Por Leonardo Costa ///
La semana pasada dos hechos significativos marcaron la historia del movimiento pro derechos civiles de Estados Unidos y seguramente la Presidencia de Barack Obama.
Por un lado, una decisión de la Corte Suprema de Justicia levantó la bandera de la libertad al considerar como constitucional al matrimonio igualitario, dando así por tierra con legislaciones estaduales sólo defendidas por los sectores puritanos y conservadores vinculados al Partido Republicano.
Por el otro, se propuso el retiro de la bandera confederada –símbolo del esclavismo y de sectores racistas americanos- de todos los edificios de los estados del sur ese país, tales como Carolina del Sur, Virginia, Arkansas, entre otros. Y ello como consecuencia directa de la matanza racista en una iglesia de la Charleston ocurrida el 20 de junio pasado a manos de Dylann Roof.
Vamos por partes.
Ambos hechos marcan de manera singular un triunfo para los sectores liberales progresistas de Estados Unidos y ponen en agenda las reformas sociales más que necesarias en un país en donde cada tanto los odios racista y homofóbico le ganan a la racionalidad de una sociedad que debiera ser de avanzada en materia de libertades civiles.
Además, las dos noticias significan para el presidente Obama una victoria cultural histórica sobre los sectores conservadores estadounidenses.
La legalización judicial del matrimonio gay por la Corte Suprema de Justicia llevó a que la fachada de la Casa Blanca estuviera por un día iluminada con los colores del arcoiris, símbolo de la bandera del movimiento LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y transgénero). De esa forma la administración Obama quiso expresar claramente su apoyo a la decisión de la Corte, además de ratificar su opinión favorable al matrimonio igualitario que fuera adelantada por él años atrás.
Claro está que esta victoria no es de Obama, ni de la politica partidaria, sino del movimiento social que nuclea a los grupos de gais y lesbianas quienes lucharon de manera incansable hasta que la Corte Suprema de Justicia hiciera suyo el pensamiento igualitario.
El fallo histórico, adoptado por decisión dividida de los ministros de la Corte por 5 a 4, establece que la Constitución reconoce el derecho de los homosexuales a casarse de igual manera que a los heterosexuales. Con el voto decisivo del juez Kennedy, quien ya había apoyado la legalización del aborto, se señala que “la naturaleza del matrimonio es que, a través de su lazo eterno, dos personas pueden encontrar otras libertades, como la de expresión, intimidad o espiritualidad. Esto es cierto para todos los ciudadanos, independientemente de su orientación sexual".
El caso del retiro de la bandera confederada de los edificios públicos tampoco resulta ser un evento generado por la acción de Obama en forma directa. El hecho se originó –como dijimos- en el asesinato de nueve ciudadanos negros en una iglesia en Charleston. A raíz de esa acción terrible, la gobernadora de Carolina del Sur pidió a los legisladores del Estado que aprobaran el retiro de la bandera, lo que fue secundado por otros varios estados. Incluso, Amazon anunció que no vendería más artículos confederados en su tienda on line.
Obama, consciente del impacto en el imaginario social de la decisión de arriar la bandera confederada, tomó para sí la causa y pronunció un histórico discurso anti racista en el funeral del reverendo asesinado en Charleston.
El presidente de Estados Unidos abrazó ambas causas y las impulsó como parte del legado de su mandato. Estos temas -conjuntamente con el deshielo de las relaciones con Cuba- serán parte de la proyección histórica del gobierno encabezado por Obama, un abogado egresado de Harvard y digno representante del sueño negro americano, quien podrá decir: “no fui un presidente más”.
Pero para los ciudadanos, y en especial para los sectores minoritarios representados por los grupos pro derechos sexuales y los movimientos de libertades civiles, estas dos banderas, una izada y otra arriada, implican un acoiris de libertad hacia un país más libre e igualitario, digno del sueño de los padres fundadores.