Desde hace meses, ante la llegada del Covid-19, muchos gobiernos del mundo decidieron cerrar sus fronteras y prohibir, en general, el ingreso de ciudadanos extranjeros provenientes de cualquier lugar, salvo ciertas excepciones.
En nuestro país, por ejemplo, esas salvedades consisten en permitir el ingreso de extranjeros residentes en Uruguay, de aquellos que sin tener la residencia acrediten situaciones debidamente justificadas de reunificación familiar, y de aquellos que lo hagan con fines laborales, económicos, empresariales o judiciales debiendo gestionar ese permiso ante la Dirección Nacional de Migración.
Pero, ¿qué hay de aquellos que pueden tener motivos afectivos o románticos para por ejemplo, cruzar a un lado o al otro del Río de la Plata, y no tengan documentos para justificarlo?
Hay unas cuantas decenas de parejas de uruguayos y argentinos que quedaron divididas por la pandemia de Covid-19.
Parejas binacionales de hecho, que no pueden verse en persona desde hace casi siete meses ante la imposibilidad de justificar formalmente su vínculo. Para hacer sentir su situación se agruparon con el nombre “el amor no es turismo”.
Hoy les propusimos conocer una de estas historias: la de Alcira Méndez, uruguaya, residente en Maldonado, y Federico Samek, argentino, que vive en San Martín de Los Andes.