Por Leonardo Costa ///
Hace ya una semana que vivimos un gran terremoto informativo proveniente de la investigación de corrupción, fraude, lavado de dinero y evasión fiscal por parte del Gobierno de Estados Unidos sobre el mundo del fútbol, sus dirigentes y la FIFA.
Comenzando con el arresto de varios dirigentes pertenecientes a la CONMEBOL y a la CONCACAF, así como el pedido de captura de empresarios que ostentan derechos de televisación. Siguiendo por la elección de Blatter como Presidente de la FIFA la semana pasada y su posterior renuncia el martes pasado que comentáramos en la mesa de En Perspectiva. Finalizando, por ahora, con la derogación por la Cámara de Diputados de Paraguay de la ley que otorgaba inmunidad en ese país a la CONMEBOL.
Todo ha sido muy rápido y efectivo. Claro, ha actuado el Departamento de Justicia de Estados Unidos, su Fiscal General, el FBI y el IRS, la autoridad fiscal americana. Han fundamentado su competencia para aplicar la jurisdicción americana en el hecho que se han utilizado bancos de ese país, que se han firmado contratos sometidos a sus leyes y que la CONCACAF tiene su sede en Miami. La justicia americana cuando actúa tiene la fuerza adicional proveniente de tratados de cooperación jurídica firmados con casi todos los países del mundo que le asegura la posibilidad real en el cumplimiento de la ley.
Cabe destacar que es la primera vez que un Estado investiga al fútbol sin la posibilidad que la FIFA amenace con desafiliar a su organización local del fútbol, en este caso la Major Soccer League.
El golpe finalmente ha sido casi letal.
Conjuntamente con la fuerza de la justicia, y la gravedad de los delitos que están en juego, especialmente el lavado de activos, han colaborado a la efectividad del procedimiento, los sponsors del fútbol mundial, las grandes marcas que no quieren ver su imagen pegada a una organización opaca según ahora se denuncia. También varios gobiernos que han cooperado con la justicia americana, congelando activos o deteniendo a los acusados algunos prófugos.
No debemos por ultimo olvidarnos de la gente que ama al fútbol como una pasión. Los millones de anónimos futboleros que fin de semana tras fin de semana soñamos con este deporte magnifico convertido hoy en un negocio. Hoy todos estamos avergonzados y exigimos cambios, para seguir soñando con el club de nuestros amores o con la selección de nuestro país.
Todo este combo contribuyó a que en tan solo una semana, la organización del fútbol se viera sacudida al punto tal, que a mi juicio, la FIFA no será la misma que conocimos. Tampoco será igual el negocio del fútbol y el entorno de negocios que lo rodea. En síntesis, nada será como lo conocimos. Sin embargo, la FIFA continuará siendo la entidad rectora del fútbol mundial y regirá–siempre y cuando cambie sus estructuras- un negocio millonario que la convirtió en una multinacional que factura más de 1000 millones de dólares al año.
¿Que deberá hacer el fútbol en general y la FIFA en particular para salvaguardar al negocio del fútbol?
A nuestro juicio, ser transparente en sus negocios fundamentalmente, para que los sponsors continúen aportando los recursos y de esa forma el show continúe. Asimismo, para que los bancos internacionales y la banca corresponsal canalicen las transacciones financieras del fútbol, se deberá demostrar que los negocios son legítimos y que no todo está en un manto de duda. Y por último se deberá permitir que los gobiernos regulen el fútbol, sea incluyéndolo como sujetos obligados al cumplimiento de las leyes anti lavado o sea exigiéndole absoluta transparencia en el manejo y publicidad de sus estados contables.
Vale decir para que la pelota siga rodando, se deberán hacer cambios, comenzando por una nueva dirigencia, cosa que ayudará la renuncia de Blatter, y con un nuevo modelo de negocios basado en la cristalinidad y sobre todo en un nuevo gobierno corporativo del fútbol que rinda cuentas efectivas de su actuar y que nos permita a los que amamos el fútbol seguir soñando que esto es solo por el deporte.