Angela Weiss / AFP
El suspenso que dominaba desde el martes de noche el escrutinio de los votos en Estados Unidos terminó el sábado, cuando pudo confirmarse que Joe Biden derrotaba a Donald Trump y pasaba a ser el presidente electo de los Estados Unidos.
Biden selló su victoria poco después de la una de la tarde de Uruguay cuando su ventaja sobre Trump se volvió definitiva en dos estados clave, Pensilvania y Nevada, gracias a los cuales llegó a 279 votos en el colegio electoral, nueve más de los necesarios para ser ungido presidente.
Todavía falta resolver las disputas en los estados de Arizona y de Georgia, donde Biden lleva una leve ventaja en el escrutinio, y en los estados de Carolina del Norte y de Alaska, donde lidera el presidente actual. Pero pase lo que pase, no será determinante.
Horas más tarde, sobre las 22.30 de Uruguay, Biden se presentaba públicamente junto a su compañera de fórmula, Kamala Harris, en un escenario abierto, en la ciudad de Wilmintong, donde vive, en el estado de Delaware. Allí se dirigió a la población del país:
Busqué este cargo para restaurar el alma de América. Para reconstruir la base de esta nación: la clase media. Y para hacer a Estados Unidos respetado a lo largo del mundo de nuevo. Es el honor de mi vida que tantos millones de personas votaran por esta visión. Ahora el trabajo de hacer realidad esa visión es “la” tarea de nuestro tiempo.
Ni el sábado ni ayer, domingo, Trump aceptó los resultados. Tanto él como algunos de sus aliados más cercanos han insisten en que hubo fraude electoral.
Falta, por otra parte, resolver la competencia por el Senado, pues la carrera en dos bancas en el estado de Georgia es tan cercana que ameritará una segunda vuelta en enero. Esos dos escaños determinarán quién tiene la mayoría y qué margen de maniobra tendrá el próximo presidente.
Para pasar en limpio los últimos sucesos y profundizar en ellos, hablamos con Gerardo Stawsky, escritor y periodista residente en Los Ángeles, con quien habitualmente nos comunicamos para cubrir Estados Unidos.
