Editorial

¿Cómo financiar la remodelación del Estadio Centenario?

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Por Ricardo Lombardo ///

El sábado 18 de julio, al celebrarse los 90 años de la inauguración del Estadio Centenario, se oficializó el Plan 2030 que busca su remodelación, al ser presentado a las autoridades nacionales, municipales y del fútbol.

Algunos se preguntan: ¿cómo se financiará esa inversión tan ambiciosa que puede llegar a algunos cientos de millones de dólares?

Hemos sido muy claros en cada manifestación pública en que nos referimos al tema en que sería absurdo esperar contar con fondos del Estado, de la comuna montevideana, o del propio fútbol, no solamente ahora que la pandemia está produciendo estragos en las economías nacionales e individuales, sino porque no tendría sentido pretender que la conservación de este monumento se antepusiera a gastos mucho más prioritarios del sector público.

¿Cómo hacemos entonces, sin plata, para asumir tamaño desafío?

Mucha gente cree que la toma de decisiones de inversión es una especie de juego suma 0, donde si no hay plata para una cosa, no puede haberla para otra.

Pero la realidad no es tan simple cuando se trata de evaluar un proyecto y su financiamiento.

Si bien cada peso vale lo mismo de una u otra manera, no es igual el impacto que produce su utilización, dada la repercusión social, los intereses que afecta, los tiempos de maduración y el apalancamiento que encuentre en cada caso.

Pondré un ejemplo de mi experiencia personal para ser más explícito de cómo, cuando no hay plata para invertir, hay que ingeniárselas para crear nuevos mecanismos para obtener los recursos necesarios.

En 1995 el entonces Presidente de la República me propuso que asumiera como titular de Antel. El organismo venía de ser objeto de una fuerte discusión pública cuando se lo quiso privatizar en el plebiscito de 1993. El nuevo gobierno dispondría de 100 millones de dólares anuales para invertir, pero para evitar la obsolescencia de los equipos, o sea para mantener las cosas como estaban, se debía contar al menos con 70 millones de dólares al año. Esos números eran la garantía de un fracaso en la gestión, por lo que no acepté el ofrecimiento en principio.

Después pudo convencérseme apelando a mi responsabilidad y amor propio.

Encarar una empresa de alta tecnología en un momento en que las cosas se aceleraban tan vertiginosamente, sin fondos para invertir, era temerario. Eso nos obligó a buscar mecanismos de financiamiento excepcionales. Había una gran demanda por teléfonos, que la empresa del Estado no podía satisfacer. O sea, existía un potencial de ingresos extraordinario si se lograba instalar esas a conexiones. Así que le propusimos a los proveedores privados que se presentaran a una licitación donde adquiriríamos esos equipos, pero los pagaríamos con el ingreso que los mismos fueran generando. Además, interesamos a las instituciones bancarias para que se instrumentara un mecanismo de leasing que hiciera posible esa iniciativa.

Todos aceptaron. El resultado fue que, en un año y medio, Antel instaló un número de teléfonos similar al que había colocado en el resto de su historia. Se terminó con la demanda insatisfecha y se puso al día la tecnología completando la digitalización de la red.

Del mismo estilo, aunque con otros instrumentos, han sido los acuerdos público-privados operados en otros ámbitos de inversión como las carreteras, en que el Estado no tiene recursos suficientes para mantenerlas en las condiciones necesarias y le realiza una concesión a una empresa privada que hace la inversión y luego, por un tiempo determinado, cobra los peajes a los efectos de recuperarla y generar la ganancia por la utilización de su capital.

Algo de esto es lo que pretende el Plan 2030: involucrar a los privados para que ellos realicen las inversiones y sean socios de CAFO en el desarrollo de las diversas actividades o áreas de negocio en el Estadio Centenario.

El Museo del Fútbol será tercerizado buscando especialistas en museología que lo exploten y lo transformen en una experiencia inolvidable. El local de concentración se convertirá en un hotel temático que será explotado por privados. Se llamará a interesados también para coworking, restaurantes, comercios y áreas culturales.

La actividad de espectáculos, será también tercerizada buscando que se realicen inversiones en una de las tribunas para que cuente con las instalaciones permanentes: escenario, sonido e iluminación con las más altas tecnologías.

Y con las tribunas dedicadas al fútbol se procurará también la participación de los privados haciéndose cargo de ellas, su remodelación y mantenimiento dentro de una estructura arquitectónica común.

El Estadio Centenario deberá reinventar su modelo de negocios. De un escenario de fútbol donde se realicen otras cosas, deberá pasar a ser un centro de servicios sociales y culturales para la comunidad, donde además se juegue fútbol.

Para esa reinvención, confiamos mucho en la iniciativa, creatividad y riesgo a cargo de los emprendedores privados que aporten los capitales y la energía necesaria para esta transformación.

 

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Ricardo Lombardo para el espacio Voces en la cuarentena de En Perspectiva

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Ricardo Lombardo (1953) es contador Público, licenciado en Administración, periodista y político.

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En la foto:
Estadio Centenario, Montevideo. Crédito: Ricardo Antúnez, adhocFotos.

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