movimiento nacional. La crítica dura y constante a autoridades que fueron elegidas por las mayorías en procesos electorales intachables no hace otra cosa que desgastar. Un poco, tal vez, a esas autoridades y a la institucionalidad que ellas representan, pero también al electorado.
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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, jueves 26.11.2015, hora 08.05
Sobre la autora
Fernanda Boidi es doctora en Ciencia Política por la Vanderbilt University, EEUU, directora de Insights Research & Consulting y coordinadora regional para el Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP). Integra de La Mesa de Politólogos de En Perspectiva.