Por Ricardo Pascale ///
Pedro Figari dijo, hace más de 100 años, que la educación debía “despertar y desarrollar las facultades de inventiva del alumno”.
Días atrás compartía con colegas la preocupación sobre si nuestra educación estaba agregando el valor y enseñando las habilidades que más importan para el mundo de hoy y del futuro.
Las ideas de Figari nos venían a la mente. ¿Nuestros jóvenes se forman innovadores? El pensamiento de Figari parece de un país adentrado en la Economía del Conocimiento en 2019|. Y más se patentiza su talento y visión cuando agrega: “de los bancos de la escuela primaria debe despertarse el ingenio y la industriosidad del educando: esa es la gran fuerza creadora que ha de conquistar nuestra mayor eficacia”.
Nuestra preocupación surgía puesto esto es delicado en tiempos en que cada vez más no existe un trabajo con un salario alto o una cualificación media. Estamos en un mundo donde solo hay un trabajo bien remunerado y altamente calificado, al tiempo que los trabajos de clase media están bajando muy rápido. Es decir, uno requiere mucha habilidad y el otro puede ser realizado por muchas personas o está siendo obsoleto, más rápido que nunca.
Varios factores son claves para eliminar esa brecha, para empezar, el conocimiento como tarea para toda la vida. Al decir de Figari, la educación “no es como un paréntesis en la vida, sino como la vida misma conducida por un modo ideal”. Sin embargo, el conocimiento hoy está disponible en Internet. Es de fácil acceso. Pero el punto está en que lo que se sabe importa mucho menos de lo que se puede hacer con lo que sabe. La capacidad de innovar, la capacidad de resolver problemas de manera creativa, y las habilidades como el pensamiento crítico, la comunicación y la colaboración son tan importantes como el conocimiento académico.
Mi generación tuvo menos problemas en este sentido. Teníamos que "encontrar" un trabajo. Pero, hoy más que nunca, nuestros hijos y nietos tendrán que "inventar" un trabajo. Mas aún, incluso tendrán que reinventar y rediseñar ese trabajo, mucho más a menudo que sus padres si quieren prosperar.
Pero además de conocimiento y destrezas, se necesitará motivación. O sea, se necesita El Elemento que tan bien trata Sir Ken Robinson en su estupendo libro del mismo nombre. La motivación es crítica. Los jóvenes motivados intrínsecamente (curiosos, persistentes y dispuestos a asumir riesgos) aprenderán continuamente nuevos conocimientos y habilidades.
Entonces, ¿cuál debería ser el foco de la educación hoy?
Enseñamos muchas cosas que la mayoría de los estudiantes no tienen interés y que quizás nunca necesitarán. También enseñamos hechos que se pueden buscar en Google. Todas estas cosas los estudiantes las olvidarán tan pronto aprueben el examen.
Hace más de un siglo "reinventamos" la escuela de una sola habitación y creamos escuelas tipo fábrica para la economía industrial.
Hoy debemos reimaginar las escuelas para el siglo XXI, y eso es prioritario. Necesitamos centrarnos más en enseñar la habilidad y la voluntad de aprender y hacer una diferencia, y traer al aula tres ingredientes poderosos de la motivación intrínseca, que son: el juego, la pasión y el propósito.
Finlandia lo hace bien. Es una de las economías más innovadoras del mundo y es un país donde los estudiantes terminan secundaria preparados para la innovación. Aprenden conceptos y creatividad más que hechos.
La educación tiene que hacer ese cambio. Esto es, preparar a los niños y jóvenes a poder inventar su trabajo, pudiendo innovar y así crear valor para ellos y para el país. El tiempo de encontrarlo ha perdido vigencia en la actualidad.
Figari pensó e impulsó ese cambio, aunque sus ideas no llegaron a aplicarse. Su plan era “demasiado avanzado” según las autoridades de entonces. ¡Qué oportunidad nos perdimos hace cien años!
Fernando Savater dice, “la educación es el único mecanismo de revolución pacífica que hay”.
Hagamos pronto pues, esa revolución para prosperar sostenidamente.
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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, lunes 24.06.2019
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