Entrevistas

Almagro: Cuba merece una "reparación histórica" y un "mea culpa" de la OEA

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En entrevista con En Perspectiva, el ex canciller Luis Almagro repasó algunos de los retos que enfrenta como nuevo secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Destacó las “fortalezas específicas” de la organización en comparación con otros organismos regionales y dijo que la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos deben tener “parámetros más estandarizados respecto a los temas a abordar”.

EN PERSPECTIVA
Miércoles 27.5.15, hora 8.13.

“Nos toca darle a la OEA cada vez más realismo. Y hacer todo lo mejor posible. Aquello que nadie puede articular mejor que esta organización. Un diálogo político con resultados tangibles en áreas claves para la democracia, los derechos humanos, la seguridad y el desarrollo integral de las Américas. No vengo para administrar ninguna crisis.”

EMILIANO COTELO:

Así definía el excanciller Luis Almagro su misión como secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), cargo que asumió ayer iniciando una gestión de cinco años.

Almagro fue votado por 33 de los 34 países miembros el 18 de marzo pasado en una asamblea general extraordinaria. Su discurso ese día giró en torno a la necesidad de recuperar el prestigio perdido por la OEA. Es que diversos analistas y líderes regionales han cuestionado la pérdida de legitimidad de este bloque fundado en 1948 frente al protagonismo que han asumido otras alianzas como la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) o la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños).

¿Qué desafíos se plantea?

Vamos a conversar con el propio Luis Almagro, ubicado en Washington.

La OEA ha sido muy cuestionada últimamente por sus propios miembros, ha perdido prestigio e incluso está en dificultades financieras. ¿Qué sentimientos tiene usted? ¿Siente que agarra un fierro caliente, un cargo que nadie quiere asumir?

LUIS ALMAGRO:
No. Al contrario, la OEA sigue siendo un instrumento fundamental de las Américas; prácticamente todas las obligaciones jurídicas que tienen que ver con democracia, derechos humanos e incluso temas de seguridad y de cooperación surgen de convenciones interamericanas. Esas convenciones interamericanas y la formación del sistema interamericano es una de las grandes fortalezas de las Américas. Por lo tanto la OEA tiene mucho que hacer todavía y creo que puede potenciarse para lograr mejores resultados incluso. Vamos hacia un plan de trabajo que hemos presentado a los estados miembros y puesto a discusión durante los nueve meses de campaña y durante estos meses de transición para ajustar algunas de las variables que tienen que ver con la gestión, pero sobre todo con la presencia política de la organización en la región.

EC – Le preguntaba si sentía que tomaba un cargo que nadie quería asumir; casualmente usted fue el único candidato que se presentó para el cargo de secretario general. ¿Cómo se entiende eso?

LA – No, para nada. Hubo otros dos candidatos, que abandonaron por el camino. Hubo una candidatura de América Central y otra de Perú, que no lograron plasmar los números de apoyo que venía logrando nuestra candidatura. Eso fue fortaleciendo aún más un consenso que era necesario para que la organización volviera a tener un liderazgo importante, una relevancia más fuerte a la hora de trabajar estos temas que son cruciales en la región.

EC – Usted ya adelantó que no aspirará a la reelección. ¿Por qué hizo esa aclaración?

LA – Primero, por un principio filosófico personal. No creo que sea bueno reiterarse en la gestión. Creemos que es bueno que la organización misma se renueve, y lo haga cada cinco años. Probablemente uno de los problemas que tuvo la región es que venía de períodos muy largos de anteriores secretarios generales. Eso hace que, sin perjuicio de los esfuerzos que se pongan, se tienda a repetir las soluciones y los planteos. Creo que amerita que posteriormente venga otro y renueve los parámetros de acción de la OEA.

Además creemos en la regionalización, y creemos que después de varios secretarios generales sudamericanos en el cargo es importante que haya un centroamericano, alguien del Caribe en el próximo turno. Eso también le va a dar otras capacidades a la organización.

EC – Todo indica que la OEA profundizó su crisis en estos últimos 10 años, mientras estuvo al frente el chileno José Miguel Insulza. Varios analistas hacen notar que otros organismos como la Unasur y la Celac son las primeras fuentes de consulta ante situaciones de conflicto. ¿Cómo ve ese contexto?

LA – Creo que José Miguel Insulza hizo un muy buen trabajo, le dio a la OEA un nuevo posicionamiento hemisférico y logró acuerdos muy importantes para la organización, desde la Carta Democrática hasta el informe sobre drogas que realizara en el último año o incluso la aprobación de la nueva visión estratégica de la organización. Esa gestión y esos nuevos niveles de confianza que generó José Miguel obviamente tienen que ser trabajados, profundizados para lograr todavía mejores resultados. Pero están ahí, hay documentos que avalan que el trabajo de la organización es permanente y que sus capacidades para integrar a los países del hemisferio en obligaciones jurídicas y en proyección política son todavía muy relevantes.

Incluso a veces algunos países critican a la OEA de una manera muy fuerte, pero esos países vienen a la OEA cuando hay que hacer planteos políticos fuertes. Sea Argentina por el tema de los fondos buitres o Ecuador por el caso Assange o Venezuela para explicar el funcionamiento de sus variables democráticas. Todos esos países recurren a la OEA para fortalecer el diálogo político dentro del hemisferio y para explicar sus cosas. Eso hace que sea muy relevante. Una organización que ocupa tantos titulares como la OEA definitivamente no está fuera del esquema de discusión política regional.

EC – Avanzando un poco más con respecto a lo que decía recién, quiero preguntarle lo elemental, algo quizás demasiado obvio para usted, pero no para los oyentes: ¿para qué sirve la OEA?

LA – La OEA tiene en sí unas fortalezas específicas a las que hacíamos referencia en nuestra presentación de ayer. Es un instrumento fundamental de protección internacional de los derechos humanos. El sistema interamericano, el funcionamiento de la Comisión, el trabajo de la Secretaría General en la promoción y apoyo al trabajo hacen que este primer instrumento de protección internacional de los derechos humanos tenga aún hoy una fuerza muy grande, tenga la más plena vigencia.

La OEA también es un instrumento esencial de protección de la democracia en el continente. La Carta Democrática de la organización da la base de trabajo, pero también la posibilidad de reunirnos permanentemente a partir del Consejo Permanente nos da instrumentos para ir resolviendo problemas circunstanciales que se plantean dentro de los países.

Es un instrumento esencial de desarrollo. Tenemos la principal economía del mundo, el país más desarrollado tecnológicamente. Eso nos da posibilidades de triangular y de absorber cooperación con variables que no pueden resolver las demás organizaciones que no cuentan con miembros como Estados Unidos y Canadá.

Nos da la posibilidad de diálogo estratégico permanente con Estados Unidos a partir de las reuniones que se realizan en el Consejo Permanente; por el hecho de tener a Estados Unidos y Canadá todo el tiempo sentados ahí con nosotros para hacer los planteos que hacen a la región es un instrumento insoslayable y fundamental para todos nuestros países.

Las elaboraciones que hemos hecho en temas como migración o seguridad multidimensional son asuntos que la OEA ha abordado con mucha disciplina y mucho rigor científico. El mismo informe de drogas que señalaba hoy se transforma en un instrumento dinamizador de nuevas políticas dentro de la región.

Así que la OEA tiene muchos ámbitos de acción, todos ellos en paralelo y todos con un protagonismo muy fuerte.

EC – Usted habló de darle un “empujón de realismo” a la OEA. ¿De qué se trata? ¿Hay que concluir que ha perdido vínculo con la realidad?

LA – No, cuando decimos un “empujón de realismo” es que queremos que esté prácticamente involucrada en cada uno de los temas regionales. Tiene que bajar al terreno, tiene que ser una presencia todavía más fuerte en el ámbito social, en la conexión con la sociedad civil, pero también con cada ciudadano de las Américas. Cada ciudadano de las Américas hoy sabe que está el Sistema Interamericano de Derechos Humanos para proteger sus derechos. Creemos que también se pueden hacer otros programas y proyectos para acercar soluciones a la gente.

Hay uno que es un proyecto emblemático muy fuerte de la organización, un programa de facilitadores de justicia, que ha tenido un impacto muy fuerte con más de 10.000 personas voluntarias trabajando para mejor explicar y posibilitar que la ciudadanía acceda a la justicia para resolver sus temas, algo esencial en los funcionamientos democráticos. Y este proyecto es algo que se trabaja en el terreno, especialmente en América Central, pero también ya tiene su acción en algunos países de América del Sur. Es esa cercanía con la gente lo que queremos de la organización en el futuro para este y otros temas.

EC – Usted también dijo que quiere que la OEA sea la referencia política inmediata en el continente para resolver problemas y no para radicalizar conflictos. Entonces, de vuelta, ¿qué ventajas ofrece la OEA con respecto a la Unasur y el Celac en este sentido de resolver problemas y situaciones conflictivas?

LA – La ventaja que tiene es el entramado jurídico interamericano, que da bases ciertas de negociación y de discusión entre los países. Esto es un instrumento insoslayable.

Otro tema es que integra todos los países de las Américas. Hoy todavía está ausente Cuba, pero con su suspensión levantada desde el año 2009, con lo cual esperamos encontrar el camino para resolver esa situación. Esa integralidad de participación de todos los países hace que las soluciones sean más definitivas y que se puedan implementar de una manera más eficaz. Especialmente la OEA también tiene órganos específicos para abordar estos temas, sean temas de democracia, de derechos humanos, de funcionamiento del sistema o de fortalecimiento institucional. Eso también le da una fortaleza específica.

Creo que no es un tema de competencia ni con Unasur ni con Celac, ni con SICA ni con CARICOM, ni con la Alianza del Pacífico ni con el Mercosur. La OEA tiene sus especificidades y cosas que la hacen única, eso es lo que debemos aprovechar para lograr soluciones cada vez más fuertes e integradoras de todo el hemisferio. Es la única organización que integra todos los países del continente, esa es la riqueza esencial que tiene.

EC – También indicó que la OEA debe dejar atrás su funcionamiento de la guerra fría para pasar a ser la OEA del siglo XXI. ¿A qué se refiere?

LA – Tenemos todavía resabios de la guerra fría. La exclusión de Cuba es un resabio de la guerra fría, algo que tenemos que dejar atrás definitivamente. No podemos estar anquilosados en algo que terminó a fines de los 80, comienzos de los 90. Tenemos que dar un paso adelante con una nueva visión estratégica que aborde los temas continentales esenciales, las cosas que le hacen falta a nuestra gente. Resolver los temas de desigualdad, de seguridad, las migraciones, el tema del narcotráfico. Son cosas que tenemos que abordar, no seguir pensando en un juego diplomático con una lógica de otros tiempos.

EC – Hablando de esos tiempos, Fidel Castro llamó a la OEA el “ministerio yanqui para las colonias”. Teniendo en cuenta su pertenencia al MPP en Uruguay, ¿cómo se siente asumiendo en un organismo que la izquierda históricamente ha vinculado con el intervencionismo de Estados Unidos en toda esta región?

LA – Lo señalamos en nuestro plan de trabajo. Hay una OEA de los 70 y los 80, hay una OEA de los 60 también, con decisiones muy equivocadas y posicionamientos políticos que verdaderamente hirieron muy fuerte a algunos países de América Latina, que golpeó muy fuerte en nuestras dignidades como latinoamericanos. Hubo un período en los 70 en que buena parte de los representantes en el Consejo Permanente eran representantes de dictaduras, esa fue una lógica que tuvo la organización. Pero, como decía, creo que José Miguel Insulza dio un paso muy fuerte en cuanto a reposicionar la OEA con mucha más dignidad y mucha más ecuanimidad en los temas políticos del continente, con una nueva capacidad de diálogo y de presencia en la región. Ese es un trabajo que amerita ser continuado, que nos deja absolutamente tranquilos en cuanto a poder hacer desde la OEA una nueva dimensión política cada vez más fuerte y cada vez más funcional a intereses específicos que tenemos para nuestros proyectos.

EC – Y en cuanto a Cuba en particular, ese país permanece fuera de la OEA desde 1962, cuando fue expulsado. Luego se aprobó su reingreso pero no quiere incorporarse. ¿Cómo va a manejar esa situación?

LA – Hay un nuevo contexto, que es el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba. No hay que apurar ni soltar esto, tenemos que elaborar una agenda de trabajo con Cuba. Si esa agenda de trabajo va dando los resultados que esperamos que dé y los entendimientos necesarios para que restablezca su confianza en la organización, entonces encontraremos el camino para su regreso.

EC – ¿Cuáles son los puntos sensibles en esa agenda?

LA – Los puntos sensibles los vamos a tener que hablar con Cuba en su momento. En estos casos, en estas negociaciones que tienen tantas sensibilidades no me gusta hacer adelantos. Pero sí, vamos a tener que abordar esa agenda en función de una visión de reparación histórica y de adecuar los intereses y las obligaciones jurídicas que tienen los miembros respecto a la organización para Cuba. Eso pasa con cualquier país que ingresa o reingresa a una organización, el que quiere ingresar al Mercosur tiene que absorber un sinnúmero de normativas que los países han ido elaborando, o para ingresar a la Unión Europea. En este caso con Cuba desde los 60 hasta ahora ha habido muchísima normativa de convenciones interamericanas de las que Cuba no forma parte, ha venido creciendo en paralelo enganchada en otras lógicas de trabajo y de crecimiento. Esa absorción de la normativa interamericana va a ser el tema de conversación.

EC – Habló también de una lógica de reparación. ¿Qué quiere decir?

LA – Una reparación histórica. Tenemos que empezar por un mea culpa de la organización en cuanto a la suspensión de Cuba en su momento. Eso es muy claro, es algo que hirió y hiere todavía muchas sensibilidades. Hiere mi sensibilidad hoy saber que Cuba fue expulsada de esta organización. Obviamente eso requiere comenzar los trabajos sobre esta base.

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EC – El excanciller Luis Almagro se transformó ayer en el segundo uruguayo que ocupa el cargo de secretario general de la Organización de Estados Americanos después del doctor José Antonio Mora Otero, que se desempeñó en esa posición entre 1956 y 1968.

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EC – Entre los artículos publicados sobre su nombramiento, en un nota de El País de Madrid leía lo siguiente:

“En una OEA debilitada en lo político y lo económico, el sistema de derechos humanos y las misiones de observación electoral se mantienen como los pilares con mayor reconocimiento internacional y que históricamente han dado prestigio a la institución. No obstante, el sistema ha vivido en los últimos años importantes rupturas: Venezuela abandonó la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 2012 y Ecuador no acude a las sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”.

¿Qué piensa hacer con respecto a estos problemas en estas instituciones importantes de la OEA?

LA – Establecer el diálogo del secretario general con la Comisión, darle a la Comisión mayor fortaleza, autonomía e independencia técnica para un mejor ejercicio de su función. Tenemos que potenciar recursos nuevos y adicionales para la Comisión. Tenemos que lograr que tenga cada vez mejores condiciones de eficiencia, porque a veces el problema principal ha sido la demora en resolver determinados casos, así como en otros la premura para resolver. Tiene que tener parámetros más estandarizados respecto a los temas y fortaleza técnica. Ese es el trabajo fundamental.

EC – Pero estamos hablando de cuestionamientos políticos de los dos países que mencioné, Venezuela y Ecuador.

LA – Sí, a veces los cuestionamientos tienen que ver con la forma o el abordaje de los asuntos en esos países, sobre todo teniendo en cuenta las perspectivas y visiones históricas. Para nosotros es fundamental la permanencia de los dos países en el sistema. Venezuela ha continuado los trabajos en la Comisión, creemos que es importante su regreso a la Corte. Como es importante el trabajo de Ecuador en la Comisión. Hemos venido trabajando mucho con Ecuador en lograr condiciones de universalización, incluso en instancias de años anteriores. Para nosotros ese país tiene muchas cosas para mostrar en cuanto a derechos económicos, sociales y culturales, algunos de los temas que se plantean o que causan resquemor no están lejos de ser resueltos.

EC – ¿Cuáles, por ejemplo?

LA – Es de público conocimiento el enfrentamiento que hubo entre Ecuador y la anterior relatora de Libertad de Expresión. Esperamos que a partir de las instancias de diálogo que ha ido implementando Edison Lanza como nuevo relator alcancemos soluciones que permitan un acercamiento de Ecuador al sistema y el fortalecimiento del trabajo.

Creemos que hay que sistematizar también las relatorías. Hay una propuesta muy buena de Pablo Vannucci en cuanto a la creación de una relatoría para derechos económicos y sociales. Esto es un paso importantísimo, porque las relatorías hasta ahora se han venido agregando en función de intereses específicos, pero ha faltado una sistematización que permita un mejor abordaje de los temas.

Es muy importante la participación en la Corte. El sistema interamericano es el último instrumento que tienen todos los ciudadanos de las Américas para lograr una efectiva protección de los derechos humanos. Ese instrumento tiene que funcionar muy bien, estar muy bien aceitado y muy bien sistematizado para lograr estos objetivos.

EC – ¿Todos los países integrantes de la OEA se someten al juicio de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos?

LA – Para empezar, Estados Unido no acepta que sus funcionarios sean juzgados por ningún tribunal internacional.

EC – A eso iba mi pregunta. ¿Cómo se va a manejar esa situación? ¿Hasta cuándo va a mantenerse?

LA – Varios países del Caribe tienen el tema de que como su sistema jurídico es diferente, el Common Law, no tienen posibilidades de aceptar las obligaciones que les imponen la Convención y la participación en la Corte. Entonces el trabajo de universalización tiene que ser a mediano y largo plazo y de interacción recíproca, con la posibilidad de que los países que tienen como sistema el Common Law no tengan objeciones jurídicas a su integración a la Convención. Ese es uno de los objetivos, lograr una mayor participación de los países del Caribe en los trabajos de la Comisión, alcanzar a partir de este intercambio, que obviamente va a ser enriquecedor para el sistema interamericano, un mejor entendimiento mutuo que permita lograr las soluciones jurídicas para llegar a la universalización. Este es un objetivo fundamental que nos hemos planteado en la organización, esperamos que vaya dando resultados paulatinos que permitan esas soluciones.

EC – Hablemos de Venezuela. A comienzos del mes de abril, aquí en En Perspectiva el canciller Rodolfo Nin Novoa dijo que veía “con mucha preocupación” algunos acontecimientos que sucedían en Venezuela “que no se condicen con la excelencia democrática”. Dijo además que “en Uruguay sería impensable que un día un gobierno se llevara a un intendente de su despacho con fuerzas policiales, derrumbándole la puerta y a los empujones”. Incluso llegó a comparar algunas situaciones con las que se vivieron en la dictadura en nuestro país. ¿Cómo vio aquellos dichos? ¿Cómo se planta la OEA bajo su secretaría general ante la situación interna de Venezuela?

LA – La OEA tiene los instrumentos jurídicos para abordar esos y otros temas. Venezuela sigue haciendo trabajos con la Comisión, y obviamente la Comisión aborda y discute estos temas que usted ha planteado. Se reciben las denuncias y se procesan. Los trabajos en la Comisión tienen también un contenido jurisdiccional, y eso es darle independencia técnica. Que yo prejuzgue sobre una situación como esa no amerita, tenemos los instrumentos, la OEA tiene los instrumentos para abordar esos temas.

Eso pasa para Venezuela o puede pasar para Estados Unidos. Estados Unidos es el país más visitado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, porque también tiene muchos temas que abordar y que resolver. La Comisión tiene funciones jurisdiccionales a partir de las cuales aborda y resuelve estos temas sin que tengan que llegar a la Corte, porque, como dije, Estados Unidos no tiene la posibilidad de ver a sus funcionarios juzgados.

Lo importante en todos estos casos es tener una agenda positiva y de diálogo. La agenda positiva y de diálogo es la que puede brindar las soluciones, lograr que los problemas se resuelvan y se den las satisfacciones correspondientes. Ese es el punto y esas son las líneas de trabajo que tiene que llevar adelante la organización, con el más pleno rigor, el más pleno rigor jurídico, el más pleno rigor científico en la defensa de los derechos humanos, sin ningún agujero, sin ningún gap y sin ningún prejuzgamiento.

EC – En marzo, hablando en un comité del Frente Amplio, el embajador de Venezuela en Uruguay, Julio Chirino, comentó que su llegada a la Secretaría General de la OEA era parte de la misma estrategia hegemónica que Estados Unidos siempre tuvo en la región. Dijo: “Para mí Almagro es una estrategia de los Estados Unidos y una oportunidad de los países que somos contrahegemónicos”. ¿Cómo observó ese análisis?

LA – Recibí después una carta de Julio sobre ese particular. No hacía falta la carta, sé muy bien los posicionamientos que ha tenido Venezuela respecto a mi candidatura, cómo se fueron dando las condiciones para en definitiva darle el apoyo. Venezuela es un país muy consciente a partir de su gobierno de los posicionamientos que he tenido personalmente en diversos temas de democracia y derechos humanos. Por tanto ellos ven una oportunidad en la objetividad que puedo tener y dar al respecto. No amerita mucho más análisis que ese.

Lo de instrumento de los intereses hegemónicos de Estados Unidos es algo que el propio Julio desmintió después, y para mí es de esas cosas que me pueden decir veinte mil veces que voy a estar con la conciencia plenamente tranquila en cuanto al camino que estoy recorriendo, la integridad de mis convicciones y la dignidad política con que debo enfrentar estos temas.

EC – ¿Hasta qué punto la influencia de Estados Unidos en la OEA ha disminuido?

LA – Estados Unidos es un país absolutamente importante en la OEA. Todos los países que integran la OEA son importantes, pero Estados Unidos tiene un peso específico desde el punto de vista político porque es la primera potencia del mundo, desde el punto de vista del desarrollo porque es el país más desarrollado del mundo y desde el punto de vista presupuestal de la OEA porque tiene la mayor parte del presupuesto de la organización. Entonces cuanto más queremos a la OEA, más fuerte queremos a Estados Unidos dentro de la OEA. El problema sería que Estados Unidos no le diera corte a la OEA. Pero vimos la presencia ayer de funcionarios del Departamento de Estado en la reunión y después en la recepción, verdaderamente todavía hay una prioridad para la OEA en función de que es el único club regional al que pertenece. Eso le da a la OEA también un peso específico, y a los países que quieran tener un diálogo político estratégico, hacer planteos muy críticos o de cualquier tipo a Estados Unidos les da la oportunidad de hacerlo. Hoy mencioné un par de ejemplos al respecto.

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Transcripción: María Lila Ltaif

 

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