Foto: En Perspectiva
Archivar es una tarea que puede ser engorrosa y a la que en el momento puede no dársele la trascendencia necesaria, pero si no se hace tarde o temprano uno lo lamenta.
Esto vale para lo cotidiano e individual, como el guardado de recibos y facturas, o el ser ordenado para guardar documentos en la computadora, pero también vale, y mucho, para el acervo cultural.
Y allí se agregan más complicaciones: archivar muchas veces no es fácil ni barato, además es bastante invisible y no suele ser un logro mostrable, por lo que los tomadores de decisiones pueden dejarlo de lado.
Pero hay cosas que hacen al alma de la cultura de un país que, una vez perdidas, no hay cómo recuperar.
Toda este ensalzar a la práctica del archivo tiene un porqué: cuatro proyectos archivísticos uruguayos ingresaron días atrás al programa Memoria del Mundo de la Unesco, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Tres de ellos lograron ingresar al registro regional de Unesco: el Archivo Lauro Ayestarán, del Centro Nacional de Documentación Musical Lauro Ayestarán de la Biblioteca Nacional: la colección de libretos-repertorios del carnaval montevideano del siglo XX (1919-188) del Centro de Documentación e Investigación del Museo del Carnaval; y el Archivo Histórico del Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes (1916-2001), gestionado por Flacso Uruguay.
Además, el archivo fotográfico del diario El Popular, presentado por el Centro de Fotografía de la IM, entró en el registro internacional de Memoria del Mundo, un escalón por encima.
¿Qué significa este reconocimiento? ¿Qué incluyen estos archivos destacados, y qué valor tienen para la cultura nacional?
Conversamos En Perspectiva con la subsecretaria de Educación y Cultura, Ana Ribeiro; y Belén Pafundi, integrante del equipo del Centro de Documentación e Investigación del Museo del Carnaval.