Foto: Mono Hamadria, Papio Hamadrys. Zoo municipal de Montevideo, Villa Dolores. 11/11/2010. Ricardo Antúnez / adhocfotos
Ayer jueves cerró el zoológico de Salto, que con casi 50 años de historia era el último de sus características en el país.
Hacía dos años se había tomado la decisión de no continuar con la reproducción de esos animales, y la muerte de una leona la semana pasada motivó que se acelerara el proceso de cierre.
En el predio actual, en la capital salteña, se establecerá un parque temático educativo para las nuevas generaciones, las que “no comulgan con que los animales estén encerrados”, según declaró el intendente Andrés Lima al diario El País.
Los 750 animales de unas 120 especies que allí se encuentran serán trasladados a partir de la semana próxima a reservas naturales en Durazno, Flores y Tacuarembó. Esto incluye por ejemplo tigres de bengala, aunque todavía no se sabe qué sucederá con la osa Eva, que nació en Salto.
Esta decisión sirve como excusa para hablar de por qué se está procesando este cambio en los últimos años. ¿Es una cuestión de opinión pública, o los zoológicos quedaron obsoletos también desde un punto de vista de conservación? ¿Cuál es la diferencia con las reservas naturales?
Lo charlamos con un especialista: el naturalista Juan Villalba, quien es director del bioparque M’Bopicuá en Río Negro.