
Foto: En Perspectiva
El fallecimiento de José Mujica, ocurrido este martes, marca el cierre de un ciclo histórico que trasciende largamente a la política uruguaya.
Para ayudarnos a comprender qué representó y representa hoy su figura para la historia nacional y cuál es su legado político, conversamos En Perspectiva con el politólogo e historiador Gerardo Caetano.
Exguerrillero tupamaro, encarcelado antes del golpe de estado y después rehén de la dictadura durante 12 años, emergió a partir de la vuelta de la democracia como un referente ineludible de la política nacional.
Llegó al Parlamento en 1995, después de ser electo diputado. Cinco años más tarde accedió al Senado y en el período siguiente fue ministro mientras construía un liderazgo que en 2015 lo convertiría en Presidente de la Republica.
Porque la política no es un negocio. La política es una pasión que se tiene o no se tiene. Acá no venimos por lo que vamos a ganar o por lo que nos van a dar. Venimos porque estamos convencidos del punto de vista social. ¿Por qué? Porque el homo sapiens es un animal político. No puede vivir en soledad. Es su característica antropológica. No deja se ser individuo, pero necesita la existencia de la sociedad. Eso genera conflictos y ese es el papel, amortiguar los conflictos, que tienen la política”.
Amante del trabajo de la tierra, un “campesino” ilustrado, como se definía él mismo, Mujica fue bastante más que un presidente y un símbolo del Frente Amplio: fue una figura política y social de primera línea de las últimas tres décadas, que alcanzó, además, dimensiones globales.
Arrastrado por ese impulso, el profesor Yamandú Orsi fue electo presidente en los comicios del año pasado mientras su sector, el Movimiento de Participación Popular (MPP), se consolidaba como la fuerza preponderante del Frente Amplio, donde ya era la fuerza más votada desde 2004.